En un pueblo lleno de mentiras y secretos alguien debe de saber la verdad, tú la sabrás.
Soy una Gil, Josephine Gil.
Y ¿tú?, bueno, te llamaré "lector", suena más dulce que "el sin nombre" o "el que no debe de ser nombrado", no eres una especie de Voldemort o ¿si?
Esperemos que no.
¿Qué iba a decir?, ah si, regresando a lo que interesa, imagina esto:
Entro por la enorme puerta de la mansión de mi familia dos días después de estar desaparecida, llevo un vestido blanco de novia y estoy cubierta de sangre, "te gané" es lo único que digo, mi abuelo me mira con una enorme desaprobación marcada en su rostro antes de empezar a hacer algunas llamadas y mi madre solo aplaude como una loca con una sonrisa llena de orgullo.
¿Listo?
Bueno, eso paso ayer, ahora estoy en el suelo en una sala de interrogación con un oficial castaño sobre mí, otros oficiales tratan de derribar la puerta y gritan sin parar "abre la puerta Owen o estarás muerto" pero este necio oficial esta concentrado presionando mi garganta con fuerza en un acto de desesperación para que diga la verdad o tal vez matarme, dramático, ¿verdad?
Bienvenido a mi vida.
No, me equívoco.
Bienvenido a Wilbord, un pueblo de estúpidos.
Te preguntarás, "¿por qué me estas diciendo todo esto?", bueno, la repuesta es simple. Somos de mundos o dimensiones diferentes, no tengo idea como es posible o por que pero por alguna razón debo de contarte todo lo que paso, es todo, no hay gran misterio o suceso increíble, solo una chica de dieciocho que necesita contarle todo lo que paso a alguien, alguien que le crea y confíe en ella.
Lector, tú lo haces, ¿cierto?
¿Me crees?
Seis meses atrás.
Tener un almuerzo en familia un Domingo debe de ser lo más común, todos lo deben de hacer y se supone que es tranquilizador, ya sabes, le hablas a tu madre sobre tu semana, a tu padre le pides permiso para salir en la noche con tu novio y tus tiernos abuelos te dan dinero solo por que te aman y quieren que te diviertas, es lo que veo siempre en las películas, imagino que es agradable pero esta no es una historia agradable o una película familiar, es mi vida y en mi vida mi familia no es así.
—¿Qué?, maldito viejo. ¿Me vas a matar a mi también?, ¡casi lo olvido!, pregunta equivocada, tal vez puedan oir los del pueblo, lo preguntaré como le dices a todo el mundo, ¿iré a "atender negocios al extranjero"?
—Helena, siéntate.
—¡Hazlo!, ¡dejame ir!, sé que te encantaría que desapareciera como mi marido — llevaban tantos días sin discusiones que ya era extraño, como era de esperarse mi madre y mi abuelo discuten en la mesa, no es nada nuevo ni sorprendente mucho menos hoy que justamente se cumplen un año y ocho meses desde aquella noche.
Desvío la mirada de la manera más discreta que puedo, odio ver la expresión de dolor de mi madre.
Mi abuela me mira y es un evidente lo que esta pensando; "¿cómo es posible que sean familia?", puedo decir que tampoco lo entiendo, a pesar de ser padre e hija se odian a muerte desde hace tantos años.
—Helena, mocosa, si no te gusta te puedes largar, vete pero olvídate de recibir algo, no te daré ningún centavo —amenaza el abuelo con agresividad en cada palabra, al ver que mi mamá no responde muerde el pan de ajo que estaba en su plato mientras la observa fijamente, la esta retando.
—¿Qué harás? —pregunta de nuevo, sabe que la que perderá más es mi madre, si se va perderá todo el dinero y lujos a los que esta acostumbrada, es un decisión difícil.
—Bien, me iré pero Josephine, ¡mi hija!, viene conmigo — advierte Helena, no se si sentir pena por ella o con ella, soy la única hija que procreó, no puedo irme.
—Prefiero cortarme un testículo antes de permitir que te lleves a mi nieta de aquí, ella es el legado de los Gil, es mía.
—Me enferma vivir con el asesino del padre de mi hija —afirma asqueada.
Al escuchar esto de nuevo ese extraño zumbido suena en mi cabeza y la incómoda sensación hace que mi cuerpo se vuelva débil. Por mi falta de fuerza sin querer dejo caer la pequeña taza llena de té caliente provocando que suelte un pequeña queja por el ardor, sí, como creí, aun duele escuchar eso.
—Mira lo que provocas, vete a tu habitación, hablaremos después — ordena el abuelo con un tono bastante severo, Helena me mira preocupada por mi irritada mano pero solo asiento como señal que estoy bien.
—Bien —se levanta de la mesa completamente furiosa alejándose de la escena. Su largo y lacio cabello rojizo se mueve al ritmo de cada paso que da al igual que el vestido blanco.
Sube las escaleras y antes de desaparecer por el enorme pasillo me mira, sus hermosos ojos negros parecen gritar, "hija, debemos de irnos de aquí" le doy una última sonrisa y entonces desaparece a la totalidad, lo siento, no lo haré.
Lo siento lector yo no soy ese tipo de chica, no voy a huir de esto.
—Josephine, ¿te hiciste daño? ¿debería de llamar al médico? — pregunta mi abuelo quien sigue sentado en la misma silla.
Finge estar preocupado pero sé que miente.
—Estoy bien, tomaré una ducha — me levanto de mi asiento con la intención de ir a consolar a mi madre pero la tosca mano que toma mi brazo con fuerza me lo impide.
No mentiré, me estoy cagando del miedo.
—Sabes que yo no hice nada de eso, ¿verdad?, soy tu abuelo, él se quería divorciar hice lo que debía — sí, lo que debía de hacer.
Tal vez estes perdido, ¿debería de explicarlo?.
Bueno, no tengo idea de donde iniciar pero hablaremos solo de mi padre y como mi descarado abuelo hizo que desapareciera.
Mi madre y padre se casaron, todo parecía perfecto, Helena estaba enamorada de Myron como una loca, fue de los pocos matrimonios de mi familia que ocurrió por verdadero amor, tuvo suerte.
A los años tuvieron una HIJA, si aun mejor para el abuelo, una mujer Gil, su primogénito era una mujer, una hermosa niña pelirroja con unos enormes ojos verdes tal como el abuelo y abuela habían querido, todo parece ser perfecto, una joven pareja con una hermosa niña viviendo en casa del abuelo millonario, el sueño de todos.