Llegando a la Mansión del mar. Aparca el auto y se dirige a la puerta Principal, ve que estan trabajando en el jardin, los trabajadores la reconocen.
—señora Allison bienvenida.
—Como están?, tiempo sin verlos, decía ella emocionada por verlos a todos.
Margarita abre la puerta.
—Señora Allison que alegria!— dice ella y se abrazan
—oh Margarita! los he echado de menos, siempre los recuerdo!—. Estar en casa es como sentirse segura y amada, con nostalgia observó cada rincon de la Mansion, no había cambiado nada, todo estaba en su lugar, por eso se llenó de tristeza, al traer a su memoria, todos esos recuerdos gratos que ella vivió alli.
—Señora, desde que usted se fue, se siente una soledad en esta Mansión.
—Margarita, yo también he sentido una soledad donde estoy viviendo! Todos los dias los recuerdo. Y...¿Donde esta Katia?— Pregunta ella.
—Katia tuvo que viajar al pueblo, su papá está muy enfermo.— Responde Margarita.
—Espero que no sea nada grave, pobre Katia—. Y mirando hacia el interior de la casa pregunta: —¿El señor Joseph se encuentra?
—Si señora él esta en su despacho, sigame por aquí!
Caminaron juntas hasta el despacho, mientras se iban poniendo al dia de muchas cosas. Aunque Allison conversaba con ella, su corazón palpitaba acelerado y sus nervios salían a flote, pero trató de controlarlos.
En la puerta Margarita toca y la anuncia.
Allison respira profundo entran las dos al despacho.
Joseph estaba sentado en su escritorio revisando su computadora, se levanta sobresaltado en su silla, Allison lo observa con timidez.
—Señora Allison se le ofrece tomar algo!—le pregunta margarita
—No nada, gracias—. Le dice sonriente.
Margarita se va, cerrando la puerta y dejandolos a ellos dos solos.
Joseph camina hacía ella manteniendo un poco la distancia.
—Hola!— dice él un poco sorprendido.
—pensé que no vendrias!
—¿Como has estado?— le pregunta Allison en un hilo de voz y temblando en sus labios.
—En serio!, ¿me estas preguntando como he estado?, casi me muero y durante todo este tiempo no me visitastes!—. Le preguntaba frunciendo el ceño, como si estuviera enojado, pero sus ojos delataban una profunda ternura que ella observó detalladamente y suspiro sonriendo.
—Oye! estas sonriendo? No sonrías yo estoy muy enojado!.
Ella vuelve a sonreir y el sonríe con ella. Como iba a estar enojado, si tenía en frente a la mujer que ama y daba hasta su vida por ella.
Habían roto el hielo que los separaba y como dos personas que se conocían muy bien, empezaron un ameno diálogo.
Joseph le señaló con la mano que se acercarán al mueble, para sentarse. Ambos se sentaron.
—Y bien..., que has pensado de todo esto?—. Pregunta él, quería saber si ella tenia alguna condición o si ya había tomado una decisión.
Se dijo así mismo que no la presionaría y que respetaría sus decisiones. Aunque estaba de por medio la herencia de su padre, ya estaba cansado de tanto luchar por riquezas y dinero. Él lucharia por su felicidad, por lo que realmente, quería en la vida y era a ella.
—Quiero que sepas que yo no sabia nada de este matrimonio!— le confiesa ella. —Nunca desee tus bienes... Ni tu herencia... Siempre fui honesta con Benjamin!.
—Allison eso lo se!
—Si, pero quiero aclararte que nunca fue mi intención... No quise hacerte daño... No quise entrometerme en tu vida... Nunca desee quitarles nada!—, Se le salieron las lagrimas, Joseph solo asiente, quiere abrazarla, pero ella levanta el brazo, lo detiene y sigue diciendo:
—Yo solo queria tener una vida diferente a la que ya tenía escrita desde que nací!. Benjamín, cambió mi vida a la edad de 14 años... El compró mi virginidad... Tambien compró mi libertad—. Lo miraba a los ojos.
Joseph trataba de asimilar lo que estaba escuchando. «mi padre con una niña, ¿pero que estaba haciendo el?, por Dios podía se su hija!»
—No pienses mal de tu padre!, él nunca me vio con otros ojos, fui como una hija para él, nunca me tocó, nunca me besó, nunca dormimos juntos!.
Joseph tragaba saliva.
—Sigo siendo virgen con 24 años! tu has sido el unico que me ha besado!— Le confiesa y él se asombra «¿Quee!! como es posible? Allison es virgen y yo la llamaba zorra y prostituta! Si seré muy estúpido» Pensaba
—¡Soy un idiota!—. Dijo bajando la mirada y llevando sus manos a la cara.
—Tu padre me estaba guardando para ti!—. Le dice ella, —las razones que lo llevaron hacer esto, son desconocidas para mi. Pero en cierto modo, me hace feliz!
Joseph se acerca, une su frente con la de ella.
—Lo siento, Perdoname!. Me he portado como un completo gilipollas!
—Ya estas perdonado Señor prepotente!