Más que una simple humana

Capítulo XIII

Al amanecer de aquel viernes, ataviada en ropas oscuras anteriormente compradas, con el cabello recogido en una larga trenza y una gorra negra en la cabeza, salió con un maletín en su diestra caminando erguida y la barbilla en alto, a varias cuadras de distancia le esperaba una camioneta negra de vidrios polarizados. En ella se encontraba Black, más que feliz por verle, dieron algunas vueltas por la zona en la que iba a llevarse a cabo la reunión empresarial, varios famosos multimillonarios trasnacionales iban a estar ahí, tal era el caso de Anthony Edward Stark, aunque no se sabía a ciencia cierta sí aparecería o no, pero eso no era algo que a la, ahora pelirroja, le importara.

Le pidió el hombre que fueran al cementerio de la ciudad, él no le cuestionó demasiado, solo le dejó en claro que no tenían mucho tiempo que perder, apreciaba sus genitales tal cual estaban entre sus piernas, no quería perderlos por jugar al chico rudo con ella, de por sí la mirada asesina que recibió de ella le dejó casi temblando, no iba a arriesgarse. Ella bajó silenciosamente, sin darse cuenta de unos ojos, antes verdes, que la seguían con gran interés, oculto desde las sombras que proporcionaba un gran y frondoso árbol. Había un auto azul marino más adelante que supo reconocer de inmediato, era el auto de los padres de James, esperó lo suficiente hasta que ellos se marcharon, fue una suerte que no habían movido el cuerpo a otro lado, le habría costado más trabajo inmiscuirse.
Se cercioró de que sus familiares se hubieran ido realmente, no queriendo armar un alboroto, y se acercó cuidadosamente al féretro, hecho de piedra con gárgolas a los lados y una cruz en la parte superior del arco, en el centro, cubierto por el arco, se encontraban un libro abierto con la inscripción: “Amado hijo, hermano y amigo, dios te tenga en la gloria. Con cariño de tus familiares y amigos”

―Supongo que no iban a hacerme caso después de todo, ¿no es así James? Pero se escuchaba más bonito “Siempre estarás con nosotros, la muerte no es un impedimento” … ―ella rió suavemente, un invisible Loki se acercó hasta ella, a solo unos pasos para escuchar y ver mejor

―Así que era esto…―murmuró el pelinegro fríamente

―Te he extrañado mucho, sólo ha sido un año desde que te fuiste… pero siento como si fuese toda una vida, temo que la mía sea demasiado larga, no lo soportaría sin ti…―le dijo, sentándose en una orilla del sepulcro―me haces tanta falta, tú no debiste morir… Ellos me buscaban a mí, tu no debiste interponerte, yo sabía lo que hacía, yo podía cuidarme sola… Aunque realmente, no recuerdo bien que fue lo que pasó…

La joven tomó su cabeza con una mano, forzándose a recordar aquel día, tan borroso que solo en sueños podía ver, más no lograba que saliera de los sueños por que al final, no recordaba nada al despertar, ella bufó, en descontento ¿tan malo había sido como para obligarse a sí misma olvidarlo? Su cabeza comenzó a palpitar de dolor.

―Odio esto ¿sabes? Desearía recordar, tener más que solo sueños para atemorizarme y llorar, sólo se que te fuiste, sé que fue mi culpa, escucho tus suplicas por mi vida y escucho mis suplicas por la tuya, escucho tus palabras y los últimos latidos de tu corazón… pero nada más…―tragó el nudo en la garganta que se había formado y acarició con la misma mano el cristal que le separaba de la foto de su amor―sé que me pediste que te olvidara, pero aun no puedo hacerlo… No todavía, quizá nunca pueda hacerlo… Olvidarte, olvidar el dolor, sería como olvidar que existo, que siento… que vivo, aunque sin ti, ya no sé qué es vivir.

Loki se mostraba imperturbable, pero no iba a negar que el dolor con el que hablaba aquella mortal no le era totalmente indiferente, muy en el fondo, quiso abrazarla para consolarle, pero obviamente jamás haría eso, mucho menos estando de infraganti.

―Conocí a alguien no hace mucho, es un engreído, es un dios ¿puedes creerlo? Mi padre no estaba tan loco como pensábamos―ella soltó una carcajada que acabó tan pronto como inició, Loki prestó más atención a eso―es una lástima que jamás encontraron su cuerpo, ir a un lugar a donde llorarle sería bueno… En fin, este dios parece ser muy poderoso, cambió mi apariencia con magia, esa magia que mi padre nos contaba de más jóvenes, cuando creíamos que podía ser posible… Ahora sé que es posible, pero no está al alcance de nuestras manos, no siendo simples mortales… ¿O sí?

Guardó silencio algunos segundos, meditando sus propias palabras. Loki le miró atentamente, él recordaba a una mujer así, vaya que sí, razón por la cual se había ido el día en que la cambió, necesitando saber que había pasado con esa mujer… Sigyn.

―Debo irme, tengo una venganza que cumplir, te prometo que cuando acabe con él, no volveré a hacer lo que hago, iniciaré una nueva vida con tu recuerdo siempre presente en mí, esta vez, te aseguro, amado mío, que no te olvidaré, pero sí aprenderé a vivir sin ti, la venganza me hará sentir mejor, aunque tu ya no estés aquí, aunque eso no te traiga de vuelta a mi.
Se puso de pie, con una suave sonrisa, derramando algunas lágrimas de dolor ante su partida, le hubiese gustado morir también, tendría a su padre y a su amado consigo, lo único que siempre necesitó para ser feliz. Se limpió las mejillas, riendo por lo bajo, besó sus dedos que posó en la piedra, como si estuviera dándole un beso a él, se quitó la gorra un momento y dijo, alto y firme.

―Te amo, siempre te amaré, mi dulce amor.

Y se fue, pasando a lado del dios de las mentiras sin saberlo, provocando un agradable cosquilleo en la mano que pasó rozando la suya, mientras este miraba aquella tumba unos segundos para luego volver su vista hacia la mortal, que caminaba segura de sí misma, con los hombros menos tensos, en dirección de una camioneta que se había movido de tal forma que ahora estaba directamente en el camino de la mujer.

Cuando Loki vio el cambio drástico en la mujer no pudo más que sorprenderse sin poder evitarlo, la sensación que había tenido con su magia en ella, había despertado algo que estuvo dormido, no, no, más bien, sellado, era magia, una magia dulce, amorosa y muy cálida, lo suficientemente cálida como para entibiar su frío corazón.




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