Más que una simple humana

Capítulo II

Miró a su alrededor escudriñando atentamente todo lo que había en ese lugar, se detuvo en una foto donde estaba una niña con una pareja, parecían estar felices, un jadeo lo sacó de su ensimismamiento y posó su verde mirada en la persona causante de tal cosa, era una mujer de cabello castaño con delicadas facciones que parecía temblar de frío mientras se abrazaba con fuerza, hizo una mueca sin entender qué diablos estaba ocurriendo, un fugaz recuerdo llegó a su mente, una persona ayudándolo a levantarse, enarcó una ceja extrañado al pensar que esa mujer es quien le había ayudado a llegar hasta ahí.

Era inaudito, más que nada por el hecho de que el cuerpecito tan frágil y delicado de una mortal (según sus deducciones) hubiese logrado cargar con él, rió quedamente negando con la cabeza, se removió en su lugar bajando los pies al suelo, tomando un impulso del sillón se puso de pie, sonrió victorioso ante su logro pero segundos después de eso un mareo asaltó su cabeza con fuerza haciendo que cayera de sentón al sillón de nueva cuenta, provocando un sobresalto en la mujer que estaba sentada también ahí, notando sus hermosos ojos azules que le cautivaron por varios segundos.

Abrió los ojos asustada sin saber que estaba pasando pues sintió un movimiento brusco en su preciado asiento miró a todas partes hasta que se topó con un par de esmeraldas preciosas que le hicieron contener las respiración sin darse cuenta, el hombre frente a ella era bastante atractivo, mucho más de lo que había admirado la noche anterior, sintió sus mejillas levemente calientes por esa mirada inquisidora que parecía escudriñar lo más profundo de su alma.

― ¿Quién eres mortal? ―preguntó en tono prepotente, ella frunció el ceño

―Soy nada menos que quien te salvó la vida―bien, estaba exagerando pero no podía simplemente hablarle en ese tono como si fuera su superior, el cual ni siquiera le hablaba de esa manera

― ¡Oh! ¿Enserio? ―soltó una carcajada divertida― ¿Tú? ¿Salvarme de qué? ―cruzó los brazos con una mueca molesta

―Salvarte de morir de frío en ese oscuro callejón, bajo la lluvia―sonrió arrogante, no era la gran cosa pero necesitaba decirlo

―No creo que fuese a pasarme nada malo… después de todo soy un gigante de hielo―murmuró lo último cerrando los ojos por unos momentos― ¿Qué Reino es este? ―

― ¿Reino? ―musitó sin comprender
―Sí, Reino… Midgard, Vanaheim, Alfheim―dijo como si fuera obvio abriendo los ojos
―Jum, pues no lo sé, esto es… la Tierra―creyó prudente decir ya que recordó cómo fue que llegó al callejón

― ¿Midgard? maldición―frunció el ceño― ¿y tú quién eres? ―

―Tal vez debería hacer yo las preguntas, después de todo tú fuiste quien literalmente cayó del cielo―expresó altanera

―Estúpida mortal―antes de que pudiera quejarse continuó―mi nombre es Loki de As… Jötunheim―se corrigió al pronunciar―y soy un Dios―terminó engreídamente

― ¿Un dios? ―se rió con ganas creyendo que tal vez eso podría ser una posibilidad, pero de igual forma siguió burlándose como era costumbre―mi nombre es Annie de Midgard―

―Ya sé que eres de Midgard―bufó como si decir aquello fuese lo más estúpido que haya escuchado

―Mis amigos me dicen An… bueno, lo haría si los tuviera―se mofó de su propio comentario con ganas, cosa que extrañó al pelinegro, sin entender― ¿No lo entiendes? Lo dice Meg cuando se encuentra con.... Olvídalo—bufó rodando los ojos, el se encogió de hombros— Bien… “Loki”―hizo comillas con las manos poniéndose de pie―si mis clases de mitología no me fallan… las cuales realmente no tengo pero me acabo de inventar―comenzó a caminar de un lado a otro por toda la extensión del sillón―eres el dios de las mentiras, hermano de Thor, hijo de Odín… aunque algunas fuentes citan que eres más bien su hermano por los pactos que sellaron con sangre―

― ¿Ser hermano de ese vejete? ¡Ja! Ni en sus más locos sueños ese hombre tiene ese privilegio―rió divertido por ese comentario

―Lo que sea, eso dicen los libros que compré la otra vez―se detuvo frente a él encogiéndose de hombros― ¿Qué haces aquí? ―le miró curiosa

―Si lo supiera no te lo diría―dijo burlesco

―Así que no lo sabes―rió un poco, el pelinegro asintió sin más―bueno no importa, mejor me cambio de ropa antes de que…  ―sin poder terminar la frase estornudó―maldición―se quejó por lo bajo―supongo que necesitaras ropa, ¿no es así Loki? ―preguntó casualmente

― ¿Qué tienen de malo mis ropas? y ¿Por qué me hablas con tanta familiaridad? ―enarcó una ceja extrañado de escucharla hablarle de esa forma

―En primera, si no quieres levantar sospecha de que eres un extraño aquí es mejor que te  cambies… además están sucias y un poco rotas―lo señaló mientras comenzaba a caminar lejos de sillón―en segundo, ¡lo lamento! ¡Oh gran Dios Loki! ―alzó las manos mientras decía respetuosamente exagerada




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