Mas Alla De Mi

7. Siempre así

 

-¡Hey chicos! ¡¿Cómo la están pasando?!.-Comenzaron a gritar hasta los bartenders, pero no ella.

 No le había hablado en toda la semana, nada. Y ella tampoco a mi. Ya no me atormentaba como antes pero es imposible no pensar en ella. Cuando se me la encontraba en el pasillo de la escuela, en el salón de clase y hasta en el baño.

- ¡Bien! veo que el alcohol a hecho su efecto.- Al igual que a mi. Me había tomado unas cuantas cervezas y como esta era el último tiempo en que cantaba por hoy, se podría decir que me hacía falta un poco de esa sustancia en mi cuerpo.

Me pasaron muchas cosas esta semana. Arturo, el dueño del bar tuvo una buena idea, muy buena de hecho. El muchacho me sugirió a mi y otros chicos que tocaremos como una banda en su bar. Lo mejor, no habría más pista.

Cada quien era un artista independiente. Unos tocaban en las calles. Otros ya mayores, estudiaban en la universidad y hacían como yo, tocar en bares o en lugares que se lo permitieran y así ganar dinero. 

Por ahora sólo tocaremos los viernes y sábados por los horarios de la escuela y eso, pero nos reunimos para ponernos de acuerdo. Si esto surge y nos va bien, posiblemente, puede que surja una banda oficial.

-¡Un dos tres, un dos tres cuatro!.-Todos  acoplábamos muy bien. Incluso cuando improvisamos la primera vez que nos reunimos.

All I am, is a girl, I want the world in my hands, i hate the beach, but I stand, in California with my toes in the sand.- Cerré mis ojos para deleitarme con la letra de la canción. Casi siempre lo hacía y me imaginaba contextos embriagantes que hicieran más llevadera la música.

Mirando el atardecer o viajando en auto sin parar de joder con mis amigos. Sin la preocupaciones ahogantes de cada día. Solo mis amigos y yo disfrutando de la fluidez de la vida y la paz que nos rodeba. Sin obligaciones monótonas y desgastantes. Con Angélica. Si, con ella. 

 Y es que siempre, no hay un momento en que no la recuerde. Por cualquier estupidez. Que alguien la nombre, o algún gesto, un recuerdo. Algo, siempre hay algo, y ese es el puto problema. Que no puedo y no quiero sacármela de la cabeza. Es como una enfermedad que poco a poco se va adueñando de mi cuerpo y no hay una cura para semejante padecimiento.

Y ya no puedo evitarlo, no puedo ignorarla, no puedo dejar de pensarla, no puedo ni dejar de preguntar por ella cuando hablo con Adrían. No puedo dejar de pensar que quiero besarla, abrazarla, cualquier cosa, pero que sea con ella, no puedo. Salir a algún lugar, pasear, ir al cine, una reunión entre amigos, ir a cenar, una película en casa, pequeñas cosas que  podrían convertir en detalles gigantescos y memorables.

La noche se me había hecho larga. Las canciones a mi parecer duraban más que antes. El tiempo pasaba más lento que otras veces. 

Apenas baje del escenario, fui a la barra por algo de beber sin despegar la vista de ella y ella de mi. Me estaba comenzando a desesperar. Quería que hiciera lo iba hace. Esperar me cansaba a tal punto de que me ponía ansiosa y eso me molestaba.

Salí del bar a un paso rápido, y como supuse, ella comenzó a seguirme. Sin que se diera cuenta me escondí en un callejón al lado del bar. Sólo esperaba que pasara para hablar y acabar con esta situación que me exasperaba. Estaba recostada de la pared cuando ella pasó sin disimular que buscaba algo.

-¿Qué es lo que quieres Angélica?.-Se había quedado estática dándome la espalda. Se volteó y cuando pensé que estaría nerviosa era lo que menos se podía apreciar en su rostro.

-¿Qué te hace pensar que quiero algo?.- Se puso frente a mí con una sonrisa en sus labios. 

-No has parado de mirarme por ejemplo.- La miraba expectante. Esa chica si que era hermosa. Y que molesto era cuando la gente se daba cuenta.

-¿Por qué no mirarte? Todos te miraban allí dentro.- Sentenció. Parecía muy relajada para la situación. No me molestaba, al contrario, era sexy. 

-¿Por qué no mirarme eh?...-Asentí obviando su comentario.- Es muy diferente cuando tu me miras.- Su sonrisa se había borrado dejando su labios levemente abiertos de la sorpresa por mi confesión.

-¿Qué?.- Parecía haber caído en cuenta de que ella no llevaba el control de la situación pero se lo hice saber, tomándola de la cintura para estrecharla contra mí.
Dejando sus labios a mi alcance, nos hice girar rápidamente y la pegué de la pared estrujando mi cuerpo contra el de ella. Había reaccionado pero parecía no caer en cuenta de lo que yo hacía. Al parecer no pensó lo que pasaría. 

Mi corazón se había acelerado y podía sentir muy bien el de ella. Miré sus labios sin rastro de aquel labial carmín que se colocaba a menudo. Se veían más rosados, contrastando sobre su piel pálida haciendo del sonrojo de su rostro estúpido delante de ellos.

No había que decir. Yo lo quería y ella también. Ansiaba sentir el suave tacto de sus labios, de nuevo. Me desesperaba mirarla en la escuela y no poder abrazarla y besarla como si fuera mía. Era odioso sentirte de esa manera. Con ganas de hacerlo pero sin atreverte.



#12801 en Joven Adulto
#48688 en Novela romántica
#7852 en Chick lit

En el texto hay: boxeo, homosexualidad, chicaxchica

Editado: 17.08.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.