Muchos hoy en día saben, que las iglesias no son perfectas, de hecho, las iglesias son para personas enfermas, no para las sanas. Y me refiero espiritualmente, no físicamente.
29 días después
—¿En verdad lo fue? —dice Emil, sonriendo a poros.
—Sí —se defiende Yunel—, no pude contenerlo. —Los ojos se le ascienden, y toma de nuevo su Biblia— No puedo creer que esa sea tu debilidad.
Emil se pone un poco triste.
—Sí, en verdad lo es. Pero, me siento bien como soy.
Mientras tanto...
—Veré si me encuentro con él en el camino. Espero y sea bastante resistente como los rumores... Su tal Dios no podrá conmigo ni con mis diez espectros, ¿o no? —dice Demonio, con delirio de grandeza.
—Así que irá, jefe, ciertamente él no derrumbará nuestras perseverancias —dice el espectro uno.
—Si tan solo supiéramos su debilidad... si tan solo... —replicó el espectro dos.
—No bajemos la guardia, me han dicho que hay algo en él extraño. Según cronistas tardíos, han revelado, que ese chico, tiene un gran propósito —continuó el espectro cuatro.
—Pero, ¿de qué hablan? ¿No sabéis que ese cuatrojos lo único que tiene es la benevolencia del Mesías? —grita Demonio.
—Si no es tan sólido, como usted comenta, ¿entonces por qué el Mesías nos venció en la cruz del calvario? —le pregunta el espectro tres, a Demonio.
Lo observa tácitamente, y desprende odio de su ser (como siempre).
—¡Espectros! Acérquense.
Más tarde...
En una iglesia se escucha un coro de alabanzas, cantando todos juntos el coro de "... si tuvieras fe como un granito de mostaza".
—Necesito adentrarme a la iglesia —susurra el personaje principal de este novellette.
En eso, cuando Emil trata de hacer lo pedido por el escritor, las personas inician a danzar y a gritar el nombre de Jesús. Emil dijo dentro de sí: "Wao, ¿qué pasa aquí?" Sabía que en ese sitio había estado la presencia de su SEÑOR.
Mientras tanto...
—Iré a ver a Emil después del ensayo —dice Pamela, mientras camina, en voz baja.
—Creo que antes —se apresura Demonio.
Pamela se sorprende, y cae al caliche lleno de lodo. Se rompe una pierna, la izquierda, y gesta de ella mucha hemoglobina. Llora tras de eso, y le cuestiona a los vientos:
—¿Qué eres, que no te veo?
—Veo veo, supongo —le contesta el viento.
Entretanto
Emil, estando en la iglesia, es interrumpido desprevenidamente por Yunel, quien lo hala por su chacabana color fucsia. Es llevado afuera, y es interrogado por su mentor.
—Hijo mío, ¿qué haces aquí, acaso no sabes tú muy bien, que hay gente detrás tuyo?
—Lo sé, Yunel.
—Sal, tienes que eliminar a los diez espectros y a su comandante, llamado Demonio; se encuentran al lado Norte. Ah, con él está Pamela —añadió Yunel.
Emil se queda atónito.
—¿Qué! Iré enseguida.
Fue a su objetivo, y se indaga cómo debía hacer tal sugerencia pedante, sin ser Dante, el dueño de una flor.
—Te estábamos echando de menos, maestrico.
Pamela sabía lo que estaba aconteciendo, mas no podía mirar su contorno. Le pidió brazos al protagonista. Hasta DIOS desde los cielos, dijo que un ángel incrementaba su poder al llorar.
—Intentaré no hacerlo —dice Emil, después de escuchar mis dicciones.
Emil intentaba persuadir a aquellos delincuentes espirituales, dándoles limosnas por pan duro. Todas las armaduras de Emil se caen a la gravedad.
—Pero, Jesús de Belén, ¿qué acaba de pasar?
—Creo que acabas de cometer un delito —le informa Yunel—. Hasta que no te dispares a ti mismo, y pidas suplicas, no podrán volver a ti.
Procede a poner una de sus pistolas en la cien, e intenta halar el gatillo (no sé, se siente tan bien cuando en una película no lo dicen), no resulta conveniente.