Matrimonio a cambio de Dinero

Capitulo 17.

Mi llanto no podía cesar con nada, de verdad toda esta situación me dolía. Tenía que admitir que yo a Christian ya lo quería, me había enamorado de él pese a que yo me negaba y me hacía la fuerte en muchas situaciones. Dolía pues simplemente la ilusión que yo ya me había hecho de estar con el, se había quedado en el olvido.
 
 
 
 
 
 
Mi madre entró despacio a mi recámara y al verme tirada en el piso, hecha un ovillo, inmediatamente se arrodilló junto a mi.
 
 
 
 
-Cariño, hija, no te pongas asi.- me acarició el cabello y me miraba con tristeza.
 
 
 
 
-Como no quieres que me ponga de esta manera si los dos me engañaron. Se besaron en mis narices.- me entrecortaba al hablar causa del llanto que de mi ser no cesaba.
 
 
 
 
 
 
-Lo sé, mi amor, pero el no vale la pena. Pronto llegará alguien más que si te sepa valorar y querer.- me estrecho entre sus brazos e inmediatamente lloré con mas sentimiento. Necesitaba mucho de mi madre, de su cariño y consuelo.
 
 
 
 
 
 
 
-Es que no es lo único que me tiene asi, mamá.- la miré a los ojos, esos ojos que yo había sacado de ella. Brillaban con la luz que entraba desde mi ventana. En cambio los míos estaban nublados y con una tormenta por dentro.
 
 
 
 
 
 
-¿Qué mas pasa, hija?- mi madre me pregunto confundida y retirando las lágrimas que salían de mis ojos.
 
 
 
 
 
 
 
 
-Me entregué a él, mamá. Le di mi cuerpo y el alma. Me duele que para el no se haya significado nada. Todo se fue a la basura, eso me tiene asi.- se sorprendió ante mi declaración y yo ya no sabía que mas hacer con mi vida. Dolía que para el esa noche no se haya significado nada. Que todo esto haya sido un juego, un sueño del cual desperté.
 
 
 
 
 
 
 
-¿Qué has dicho? ¿Tu primera vez fue con el?- su voz era nerviosa, pero aún asi no dejaba de consolarme.
 
 
 
 
 
 
 
 
-Si, mamá, ¿que esperabas? Ustedes me casaron con el, era una luna de miel.- dije algo sarcástica y cerrando los ojos relajándome un poco por los mimos que me hacia mi madre.
 
 
 
 
 
 
-Ahora te entiendo mejor el porque estas asi. No se que decirte mi amor, pero mi apoyo siempre estará contigo. Cuentas conmigo para todo. Te quiero, hija.- me abrazo mas fuerte y besaba repetidas veces mi cabeza.
 
 
 
 
 
 
-Gracias mamá, te quiero mucho y lo mismo eres para mi.-Paula era una mujer increíble. Sabía bien que ella no estaba tan de acuerdo con este matrimonio, pero como no quedaba otra opción lo tuve que hacer. Nosotras eramos muy parecidas. Nunca peleaba con mi madre y rara ves sucedía.
 
 
 
 
 
 
 
 
Ya mas tranquila, la tarde transcurrió normal. Mis ojos como era de suponerse, estaban muy hinchados y rojos. Empezaba a sentirme un poco mal pues no había probado bocado desde ayer. Decidí bañarme para despejarme un poco y ya cuando salí, decidí bajar para comer algo.
 
 
 
 
 
 
-Abby, ¿me sirves de comer, por favor?-pregunte mientras entraba a la cocina. Olía delicioso y mis tripas ya rugían de que querían comer.
 
 
 
 
 
 
 
-Claro que si, mi niña. Siéntate en el comedor, ahí deben de estar tus padres.-yo asentí agradecida y le di un beso en la mejilla.
 
 
 
 
 
 
 
 
-Hola.-saludé y me senté a un lado de mi madre, quien me miraba sonriendo.
 
 
 
 
 
 
-¿Cómo te sientes?- me pregunto mi padre mientras colocaba el periódico en la mesa.
 
 
 
 
 
 
 
-Un poco mejor, no del todo, pero sin con algo de animo.- me encogí de hombros y tome la mano de mi madre.
 
 
 
 
 
 
 
 
-Me alegro. Para que te distraigas un poco, vas a ir a ayudarme al despacho. Quiero que seas mi secretaria, no voy a permitir que te dejes caer por un idiota.-al volver a mencionarlo las lágrimas querían volver a salir, pero yo tenia que ser fuerte.
 
 
 
 
 
 
 
 
-Gracias, papá.-sonreí.
 
 
 
 
 
Mi nana me sirvió un plato de arroz con pollo en salsa de cacahuete. No se si era porque no había comido en dias, pero me lo termine casi al segundo. Mis padres tenían la costumbre que cada que terminaban de comer, se iban al jardín y tomaban té o café. A mi simplemente no se me apetecía y yo me desaparecí para irme a mi habitación.
 
 
 
 
 
 
 
La soledad me embargo y no dejaba de pensar en el. Sus besos, la manera en la que me trataba y me hacía sentir. Dios, esto iba a ser realmente difícil. Aventé uno de mis cojines a la puerta, estaba frustrada. Ya no quería pensar en el ni en como me hacia sentir.
 
 
 
 
 
 
 
 
Para pasar la tarde noche, decidí poner una película. Era con Jennifer López y Ralph Fiennes. Ese hombre en esa película se miraba muy atractivo y en esos años la verdad es que no estaba nada mal. Ahorita ya era demasiado diferente, los años ya habían pasado en el y ya no se veía igual. No se porque me dañaba en ver películas de e romance, pero asi era yo, me gustaba lastimarme.
 
 
 
 
 
 
 
Los días seguían transcurriendo normal, a veces yo ni quería salir de mi habitación. Se que yo hacia notar con el como si no me importará, pero realmente yi sentía todo lo contrario. Me importaba y mucho. Jamás pensé sentirme de esta manera, de sentirme humillada y que al parecer jugaron conmigo a su antojo.
 
 
 
 
 
 
-Ten hija, te he traído de comer.- ese dia ni siquiera salí para desayunar. Simplemente no se me apetecía comer. Mi nana entro a la habitación de la cual muchos dias no quería salir.
 
 
 
 
 
 
 
 
-Gracias, Abby. Déjala ahí.-señalé una mesita que se encontraba a lado de un sofá y me recosté en mi cama, esperando a que se fuera.
 
 
 
 
 
 
 
 
-Se que necesitas apoyo, pero para eso me tienes a mi. Tu padre esta haciendo lo posible para que no te deprimas. A tu madre le preocupa mucho que no salgas, que no quieras ni comer.- se sentó a un lado mío y tomo mis manos.- Esa amiga tuya ni merecía la pena. Una amiga jamás traiciona y yo siento que el no tuvo nada que ver en esto. Con el tiempo sabrás quien estuvo detrás de todo esto.-me beso en la mejilla y se fue de ahí dejándome pensando en sus palabras.
 
 
 
 
 
 
No se que debía hacer, realmente mi mente estaba muy confundida. Me tape la cara con una almohada y me rendí ante los brazos de Morfeo.
 
 
 
 
 
 
 
 
Esa noche me desperté y calenté la comida que por supuesto no me había comido. No podía dejarme vencer, y mucho menos les daría el gusto a ese par. Terminando de comer, me senté en el jardín y miré las estrellas.
 
 
 
 
 
Como hubiera querido que mi vida fuera diferente. Que este matrimonio jamás hubiera pasado y que yo no estuviera de esta manera.
 
 
 
 
 
-Dios, ayúdame a salir adelante. No se si pueda seguir.- le dije al cielo, mientras me abrazaba a mi misma y veía la soledad de la noche.
 
 
 
 
 
Me había enamorado sin siquiera imaginarlo, sin pensarlo y sin poder evitarlo.



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Editado: 17.09.2019

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