Tomo una respiración profunda, dudosa. Me había preparado mentalmente para estar aquí y aun así siento que apenas me enteré que vendría. Exagerado lo sé, debo hacerlo, será bueno para mí hacerlo.
Para algunos ir a la universidad puede ser aburrido o hasta tedioso, pero para mí no lo es, siempre había soñado con estar por los pasillos de aquel edificio fingiendo que siempre he tenido una vida normal. Vaya mentira. Mi pasado no es nada fácil de asimilar, por eso planeo que pase lo que pase nadie se entere o percate de ello. Debido a esa decisión tengo que usar un suéter que me llega hasta la mitad de las manos, aunque me muera del calor.
Soy consciente de que parezco una estúpida frente al edificio, por quién sabe cuánto tiempo, cuando Ryan aprieta ligeramente mi hombro.
Lo veo y sonrío nerviosa. Ryan Bates es el mejor amigo que he podido tener, es cinco años mayor que yo, en el momento que llego a mi vida fue como un ángel para mí, me saco de toda la basura que me rodeaba sin juzgarme siquiera un poco. Es la única persona que conoce a detalle todo, no me arrepiento de habérselo contado, siempre me tendió la mano en lo que necesitaba.
Gracias a él, encontré mi vocación, algo que ni en mis más locos sueños habría imaginado que yo lograría.
Pintar.
Sí, soy algo parecido a una artista. Con ayuda de Ryan me fui haciendo conocer y decoraba restaurantes, locales pequeños y unas cuantas casas, en los peores casos pintaba caras de niños en fiestas infantiles. Pero sin importar qué, me encanta trazar y crear colores únicos.
Eso es lo que me tiene aquí ahora, estoy a punto de entrar en la facultad de Bellas Artes. En solo pensar y asimilar que me haré una profesional, me hace tremendamente feliz, tanto que creo no merecerlo. Logré a entrar a esta universidad gracias a Ryan, ya que es profesor de matemáticas en este lugar, y el director le tiene una enorme confianza. Sé que le comentó algo de mi situación, pero sin dar detalles, lo prefiero así, solo sabe justo y necesario como para ayudarme a entrar a estudiar.
He tenido demasiada suerte, demasiada para no ser nacida en España.
Me está yendo bien, sí. Pero daría lo que fuera porque contestaran del museo Sharlem, muero de ganas de participar en una de sus exhibiciones. Ellos mensualmente hacen exhibiciones dándoles oportunidades a personas como yo, cada vez envío una muestra, pero nunca me han llamado. Ellos suelen quedarse con una comisión de las ventas de tus cuadros, pero lo mejor de todos es, que esas exhibiciones son muy importantes y estar en una de esas me abriría muchas puertas.
Sólo puedo cruzar los dedos.
Con un asentimiento de cabeza, empezamos a caminar uno al lado del otro. Muero de ganas de guindarme en su brazo, pero no debo hacerlo, no quiero meter a Ryan en problemas. Al entrar al edificio me enderezo por instinto y mantengo mi vista al frente, Ryan tose una especie de risa al notarme rígida y la defensiva, pero lo ignoro, porque si lo veo así sea de reojo, me dará un ataque de risa.
Cuando por fin es descanso y mi hambre me domina, voy a la cafetería.
Una chica me saluda, y a pesar de que trato de ser cortante ella no parece inmutarse, por lo que trato de caminar para alejarme. La chica se vuelve a colocar a mi lado y la veo de reojo. Es hermosa, no lo negaré, sus ojos celestes resaltan con su melena pelinegra. Yo siempre odie mis ojos grises, sé que puedo usar lentes de contacto, pero de solo pensar que se pueden romper y arrancarme un ojo, hace que esa idea suene desagradable.
Hago una mueca ante aquella imagen.
Se presenta, se llama Jenna, yo hago lo mismo por educación, me río al notar que tampoco le gusta su nombre. Risa que se transforma en confusión al ver como ella de verdad creyera que no es su nombre real.
Cuando termino mi almuerzo, un sentimiento de incomodidad se instala en mi cuerpo, miro a los lados buscando lo que me hace sentir de esta manera, pareciendo seguramente una paranoica, pero no puedo evitarlo. Aún me aterra estar en lugares desconocidos. Mi mirada barre la multitud en busca de alguien sospechoso, me congelo al ver una mirada verdosa concentrada en mí. El chico no se inmuta al ver que lo descubrí. Sigue observándome con cierta molestia en su expresión, aquello me molesta y no dudo en responder.
Me enderezo en mi asiento, levanto mis cejas y la barbilla con aire desafiante. El chico no se muestra sorprendido ante mi reacción, en cambio sonríe divertido. Aquel simple gesto bastó para acelerar mi corazón como si acabara de correr kilómetros. Desconcertándome como una simple sonrisa pudo causar ese efecto en mí, por supuesto que no lo demostré, seguí con mi mirada desafiante hasta que unos dedos chasqueando en mi rostro me regresaron a la realidad.
Jenna me advierte no meterme con él y me dice como es él, asiento y lo miro de nuevo pero esta vez con más atención, aún está analizándome. En verdad si tiene la mirada de atrévete a meterte conmigo.
Y le hubiera hecho caso a la chica, sino la hubiera visto hacerle ojitos al mismo chico de ojos verdes.
Luego de eso estoy en mi casillero, por más que trato de concentrarme en tomar los libros correspondientes, los murmullos de las chicas de atrás captan mi atención. Y mi pulso se acelera al comprender que estoy dañando la reputación de Ryan.
¡Hoy es el jodido primer día de clases! ¿De dónde sacan esos rumores absurdos?
Me preocupo al instante de que todos los estudiantes estén diciendo esas cosas, porque lentamente llegará a dirección, puedo meter en problemas a Ryan por esto, maldición. Trato de repasar nuestro comportamiento cuando entramos juntos, y nada, nada que este fuera de lo ordinario, simplemente entramos juntos. Me acompañó a buscar mi horario y ya está.
¿En dónde están los coqueteos allí?
Cierro mi casillero con fuerza sin hacer caso a las miradas sorprendidas a mi alrededor, camino con pasos rápidos a la oficina de Ryan, él me había explicado cómo llegar anteriormente, pero unos chicos se atraviesan en mi camino. Al intentar rodearlos el chico moreno que se encuentra en el medio habla.
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Editado: 28.11.2024