Loki no podía hablar, no tenía la boca abierta sólo porque era indigno que el dios de las mentiras lo hiciera, la magia que contenía el recuerdo pronto se disipó en un torbellino dorado, los demás recuerdos se desvanecieron como las nubes con el viento, toda esa explosión mágica desapareció como si nunca hubiese existido, sin embargo, sí se ponía a indagar más, si se molestaba en percibir su esencia, ahí la encontraría. Ambos seguían sentados uno a lado del otro en el parque, se había hecho más tarde, había menos gente, pero no parecía que alguien hubiese visto algo, la miró de reojo, tenía los ojos cerrados y respiraba un poco agitada, seguramente por el esfuerzo sobrehumano, ya que, de alguna forma, era demasiado para su frágil cuerpo, todavía había restricciones que no le permitían ser libre.
Fuera del hecho de que ella era su Sigyn, pensó un montón de cosas cuando la veía salir por las noches, pero nada se comparaba con esto, hizo que se sintiera sólo un poco mal por haber andado de entrometido en ocasiones pasadas, colocó una mano sobre el hombro ajeno en un intento de darle consuelo, ella finalmente abrió los ojos y le miró, los ojos estaban rojos, las mejillas comenzaban a humedecerse, sus labios estaban ligeramente fruncidos para evitar que los sollozos se le escaparan, su rostro se mostraba afligido y asqueado de sí misma, oh, el conocía el sentimiento, sentir asco de sí mismo fue todo lo que pudo sentir cuando descubrió que era un sucio gigante de hielo, ella no pudo aguantarlo y se lanzó a sus brazos, llorando amargamente en silencio, esto hizo a Loki sentirse enojado con ese tal Black, todo parecía apuntar a que era su culpa, fue tan conveniente todo lo que pasó.
Luego de un rato, ambos recobraron la compostura, ella se alejó como si estar en sus brazos quemara y Loki, pese a la sensación de vacío en su pecho (y brazos, estaba calentita) la dejó retirarse, no podía culparla, no importa si eso dolió un poco, la vio limpiarse los ojos con furia, eso podría lastimarla, fue el pensamiento del dios, más no dijo nada, se puso de pie y la miró fingiendo indiferencia, cómo si de verdad no le importara, como si su reciente descubrimiento no le afectara, después de todo, ella no mostraba más rastros de reconocerlo que ese simple abrazo, su magia había despertado, pero no sus recuerdos todavía.
―Ponte de pie, Annie de Midgard―dijo solemne, ella lo miró atentamente antes de hacerle caso―esto que veo delante de mí no parece la asesina que cobrará venganza.
Fue solo un segundo de indecisión, pero se puso de pie, ambos frente a frente, ella alzando la cabeza de forma altiva y él agachándose un poco, sonrió ladino terminando por limpiar las mejillas ajenas de las gotas saladas con sus pulgares, que brillaron e hicieron que no se notara que había estado llorando, sostuvo su cabeza con ambas manos, observando más allá de los hechizos impuestos sobre ella, hechizos que la misma Sigyn se había puesto por una razón que no alcanzaba a comprender.
―Ah, esto me recuerda más a ti, no quiero verte llorando, tienes una misión que cumplir.
―Gracias, su alteza―espetó con una sonrisa divertida, ánimos renovados, cómo si un peso invisible hubiera sido removido de sus cansados hombros, pero no del todo, aun quedaba una cosa por hacer
―Su majestad, pronto seré rey―corrigió el mayor, la sonrisa de Ann desapareció de inmediato
―Eso no es sólo presunción tuya―dijo dándose cuenta de inmediato que no era cosa de uno de esos juegos suyos, por lo que estaba asombrada―realmente… ¿qué has estado haciendo todo este tiempo fuera?
―Nada que debas saber, lo que si tienes que saber es que la libertad es un engaño―la joven mortal, debido a la cercanía, pudo apreciar un cambio muy radical en los ojos de su compañero
―Loki ¿qué tienes? ¿qué te pasa? ―ella alzó sus manos, el rostro delante de ella se contorsionaba de dolor alejando sus manos de la más baja, como si le hiciera daño tocarla
―No puedo…
― ¡Loki!
El dios cerró los ojos, luchando contra algo, llevó sus propias manos a su cabeza, dolía tanto, se alejó rehuyendo del tacto de la mortal que intentaba hacerlo reaccionar, le dio la espalda, pero no pudo avanzar más, cayendo de rodillas al suelo, revolviendo su cabello y tirando de éste ¡el dolor era tan insoportable! Ninguno se dio cuenta que el bastón a lado de ellos estaba brillando más intensamente, desprendiendo hilos azules.
Algo dentro de Annie hizo clic, se colocó delante de él, dejándose caer de rodillas también, intentando hacerlo reaccionar con ligeros zangoloteos de sus hombros, su mirada parecía ida, sus manos emanaban una luz dorada muy cálida que hizo que un poco del dolor de Loki se disipara, haciéndolo más pasable, el hombre abrió los ojos y la miró, antes de poder decir algo, ella lo abrazó contra su pecho, el dios se sintió mucho más joven de lo que era y ese abrazo tan esperado se estaba volviendo demasiado para él, pero no pudo negarse a responderlo.
―Suéltame…
―Olvida tu sueño envenenado, Loki… vuelve conmigo―su voz era sumamente suave y cariñosa
―Sigyn…―finalmente comprendió, sintió una inmensa opresión en el pecho
―No lo hagas, sé que no quieres hacerlo… por favor.
Cuando estuvo a punto de responder, toda la magia desapareció, dejando a una Sigyn/Annie inconsciente en sus brazos, o más bien, recargada sobre él pues aún le había estado sosteniendo en un abrazo, el hombre se mordió ligeramente el labio, indeciso, confundido, incapaz de discernir entre lo correcto o incorrecto, demasiado dolido y demasiado cansado, optó por salir del abrazo, tomarla en sus brazos y desaparecer de ahí, no sin antes tomar el cetro que había estado olvidado en la banca del parque.
Apareció en la habitación de un hotel que sabía había sido reservado exclusivamente para ella por ese tal Black, sus cosas ya estaban ahí, o al menos lo que necesitaría para llevar a cabo su venganza, la colocó en la cama y la vio dormir, su respiración acompasada era lo único que se escuchaba romper el silencio, se había acuclillado a un lado de la cama y acariciaba su cabello con dulzura, su cabeza todavía dolía y el cetro en su otra mano seguía brillando sin que lo notara, sus ojos se volvieron de un azul eléctrico impropio de sus irises, agachó la cabeza y negó, antes de ponerse de pie, le dio un beso en la frente, su forma de desearle suerte a su lado humano.