Siguió intentando hacer un poco de magia pero simplemente no podía, algo se lo restringía y no estaba seguro del qué podía ser, pasaron los minutos sin saber cuánto tiempo realmente había pasado hasta que escuchó a alguien correr escaleras abajo, sintió que estaba cerca suyo y al voltearse ropa se estrelló de lleno en su cara, frunció el ceño y al quitársela ya no estaba esa mujer, se guardó sus maldiciones para otra ocasión y las miró, era extraño que tuviera ropa de hombre si se veía vivía sola en esa pequeña casita, escuchó desde arriba a Annie gritando.
―Si deseas bañarte sube las escaleras, dirigite a la izquierda y al final del pasillo está el baño―
Eso fue todo lo que escuchó, no se molestó en responder y simplemente se levantó de su asiento lentamente esperando no marearse de nuevo, lo cual para su suerte no pasó, tomó las ropas en una mano intentando hacer un nuevo hechizo sin tener éxito, bufó comenzando a caminar a las escaleras subiendo con lentitud, sin prisa, ya que realmente no la tenía, siguió el camino indicado, pasó por una habitación con la puerta entre abierta notando que esa era la habitación de la mortal, no pudo evitar mirar de reojo y apreciaba claramente la sombra de ella moverse, se estaba cambiando de ropa, se mordió los labios y negó con la cabeza para seguir su camino.
Entró al cuarto de baño haciendo una mueca, era un cuarto pequeño, con regadera, lavabo, un baño y un pequeño mueble con algunas cosas que no le interesaban, había una toalla doblada en la tapa del inodoro donde dejó también las ropas que la mortal le había dado, abrió una de las llaves, primero salió agua fría y después abrió la otra, a los segundos el agua estaba templada perfectamente para tomar un baño, se quitó las ropas y las dobló dejándolas arriba de la cajita del inodoro, se metió sin más para comenzar a asearse, llevándose todo el tiempo del mundo en eso.
Mientras eso ocurría, Annie terminaba de arreglarse y poner sus cosas para la universidad en un morral tejido azul marino, bajó las escalera sin prisa para hacer el desayuno, que para su lastima tendría que compartir, pasaría después de la universidad a comprar más víveres, hizo algo sencillo, rápido y a la mano, huevos revueltos a la mexicana, un café y dos panes con mantequilla, los sirvió en platos y comenzó a comer suponiendo que el ojiverde tardaría bastante tiempo en salir del baño después de cómo había terminado la noche anterior.
Cuando terminó de comer miró la hora en el reloj colgado en la pared de la sala (mismo que Loki también había visto) se le hacía tarde, bebió de un trago el resto de su café y con pan en mano fue por sus cosas que había dejado en el sillón, colocándoselas al hombro alistándose para partir, tomó las llaves que estaban escondidas entre los cojines del sillón al momento mismo en que Loki bajaba las escaleras secando su cabello meticulosamente con la mirada fija en la mortal.
― ¿Te vas? ―cuestionó con cierta curiosidad, no era normal dejar a un extraño en tu casa, menos uno que literalmente, como le había dicho hace rato, cayó del cielo
―Debo ir a la universidad, hice el desayuno por si tienes hambre…―guardó las llaves en un su bolsillo mientras sacaba un aparato extraño a los ojos del dios junto con otra cosa que unió al aparato, prendió la música en su celular colocándose el cable alrededor del cuello―volveré en la tarde-noche, eres libre de irte si quieres, me parece haber visto leche en el refrigerador y una caja de cereal azucarado en algún lugar de la cocina―se dirigió a la puerta―ese será tu almuerzo y comida, cuando llegué traeré más comida… o eso espero―murmuró lo último para sí―en fin, no destruyas nada, no toques nada que no sepas usar “Oh poderosísimo Dios de las Mentiras” ―mordió el pedazo de pan
Se puso los audífonos en los oídos sin esperar a que el otro contestara y salió por la puerta haciendo un ademán de despedida con la mano sin dirigirle la mirada, la puerta se azotó y Loki se quedó mirando el lugar por donde se había ido sin darse cuenta de cuando había detenido su laboriosa tarea de secar su cabello, bufó molesto pues le había dejado con las palabras en la boca, terminó de bajar las escaleras y se dirigió a lo que suponía era la cocina, como le dijo, ahí estaba el desayuno.
Hizo una mueca de desagrado ya que no solía comer cosas tan simples e intentó fallidamente hacer un nuevo hechizo cansándose en vano, pateó la silla con moderada fuerza para no romperla, segundos más tarde tomó asiento comenzando a comer, entre bocados miró el reloj, había tardado bastante tiempo en la ducha, faltaban diez minutos para las siete.
La ropa no era muy de su agrado pero para su mala suerte no podía andar desnudo por todas partes aunque la idea era bastante tentadora, rió un poco terminando de comer los huevos, tomó la taza con una mano, la cerámica estaba tibia así que no le quemaba en lo absoluto, paseó el mencionado objeto por su nariz olfateando el curioso olor que despedía, era amargo, se encogió de hombros y le dio un sorbo, el sabor le gustó y siguió bebiendo hasta la mitad, tomó un pan y lo remojó tan solo un poco, al comerlo le gustó aún más el sabor, debía admitir que aquello satisfacía su apetito por lo mientras, al terminar dejó las cosas en el fregadero sin molestarse en lavarlos.