— Puedo saltar por la ventana y usted sale por la puerta principal para que no sospechen—. Decía ella acercándose a la ventana para ver la altura.
— Oh no, no creo que sea buena idea, mejor le ofrezco a ese sucio marrano una cantidad de dinero por ti para que te deje ir, y espero que me perdones si te sientes comprada, pero yo todo lo resuelvo con dinero, poseo un gran imperio, en casi todos los países tengo una firma Colunga, en toda mi carrera empresarial he comprendido que el dinero lo compra todo, pero menos la felicidad, y eso me ha quedado claro, mi pequeña Allison —. Menciona guiñando un ojo.
Salen por la puerta principal, bajan las escaleras, llegan a la gran sala de bar y tratan de ubicar a Pedro, cuando lo ven, éste se acerca a ellos.
— Señor Colunga con esa cara veo que disfruto del momento, ¡esta hembra es puro fuego! —, expresa mirando a Allison con lascivia.
Benjamín se acerca a Pedro y le dice algo que Allison no alcanza a escuchar por la música de fondo, pero al ver una gran risa en la cara de Pedro, notó que Benjamín estaba hablando de dinero.
Él estaba comprando su libertad; lo llamaría de esa manera, Benjamín no la estaba comprando a ella, estaba comprando su libertad, y ese valor algún día se lo devolvería, por eso estaba interesada a la cuantía que Pedro estaba pidiendo.
Pero no logró escuchar nada, vio que se alejaron hacia la barra. Benjamín saca la tarjeta se la da a la cajera quien hace la transacción y luego se la devuelve. Pedro, al revisar el valor ingresado, da la orden de que se la lleve. Dándole a Allison una señal con los dedos, diciendo que la tendría "entre ojos."
«Mal nacido, así tratas a la gente, cerdo asqueroso, la injusticia que hiciste con mis padres te va a costar muy caro» pensaba la chica mientras lo fulminaba con la mirada.
Benjamín se acerca a ella, la toma de la mano y los dos salen del bar.
Allison, afuera gritaba de felicidad, ¡¡por fin libre!! Lejos de ese bar de mala muerte, lejos del barrio donde nació, lejos de su tía Esther que la abandonó. En el auto veía el rostro de Benjamín, un señor de edad con el cabello negro revuelto con canas, nariz recta, ojos negros, barba larga, su semblante lucía triste y cansado, era un hombre generoso, le demostró a ella que podía confiar en él.
La noche había sido demasiado larga y extenuante, Benjamín se sentía cansado. Allison con la boca casi babeando contemplaba la gran mansión, era inmensa, con una sala lujosamente amoblada, un segundo piso con muchas habitaciones. Después de mostrarle las habitaciones y de indicarle cual sería la de ella, se dirigieron a una amplia cocina.
— ¿Usted vive aquí solo? ¡Waooo! Pero ¿cómo hace para la limpieza de todo esto?
— Tengo siete empleadas que se dedican al aseo general y tres empleados que limpian el jardín.
— Mi casa era como del tamaño de su cocina y llegaba un momento que ya me cansaba cuando iba por la mitad de los quehaceres.
— Toma, come esto — Le ofreció un sándwich con un vaso de jugo de naranja. — Mañana te termino de mostrar el resto de la mansión.
— Gracias, por cierto ¿cuánto dinero le distes a Pedro? —esa pregunta lo coge de sorpresa, Benjamín la mira fijamente y le dice:
— No te preocupes pequeña, recuerda que eso fue como quitarle un pelo a un gato —. Y se dirige hasta su habitación. —Me siento muy agotado, apenas termines subes y también descansas. ¿Ya sabes cuál es tu habitación?
Allison asintió y él se fue todavía meditando si había sido buena idea haberla traído a su mansión.
Los días pasaron y Allison se habituó a aquella mansión ya la conocía a la perfección y sabía dónde iba cada cosa, Benjamín estaba feliz con su presencia, se sentía enérgico y lleno de vida, por lo que se propuso ir a los controles y seguir el tratamiento médico.
Allison le encantaba la lectura y la pintura, en su tiempo libre estaba tomando clases personalizadas de arte, también fue matriculada en uno de los mejores colegios para culminar sus estudios, ya tenía claro lo que iba a estudiar cuando terminara la secundaria.
— ¡Estudiaré medicina! — le dice a Benjamín. Él asombrado, está de acuerdo con su decisión, el mayor de sus hijos estudió economía y finanzas, el segundo a regañadientes estudia derecho y la hija se está preparando en ingeniería civil, no tenía ningún médico en la familia, se alegró mucho que Allison se inclinara por esa profesión.
“Benjamín en su enfermedad, su madre Susan que murió por sobredosis de droga, su padre que murió desangrado en la calle”. Fueron ellos los que la motivaron para ser doctora, salvaría a muchas personas y dedicaría su vida al servicio por los demás.
Mientras Allison crecía, la mansión del mar cobró vida, las carcajadas de una niña se escuchaban en todas partes, sus ocurrencias, sus travesuras, fueron ocupando un lugar en el corazón de Benjamín y una admiración de la servidumbre, que le cogieron cariño y respeto a esa chiquilla.
Las cosas comienzan a marchar bien, nuestro par de tortolos volvieron a retomar sus vidas y dirigirlas hacia los objetivos que estaban poco a poco construyendo.