Mis ojos observan los tuyos con coquetería.
Mis manos ansían tocar la seda de tu piel, desnudarte a besos y al compás de unos versos hacerte mía.
Mi cuerpo se inunda de deseo al sentir tu largo cabello en mis manos y tus suspiros en mi oído.
Mi alma anhela fundirse en el pecado contigo y hacerte mía hasta que el sol se convierta en luna.
Mi vida corre desesperada a tus brazos y la expresión artística de tu cuerpo.
Mis oídos escuchan la dulce melodía de tus gemidos.
En el preciso momento en que mi alma y la tuya se vuelven una me doy cuenta de que mi sed ha sido saciada.