Ominis Gaunt asiente, aunque un velo de pesar se posa sobre su semblante. "Ah, sí... sí, lo estaba." La pausa que sigue es como una bruma que se cierne sobre el diálogo, una premonición de la tormenta emocional que se avecina.
"Sabes, quiero... qu-quiero..." titubea Ominis, su voz cargada de anhelo. Las palabras se deslizan con cuidado, revelando una verdad incómoda. "Quiero que no seas amiga de Sebastian." La súplica se cierne en el aire, una petición urgente que lleva consigo el peso de emociones no expresadas.
Maxine, sorprendida por la solicitud, busca comprender la razón detrás de esta petición inesperada. "Ominis, ¿te hizo algo Sebastian?" pregunta, su voz resonando con una mezcla de preocupación y confusión.
Ominis, en un silencio momentáneo, rompe la tensión con una negación apresurada. "Ah... No, no... no, por favor, no... no me malinterpretes." La ansiedad se refleja en sus ojos mientras intenta desentrañar las complejidades de sus propios sentimientos.
"No es porque él me hizo algo, ni por nada es que... que..." La pausa es un eco de lo no dicho, un abismo de emociones que amenazan con desbordarse.
Maxine, perceptiva, intenta descifrar el enigma. "Ah... no te cae bien, ¿es eso?" La pregunta flota en el aire, un punto de inflexión en la conversación que podría desentrañar los misterios entrelazados en los corazones de los protagonistas.
Ominis Gaunt, en un intento titubeante por expresar sus sentimientos, despeja malentendidos.
"N-no... no, no, no. No es eso, exactamente..." La pausa que sigue revela la lucha interna de Ominis, quien busca las palabras precisas que no solo transmitan sus pensamientos sino que también resguarden su intención.
"No me... NO me cae bien, pero eso es lo de menos, no es por eso." Ominis avanza con cautela, su voz es un susurro que busca encontrar el delicado equilibrio entre la verdad y la consideración.
De repente, Ominis formula una pregunta que lleva consigo la esencia de su preocupación más profunda: "Maxine... ¿por qué quisieras ser amigo de él, de todos los chicos que hay?"
Maxine Borage, en su reflexión interna, recorre los recuerdos de los días pasados. "Ummm, él me enseñó algunos hechizos hace días, fue amable. No lo vi con ningún comportamiento extraño”, dijo. “Bueno, excepto eso de las maldiciones imperdonables… diablos," piensa Maxine. Su mente se debate entre la gratitud por la amabilidad recibida y las señales de advertencia que titilan en su conciencia.
Ominis, consciente del peligro que percibe, advierte a Maxine con una mezcla de cuidado y urgencia. "Tienes que tener cuidado con quien te juntas, Maxine, especialmente con él... ya sabes... los... los... los..." La pausa es un eco de las palabras no pronunciadas, un intento de transmitir una advertencia sin sumergirse en detalles incómodos.
Ominis, en su lucha por comunicar su preocupación, se da cuenta de la necesidad de ser más directo y honesto. "...especialmente con las... personas como él." La frase es un susurro cargado de seriedad, un intento de proteger a Maxine de las sombras que acechan en el mundo que los rodea.
Maxine Borage, sintiendo una mezcla de confusión y preocupación, agarra las manos de Ominis en un gesto de búsqueda de respuestas.
"Mmm, Maxine le agarra las manos, ¿qué clase de persona es?" se pregunta, tratando de descifrar el enigma que envuelve a Sebastian.
De repente, Ominis Gaunt se ve paralizado, como si las palabras se le hubieran atragantado en la garganta. "E-es... es... un..." titubea, luchando por encontrar las palabras adecuadas. La pausa que sigue es un silencio cargado de significado, donde las palabras se convierten en eludidores de una verdad incómoda.
"Es un... persona... malvada." La confesión de Ominis es directa y franca, pero la ansiedad tiñe sus palabras. La carga emocional se acumula en el aire, el peso de sus revelaciones amenaza con distorsionar la percepción de Maxine.
De repente, Ominis se da cuenta del impacto de sus palabras. La urgencia en su tono revela la gravedad de la situación. "Maxine... por favor, por el bien de los dos..." implora, con la esperanza de que sus palabras penetren el corazón de Maxine y la insten a tomar decisiones informadas.
Pero Maxine, lejos de rechazar la información, busca comprender más. "Es... malvado?" pregunta, su tono es una mezcla de incredulidad y necesidad de corroboración. "Mmmm, está bien, Ominis, pero tienes que decirme lo que sabes primero." Su disposición a escuchar refleja la complejidad de la situación y la intriga que rodea a Sebastian.
Ominis Gaunt, sumido en la gravedad de la revelación que se avecina, pronuncia el nombre de Maxine con un tono cargado de urgencia y seriedad.
"Maxine..." La pausa que sigue es como un aliento contenido, el preludio de una confesión que pesa en el corazón de Ominis. Decide, en un instante de determinación, que no puede retener más secretos.
"Maxine, te lo juro por todo lo que es bueno y sagrado... Sebastian Sallow... tiene un patrón de brujo negro." La declaración resuena en el aire, una verdad que se expande como ondas en el estanque de la conciencia. Ominis se queda en silencio, atento a la reacción de Maxine, sin saber si la magnitud de sus palabras ha alcanzado su comprensión. La oscuridad que rodea a Sebastian se cierne sobre la escena, tejiendo un velo de incertidumbre.
Maxine Borage, al recibir esta revelación, se ve envuelta en la preocupación. "Está bien, Ominis. Ya no seré su amiga si... no sabía”. “Yo... también lo soy, Ominis? Yo sé hechizos imperdonables ahora..." piensa, su mente tejiendo el complicado tapiz de su propio conocimiento. La sombra de la duda y la inquietud se cierne sobre su rostro.
"Bueno, yo..." comienza Ominis, su voz flotando en la pausa como una melodía triste. "No debo decirlo... pero para que no quede como un hipócrita... yo he tocado estos hechizos." La confesión es un susurro cargado de pesar, un atisbo de vulnerabilidad que se entreteje con la oscura trama de secretos que los rodea.