Capítulo 8.
Mensaje inesperado:
Siento que mi cabeza va a explotar en cualquier momento. Estuve toda la noche llorando, intentando buscar que es lo que está mal conmigo.
No lo entiendo.
¿Tan poca cosa soy?
¿Acaso tengo cara de juguete, o algo parecido?
Seguramente es eso.
Todos los chicos que he conocido han jugado conmigo de maneras distintas.
El primero, sólo me usó para una apuesta. Aunque por ese no sentí nada en concreto, el simple hecho de saber que sólo era una apuesta, me afectó. Oliver, mi ex, estuvo conmigo sólo por lástima, ya que, según él, me veía tan enamorada, que le daba pena terminar la relación. Nunca le gusté, y tardó casi once meses en decírmelo. Me afectó, muchísimo. Pero siempre dije "Bueno, hay muchos pases en el mar. No tengo porqué echarme al vacío por alguien que no merece la pena". A ellos jamás llegué a mostrarles siquiera cuarta parte de lo que en realidad soy. No fui capaz de entregarme por completo. Simplemente no sentí que merecían conocerme a fondo... no sé si me explico.
Y bueno... con Diego fue totalmente diferente. Aquello que comenzó con un simple crush hacia el chico que salía con una de las niñas más populares y hermosas del pueblo, se convirtió en una bola gigante de sentimientos que no puedo manejar. En tan poco tiempo llegó a despertar en mí sensaciones que jamás imaginé sentir, con tan sólo un beso es capáz de desestabilizarme, con sólo mirarme, hace que caiga nuevamente en sus redes. Él saca mi lado más vulnerable. Siempre me aterró exponerme tanto, porque sabía perfectamente que me podía herir.
Y eso fue lo que hizo.
Nunca había experimentado en su totalidad lo que se sentía cuando te rompen el corazón. Y vaya que es una mierda.
No tengo ganas de levantarme de la cama. Sólo quiero quedarme encerrada en mi cuarto, y que nadie me moleste. Pero sé que si sigo acá, mamá comenzará con sus interrogatorios, pensará que estoy enferma, o algo por el estilo. Y no quiero que se dé cuenta.
Salgo de la cama, y entro a mi baño para lavar mi cara y dientes. Al verme en el espejo hago una mueca, mi aspecto es espantoso; tengo los ojos rojos e hinchados por haber llorado tanto, y ni hablar de las terribles ojeras por no haber descansado bien.
Luego de unos minutos, salgo de mi habitación. Busco a mamá en la cocina, pero no está. Al parecer salió y no lo noté.
Saco la leche del refrigerador, y busco la caja de cereal en la alacena. Sirvo un poco en un tazón, y me siento para comenzar a comer.
Al terminar, busco mi celular, y envío un mensaje a Dani.
Angie S: Te necesito.
Su respuesta llega casi de inmediato.
Bff: ¿Vienes o voy?
Angie S: Ven tú, por favor...
Bff: En 15 llego.
Salgo del chat, y voy hasta mi cuarto para volver a meterme a la cama mientras espero.
Anoche no la llamé para contarle, porque la conozco perfectamente, y sabía que si me escuchaba mal, era capaz de venir sin importar lo tarde que era, pero no quería que se arriesgara viniendo a esa hora.
Escucho el timbre sonar, y me levanto rápidamente. Al abrir la puerta, Daniela me mira con preocupación — ¿Qué pasó, An?
— Abrázame. — le pido con voz rota.
Ella me estrecha en sus brazos, y sin más, sollozo.
— Shhh, aquí estoy. — susurra acariciando mi cabello — ven, vamos a tu habitación. — se separa con delicadeza, y yo asiento.
- Ahora sí... cuéntame - dice cerrando la puerta detrás de ella.
Me siento en la cama, y copia mi acción.
Respiro profundamente, y hablo; — Anoche, Diego me llamó, y terminamos todo. — mi voz vuelve a quebrarse. — me siento cómo una estúpida, Dani. — mis ojos se humedecen, y una lágrima resbala por mi mejilla. — Es la primera maldita vez que siento algo tan fuerte, y cómo siempre, todo acabó mal. A él sólo le importa su novia, y eso lo entiendo, — hago una pausa, para tragar el nudo que se ha formado en mi garganta. — Pero lo que no entiendo, y creo que nunca entenderé, es porqué mierda se acercó a mí. — un sollozo escapa de mis labios — cómo fue capaz de ilusionarme de esa forma, y después mandarme a la mierda, cómo si mis sentimientos no valieran nada.
Dani toma mi mentón. — Mírame, Angie. — obedezco, y ella me mira fijamente. — No eres ninguna estúpida ¿ok? —habla con dureza — aquí el único imbécil es él, por jugar así con una niña que simplemente le queda grande. — limpia el resto de mis lágrimas. — Eres una niña extraordinaria, y cualquier chico moriría por tener en su vida. Mereces algo mucho mejor que un idiota cómo ese, ¿entendido?
Un suspiro entrecortado sale de mis labios. — Es que... es tan jodido todo ésto. — mi ojos vuelve a llenarse de lágrimas. — y lo peor es que sigo queriéndolo.
— Por supuesto que lo quieres. — dice con voz suave. — Angie, eso no se te va a pasar en un día, y menos cuándo sientes tanto. — sollozo, ella hace que me recueste en su regazo y acaricia mi cabello. — Ya verás que pronto todo ese amor que sientes por él, poco a poco se irá apagando. Y en el proceso llegará alguien que realmente te valore, y vea lo hermosa que eres. — su voz se rompe. — Y yo estoy aquí ¿ok? para no dejar que caigas, y hacerte más llevadero el dolor. Así cómo tú lo has hecho conmigo.
Me levanto, y la abrazo. — Te amo. — digo entre sollozos — gracias por tanto.
— También te amo, An.
Deshago el abrazo, y vuelvo a recostarme en su regazo.
Nos mantenemos así por un rato, hasta que Dani me dice que tiene que irse a trabajar, no sin antes hacer que le prometa que estaría bien.
Tomo una ducha, y luego me dispongo a hacer unos trabajos que me dejaron para la universidad. Eso me ayuda a distraerme.
Mamá llega con André un par de horas después, compró lasagna para el almuerzo, así que como un buen trozo, ya que casi no desayuné, y moría hambre. El resto del día lo paso jugando videojuegos con mi hermano, y luego se cenar, me encerro en mi habitación para leer un rato antes de dormirme.