Mavis Baker investigadora paranormal.

Capitulo 2.

Capítulo 2.

 

 

 

 

 

Mavis no respiro tranquila hasta que estuvo sentada en el asiento trasero de su camioneta y a varios kilómetros del hospital. A su lado el fantasma la miraba con suma curiosidad.

 

 

— ¿Hacia dónde vamos ahora, jefa? — preguntó con gracia su hermanastro intentando aligerar un poco el ambiente que se había tornado frío y tenso.

 

 

— A casa. Esta semana ya hemos hecho mucho. Darren necesito que te comuniques con el dueño del hospital y que le digas que lo mejor será que hagan un ritual de purificación. Esta vez será mejor que yo no lo haga, las purificaciones no son mi fuerte y en este caso es mejor llamar a una sacerdotisa.

 

 

— Considerarlo hecho. — dijo el mencionado sacando el teléfono de su bolsillo.

 

 

Los brillantes ojos verdes del muerto se abrieron en grande apenas vio el aparato y haciendo uso de su habilidad de fantasma traspaso el asiento con su cabeza y miro con curiosidad como Darren usaba el celular para llamar al dueño del lugar.

 

 

 

— ¿En qué época moriste? — pregunto la rubia con curiosidad.

 

 

 

— No estoy muerto. — contesto sin mirarla.

 

 

Mavis suspiro, por un momento había creído que ese chico fantasma era diferente al resto, pero simplemente era uno más del montón que se negaba a aceptar que ya no vivía.

 

— No estoy muerto. — repitió mirándola fijamente.

 

— De acuerdo. — respondió ella haciéndose la tonta, era mejor darle la razón para evitar que se pudiera agresivo.

 

 

 

— No me crees... — dijo él con frialdad.

 

 

Mavis abrió la boca para responder, pero la pregunta de su hermano la dejo frita en su lugar.

 

 

— ¿Con quién hablas, bruja? ¿Acaso es un fantasma sexy? — preguntó lanzándole una mirada pícara por el retrovisor.

 

La investigadora bufo harta de su hermano y de los ojos verdes que no dejaban de verla con reproche. ¿Acaso era culpa suya que él no aceptará que había muerto? Muchas veces eso pasaba, pero también eran muy pocas las que tena que lidiar con algún muerto porque siempre evitaba todo contacto con ellos más que todo porque siempre usaba otros métodos para comunicarse con ellos haciéndoles creer que no podía verlos.

 

Cansada, se cruzó de brazos y recostó en el respaldar del auto dispuesta a dormir todo el camino. Por los menos ojos verdes no parecía estar fuera de sus facultades, o no tanto como otros. Cerro los ojos y se acomodó.

 

— Señorita Mavis, no estoy muerto. — volvió a insistir el fantasma, pero la chica ya estaba sumida en un profundo sueño. El chico suspiro dándose por vencido.

 

— ¿Crees que haya un fantasma en el auto? — preguntó Darren colgando el teléfono y guardándolo.

 

 

— Posiblemente, Mav no habla sola porque le da la gana. — se limitó a contestar Leo con los ojos fijos en la carretera.

 

 

Darren asintió con preocupación de que una de esas almas los estuviera siguiendo. Su jefa no era de las personas que se tomaban las cosas a la ligera y mucho menos estaba loca, si había comenzado a hablar era porque había una presencia más en el auto que ni él ni su novio podían ver. Solo esperaba que no fuera peligroso porque ya habían tenido suficiente ese mes, pensó recordando la vieja iglesia a la que habían ido unos días atrás. La experiencia había resultado casi traumática y Mavis había terminado más débil de lo que pensaban luego de que una horda de gente sombra la atacara.

 

La gente sombra era una clase de fantasmas diferentes, estos solían ser más agresivos y no dudaban en atacar a los humanos para hacerles daños. ¡Y Mavis había sido atacada por unos veinte de ellos solo para salvarlos a él y a Leo! Se sentía horrible por haber dejado que eso pasara.

 

 

...

 

 

— Creo que ya hemos llegado Señorita. — habló una voz desconocida sacándola de su sueño.

 

 

 

Mavis apartó un mechón de su largo cabello rubio que le caía en la frente y miró como el chico muerto flotaba ante sus ojos. Así que no había sido un sueño, pensó con pesadez.

 

— No me has dicho tu nombre. — musitó abriendo la puerta de la camioneta. Se llevó una mano a la cabeza y respiró con fuerza, si definitivamente le dolía demasiado.

 

 

— Jest.

 

— ¿Disculpa? — preguntó confundida mirando extrañada al fantasma.




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