Noah
Estoy llegando tarde, no lo puedo creer. Encima mi papá no me quiso llevar, porque tenía que ir con mamá a ver la ecografía de mis dos hermanitos mellizos. Todavía no caigo que mis papás van a tener dos hijos, una nena y un nene, para ser exactos.
Toda mi vida fui hijo único y me da algo de terror pensar que va haber dos integrantes más en la familia. De seguro me van hacer cambiar pañales y sus llantos van a ser espantosos.
Eso en parte me desalienta; bueno, no solo eso, también me da algo de celos no ser más el niño de mamá. Pero no es que odie a mis hermanitos.
Me estoy yendo de las ramas, correr me resulta algo cansador, pido mis horarios y las indicaciones de cómo llegar.
Cuando toco la puerta, solamente me toca esperar unos minutos. La puerta se abre y un señor que parece ser mi profesor, me mira de arriba para bajo. Me siento intimidado. Si le digo que me quedé dormido, me da la sensación, de que no me va a dejar pasar. Así que decido mentir, y qué mejor mentira, que la que no encontraba el salón.
Típico de nuevos.
— Hola, perdón, no encontraba el salón. —estoy algo exhausto, pero logro hablar bien.
— Hola, ¿eres nuevo? —pregunta el profesor. Parece que me creyó sin problema. ¡Excelente!
— Sí, ayer acabo de llegar al pueblo. —respondo feliz.
— ¿Su nombre?
— Noah Baker. —le digo agarrando las correas de mi mochila.
El profesor anota en una libreta, mi nombre y luego me mira.
— Muy bien Noah, se puede sentar en aquella silla libre, junto a su compañero.
Asiento para luego sentarme en donde me indicó. Pero antes, me fijo si hay alguien que yo conozca. No hace falta buscar mucho, porque cuando saco mi mirada del profesor, me encuentro con Zoe. Le regalo una sonrisa y como saludo, levanto un poco mi mano en forma de saludo y digo un «hola» inaudible para que el profesor no me escuche.
Ella, con timidez, hace lo mismo. Me siento en mi lugar y comienzo a sacar las cosas para la clase.
Pero en un momento, un grito se escucha en medio de la clase. Levanto la vista y escucho a Zoe pedir disculpas. Todos nos quedamos viendo a mi vecina, al escucharla.
No recuerdo mucho como era antes Zoe, pero creo que no cambió del todo. Sigue siendo esa chica loca, que es capaz de hacer cualquier cosa, sin vergüenza.
Recordar algo que tiene que ver con mi niñez, me hace sonreír.
Zoe la mira a su amiga ¿Lina es su nombre? Y en cuestión de segundos, se gira en mi dirección, está colorada. Pero su cara se torna más roja, al ver que la estoy viendo. Se da vuelta tan rápido como yo, cuando venía para acá la escuela.
Tengo una duda, ¿qué pasó con Jenny? ¿Dónde está ella? Yo me acuerdo que eran grandes amigas. Me agarra esa curiosidad, pero no tengo la confianza suficiente para preguntarle. Aunque... puede que en algún momento lo haga, o se lo pregunte a Mason.
Zoe
Desde que llegó Noah, no paro de pasar vergüenza. Es algo que me molesta, porque no me tendría que estar pasando esto.
Hoy no puedo prestar atención a la clase. No se como es que una persona se pueda perder tanto divagando.
El timbre suena y como si estar en esa clase fuera un fastidio, todos guardan las cosas en sus mochilas y se van del salón. Yo hago lo mismo hasta que el cuerpo de un chico se para al lado de mi mesa. Mi amiga que ya había guardado todo, dice:
— Noah, —no logro poder mirarlo a la cara, así que sigo guardando las cosas en mi mochila. — ¿cómo te encuentras?
Lina siempre tan sociable. Me rio por dentro, o eso pensé yo, porque ellos me escucharon. Los dos se me quedan viendo serios.
No les doy importancia, sólo para que sigan con lo suyo. Y eso funciona a la perfección.
— La verdad que bien, exceptuando que me quedé dormido. —se ríe.
— Así que le mentiste al profesor. Nunca me lo hubiese esperado de vos, creí que eras un chico honesto. —comenta mi amiga en broma.
— Perdón por romper la imagen que tenías sobre mí. —y los dos se ríen. — Por cierto, ¿Cómo es tu nombre? Soy muy malo para recordar nombres, ya sea de personas como de calles.
Ninguno de los dos se dio cuenta que yo ya había terminado de guardar mis cosas.
— Me llamo Lina, no creo que conozcas a muchas con mi nombre.
— Lina, Lina, Lina. —Repite Noah— Voy a intentar no olvidarme.
Por último, él le regala una sonrisa.
— Mejor así. —responde ella y le devuelve su perfecta sonrisa.
Creo que sobro en esta conversación.