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Mi matrimonio con Klein va de mal en peor, me cerré en mi propio mundo y el intenta todo lo que puede permanecer a mi lado, pero yo lo alejo la mayoría de veces.

Pero hay momentos, como este, donde podemos ser un matrimonio feliz coma antes.

—Y si esta noche vemos una película, con palomitas o pizza, como gustes—me propone.

—No —digo tajante sin mirarlo.

Estamos caminando por la orilla de la playa, casi llegando a la casa.

—¿Que deseas hacer entonces? — dice decaído.

He sido mala y fría con el, los últimos meses, me ha tenido que soportar y aguantar la mayoría de esos dias.
Cuando Nicolás murió, los días posteriores, todo es borroso, como si a penas allá  sucedido, no puedo explicarlo.

Estuve viviendo en casa de mis padres y en nuestra  casa por varias semanas, una semana allá o solo unos pocos días y después regresaba. La mayoría de las veces Klein me acompañaba,  cuando yo estaba de buenas.

Quiero enmendar todo eso, el también estaba sufriendo, era su hijo, fui una perra como antes de conocerlo, ahora quiero enmendar todo, una vez más. Sin importar lo que me cueste.

—¿Entonces? —insiste.

Detengo nuestro paseo y me detengo justo en frente de el.

—No lo he dicho,desde hace mucho tiempo, pero te amo ¿lo sabes no?

—Lo se, lo dijiste anoche y casi todas antes de esa, o cuando crees que no te escucho a mis espaldas.

—Tu...

Quedo muda.

Toma mis manos y las apoya en su torso, después me abraza, hasta cerrar todo el espacio  entre nosotros.