Capítulo 7.
"Tenemos que hablar" :
No pude dormir más. Me preocupó muchísimo escuchar a Diego así de triste. Pero admito, que lo que no me dejó dormir fue ese "Te quiero".
Sigo sin creer que me lo haya dicho.
Quizá sólo lo dijo porque estaba vulnerable, no porque realmente lo sienta.
Diego me va a volver loca con sus jodidos actos confusos.
Mejor dejo a un lado mis pensamientos, necesito centrarme en lo que es realmente importante.
El cumpleaños de mamá es mañana, así que debo ir a comprar las cosas para la sorpresa que le estamos planeando con mis hermanos.
Con toda la pereza del mundo me levanto de la cama, y me meto a la ducha. Necesito terminar de despertar, porque sino la gente creerá que soy un zombie.
Al salir, seco mi cabello, y salgo para despertar a André. Si yo soy una morsa perezosa, pues, él es mucho peor.
Con cuidado, abro la puerta de su habitación, y me acerco a su cama.
— Hey, enano. — lo muevo levemente— despierta, tenemos que ir de compras.
Lo observo mientras comienza a abrir los ojos lentamente y sonrío con ternura. Las muecas que hace son adorables.
— ¿Y mamá? — balbucea.
— Tuvo que salir con papá a la ciudad, así que debemos darnos prisa si no queremos que note todo lo que compraremos para la sorpresa.
Asiente, y sale de la cama.
— Me voy a vestir. — se dirige a su clóset y comienza a sacar la ropa.
— Primero hay que ducharse y lavarse los dientes, enano. — le ordeno.
Hace una mueca. — Pero...
— Pero nada. — interrumpo — Métete a la ducha, y apresúrate que debemos desayunar antes de salir.
— Bueno. — refunfuña.
A regañadientes se mete a la ducha, y yo aprovecho para hacer el desayuno. Tengo prisa, así que decido preparar unos sándwiches. A los pocos minutos, André aparece por la puerta de la cocina, y comenzamos a desayunar. Al terminar, salimos de casa. Debemos caminar, ya que el auto lo tiene papá. Por fortuna, no vamos muy lejos.
Luego de unos minutos caminando, llegamos al centro del pueblo. Entramos a una tienda dónde venden todo tipo de cosas para celebraciones.
— Mira Angie, por allá hay cosas bonitas. — André señala uno de los pasillos.
— Sí, ven. Veamos qué encontramos. — tomo su mano y nos acercamos.
Comenzamos a escoger algunas cosas, y siento una mirada sobre mí,
disimuladamente giro, y miró hacia dónde está la persona. Siento que mi pulso se acelera. Diego está en la tienda, con su mejor amigo, en la caja, a punto de pagar algo.
Cuándo nuestras miradas se encuentran, esboza una sonrisa, y se acerca hacia nosotros.
— Hola, ángel. — besa mi mejilla.
— Hola, D.
— ¿Qué andan haciendo? — pregunta — Hey, ¿qué tal, enano? — saluda a André.
— Hola, Diego. — mi hermano suelta una risita.
— Pues... vinimos a comprar unas cosas para el cumpleaños de mamá. Le haremos una sorpresa, y todo eso. — explico.
— Hey, que bien.
— Tú ¿qué haces acá?. — pregunto con con cautela. Luce cansado, supongo que no ha dormido nada desde anoche tampoco.
— Nada, vine a acompañar a Jay a comprar unas cosas. — señala a su mejor amigo, que está terminando de pagar. — Y… bueno, también para despejarme un poco.
— Ya. — le doy una sonrisa de boca cerrada. — ¿Cómo sigue tu papá?.
No entiendo porque sigo sacando conversación. Pero la verdad es que quiero saber. Al menos saber algo no me hará sentir tan tonta por haber pasado toda la madrugada despierta.
Su mirada se ilumina, y esboza una sonrisa. — Mucho mejor. Adolorido por los golpes, y todo eso...pero bien.
Verlo así hace una calidez se me extienda por el pecho. Me rompió el corazón escucharlo tan triste en la madrugada, y verlo tan contento ahora por saber que su papá está recuperándose, me hace feliz.
Esbozo una sonrisa. — Que bueno, D. Me contenta muchísimo que tu papá esté bien.
— Sí…Por cierto, gracias otra vez… por todo.
— No agradezcas, sabes que puedes llamarme cuando quieras, para hablar, o... lo que sea. — suelto una risa nerviosa, y mis mejillas arden, estoy siendo tan patética.
Dignidad, niña.
Cállate.
De pronto el ambiente se siente pesado.
Diego sólo me da una sonrisa de boca cerrada. — Lo sé.
El gira un poco su rostro, y yo sigo su mirada. Observo a Jay hacerle una seña, y capto enseguida. Agradezco internamente que ya se tenga que ir, porque ya esto se tornó un tanto…incómodo. — Bueno... ehm… yo seguiré en lo mío. — suelto una risita nerviosa. — Nos vemos, D .
Me acerco, y beso fugazmente si mejilla.
— Nos vemos, ángel. — me da un abrazo corto, y se dirige a la salida.
— ¡Angie tiene novio, Angie tiene novio.! — canturrea André.
—Cállate, André — mascullo fulminándolo con la mirada.
Él suelta una risa burlona.
Buscamos lo que nos hacía falta, y cuándo ya obtuvimos todo, decidimos regresar a casa. Le ofrecí a André ir por helados, pero extrañamente, dijo que no.
Al llegar, guardamos todo muy bien en mi clóset, ya que mamá nunca lo abre. André se encerró en su habitación para jugar videojuegos, y yo me quedo a leer un rato mientras mis papás y Dani llegan.
Por cierto, Dani se queda en casa hasta hoy. Ya solucionó todo con Santi, así que regresará a su casa después del cumpleaños de mamá.
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— Más a la izquierda, pa. — indico.
Él hace lo que le ordeno. — ¿Ahí? — pregunta mirándome de reojo.
—Ahí está perfecto.
— ¡Al fin! — exclama dramáticamente, y baja de la escalera.
Estamos terminando de decorar todo para la sorpresa. Estuvimos casi dos horas esperando a que mamá de casa saliera para poder comenzar. Dani y André son los encargados de distraerla mientras papá me ayuda a decorar. No soy la mejor en eso, pero le echo ganas cuándo quiero.
—Papá, eres un dramático. — digo entre risas.