Entre las intimidantes paredes del laberinto, se adentró en lo desconocido.
Escalofríos recorrían su cuerpo, la oscuridad nublaba su vista, y el miedo turbaba su mente, pero ella continuó.
Con tan solo iniciar, la complejidad del laberinto se hizo presente. Una enorme pared cubierta de ramas se alzaba ante ella, y a los lados dos amenazantes pasadizos le incitaban a renunciar a su objetivo. De repente, un espantoso rugido se oyó desde uno de los pasajes. Aguantándose el miedo, Marie se adentró lentamente.
Con el corazón acelerado, dobló la esquina tratando de hacer el menor ruido posible. Lo que encontró fue otro oscuro camino con múltiples rutas a los lados. Sin embargo, muy al fondo logró apreciar a una de las bestias dirigirse a la derecha. Dado que el intento tuvo buenos resultados, decidió agudizar sus oídos y seguir a los penitentes mediante sus gruñidos.
Diez, talvez quince, minutos pasaron hasta que Marie logró estar cerca de uno de ellos. Aprovechó que todavía no fue notada y trepó las enredaderas de una pared cercana. Una vez que logró conseguir una mejor vista, analizó la situación.
De los dos penitentes, uno de ellos estaba tan lejos que apenas podía distinguirlo entre los muros del laberinto. Sin embargo, su compañero, que se encontraba a menos de veinte metros, era el que llevaba a Charles. Marie también notó que la criatura avanzaba más lento de lo habitual, y algunas de sus patas temblaban.
La chica descendió y, a escondidas, observó con detenimiento a la bestia. Rápidamente, Marie se percató que dos de sus patas robóticas se encontraban seriamente dañadas producto de todo el daño que sufrió en el área.
De pronto el suelo comenzó a estremecerse y las férreas murallas, a desplazarse. "El laberinto está cambiando", dedujo ella. Isaac le había contado múltiples historias aterradoras sobre aquel fenómeno, pero vivirlo en carne propia es una experiencia completamente diferente. Salió de su escondite tan pronto como pudo, procurando mantenerse oculta. La situación lucía desfavorable, pero por caprichos del destino, el encuentro de dos enormes muros bloqueó el camino del penitente.
Al verse atrapada, la criatura empleó sus extremidades biónicas para cruzar trepando a través del ramaje. Inmediatamente, Marie trepa por una pared aledaña mientras piensa en su ofensiva.
La chica logró adelantarse sin ser percibida, y ahora se encontraba esperando el momento oportuno para atacar al horripilante engendro.
Fue cuando el penitente estaba por terminar su ascenso, que Marie arremetió hundiendo su lanza justo en la unión de la pata más dañada y el cuerpo. Con fuerza incrustó el arma entre su cuerpo viscoso con el objetivo de arrebatarle la extremidad dañada. Como respuesta, el penitente atacó obligando a Marie a soltar la lanza para protegerse. No obstante, al instante la chica regresa a continuar su ataque.
Mientras el enfrentamiento ocurría, Charles consigue reaccionar.
—¡Marie! —es todo lo que alcanza a expresar ante la impresión.
Soportando el dolor del agarre de la cola del penitente, el muchacho consigue liberar un brazo, que usa para sacar un cuchillo que guardaba en la cintura. Totalmente eufórico apuñaló el lomo de la bestia pegando un grito de coraje.
En su defensa, la criatura sacude su cola para apaciguar al muchacho. Con esto logra que suelte el cuchillo, el cual cayó cerca de Marie. Ella no desaprovechó la oportunidad y lo tomó, pero inmediatamente recibió un golpe que la dejó a unos pasos de una brutal caída.
Rápidamente el penitente arremetió contra la chica, no obstante, a último momento ella consigue agarrarse de una rama y salta al vacío. La criatura apenas consigue frenar una inminente caída sujetándose de las enredaderas en las paredes.
—¡Marie! ¡Empuja al infeliz! —gritó Charles.
Marie, aferrada también a las enredaderas, replica que eso es muy peligroso, pero el muchacho contesta que es la única manera de derrotarlo. Marie todavía no está segura del plan y, durante su cavilación, una extraña jeringa emergió de la cola del penitente y fue ensartada en la espalda del muchacho.
Al ver esto, Marie decide saltar sobre la espalda del monstruo y acuchilla en la intersección de la otra pata herida y el cuerpo. En respuesta, la criatura trata de golpearla con la robótica cola que aprisionaba a su amigo. Sin embargo, ella consigue saltar hacia la lanza incrustada cerca de la otra extremidad dañada. Marie se balancea tanto como puede y consigue extraer la pata de la criatura.
La joven cae. Al mismo tiempo, la otra pata de la criatura cede a su peso y al perder su agarre, la bestia también se precipita al vacío. Marie consigue atrapar unas ramas antes de llegar al suelo, pero el penitente se estrella contra la superficie marcando su derrota.