"Lo siento, pero estaba cansada. La vida no es tan fácil después de todo.
Ni siquiera sé qué debo escribir.
¿Las razones por las que lo hice?
Razón número uno: yo.
Razón número dos: yo.
Razón número tres: yo, también.
Lamento si te hago llorar, pero ya no podía más. ¿Sabes lo difícil que es vivir en esta sociedad siendo un adolescente? No, maestra, mi vida no es más fácil que la suya. No, papá, los jóvenes no lo tenemos más fácil.
Me cansé de toda esa mierda. Me cansé de despertar cada mañana, me cansé de respirar, me cansé de sentirme desolada, me cansé de vivir. Me cansé de escuchar tus palabras. No, no era mi culpa, ¿crees que yo quería quedarme despierta toda noche? Era algo que iba más allá de mí, yo no podía simplemente elegir.
No te lamentes ahora, ya es muy tarde.
Todos ustedes lo sabían, pero nadie quiso hacer nada.
Te dije que necesitaba ayuda, te dije que no era solo una etapa que iba a superar, pero tú me ignoraste y me diste la espalda. Ya no hay nada que hacer, ya no hay marcha atrás.
Mamá, ¿por qué estás así? No es tu culpa. Yo soy la culpable de esto, fui yo quién tomó esta decisión. Lo lamento mucho, mamá hermosa, no quería hacerte llorar. Tú me diste la vida, pero yo no la quería, ¿estoy siendo desagradecida? Te amo, por favor, perdóname.
Papá, no llores más, la chica en ese ataúd no soy yo, es solo el monstruo en el que me convertí, es solo aquello que nunca quise ser. Lamento todas las peleas, lamento mucho no haberte dicho cuánto te amo.
Pequeño Bobby, por favor no llores. Podrás quedarte con mi cuarto y con mi cámara fotográfica, sé que te gusta. Espero que algún día te conviertas en un gran hombre, yo estaré orgullosa, aunque posiblemente tú ya no me recuerdes.
Y tú, Roxanne... ¿Qué debería decirte? Lo siento, lo siento mucho, mi amor.
Gracias por todo, Roxie, pero ya no puedo. ¿Recuerdas la vez que discutíamos sobre si existía vida después de la muerte? Pues si es cierto que existe un Dios, te juro que le rogaré que me dejé volver. Entonces, en mi otra vida, cumpliré nuestra promesa; intentaré ser feliz.
Por favor, no me olviden nunca, porque mientras alguien me recuerde seguiré viva, por lo menos en la memoria de las personas que quieran recordarme.
Intenté ser feliz, intenté mantenerme fuerte, pero todo parecía estar en contra de mi felicidad. Aún si no puedes sonreír mientras te despides de mí, por favor no me culpes a mí. Es mi decisión acabar con esto, pero no las razones que me llevaron a ello. Fue difícil, todos los días parecían una guerra, al final el mal venció, pero morí luchando.
Recuerden a su Meli sonriente y alegre, no a la chica tirada en el piso de su cuarto, inerte y pálida.
Los ama,
Melissa.
Se levantó de la cama, dejó el bolígrafo a un lado y tomó el frasco de pastillas entre sus manos.
Se levantó de la cama y se asomó por el balcón que tenía una vista hacia un pequeño parque. Los niños jugaban, corrían y reían. Si ella pudiera regresar a esos días, a esos días de inocencia pura, en los que no importaba nada, solo ser feliz. Y pensar que cuando era una niña deseaba crecer, deseaba ser una adolescente e ir a muchas fiestas, era triste ver como con el paso del tiempo esa niña fue muriendo hasta desaparecer completamente.
Había desperdiciado su vida. Había pasado toda su vida encerrada en su habitación pensando en lo bueno que sería tener amigos, en lo bueno que sería poder hablar con una persona sin querer desaparecer, sin sentirse perdida y con ganas de llorar.
Volvió a su cama y observó el frasco en sus manos. Eso era todo. Era el final, no había marcha atrás, ya no podía mirar atrás, ya no quería mirar atrás. Tomó todas las pastillas y sonrió en medio del llanto recordando a su madre, a su padre, a Bobby, a Roxie... ellos estarían bien. Estarían bien sin ella, lo lograrían, aún después de las lágrimas.
Y así, Melissa dio su último respiro antes de caer en un largo sueño, uno que duraría toda la vida, un sueño eterno.