Capítulo 14.
Confusión:
¤Diego¤
—Diego, tienes visitas. — Anuncia mamá mientras asoma su cabeza por la puerta de mi habitación, y mi ceño se frunce. No esperaba a nadie. Al parecer ella nota mi expresión; — es Danna. — dice antes de salir. Suelto un suspiro pesado, dejo mi laptop a un lado, y salgo de la cama. Bajo las escaleras lentamente, tratando de alargar el tiempo. Me arrepiento de haberle prometido que hablaría con ella. ¿Pero qué iba a hacer?, fue la única excusa que pude usar para que se fuera de mi casa anoche. Bajo el último escalón, y sus ojos grises entran en mi campo de visión. Tiene una gran sonrisa en sus labios... esa sonrisa que hace que mi corazón explote.
Sólo que ahora es distinto.
Quiero con todas mis fuerzas olvidarla. Quiero poder vivir un amor bonito, sin complicaciones, sin todo el ambiente tóxico en el que se convirtió nuestra relación.
—Hola, baby. — dice mientras se acerca a pasos tímidos.
"Baby"
Es la palabra que usa cuándo quiere conseguir algo a toda costa. Sé de sobra que si vino hasta aquí, es porque ya vió que estoy intentándolo con alguien. Y ésta vez no voy a caer en su juego. Sólo quiere manipularme, cómo lo ha hecho desde hace más de un año.
—¿Qué quieres, Danna? — pregunto seco. Ella rodea mi cuello con sus brazos, y yo aparto la cara cuándo intenta rozar nuestros labios.
—Me prometiste que hoy hablaríamos — me recuerda.
Con delicadeza, retiro su agarre. —Danna, no hay nada que hablar.
Ella suelta un suspiro —Baby, nos debemos una charla, y lo sabes.
Ruedo los ojos soltando una risa irónica. —Esa charla debió ocurrir hace semanas, Danna. Y siendo sincero, ya no me interesa que la tengamos.
—Diego, no me hagas esto. — me mira suplicante. Pero no pienso ceder.
—No me hagas esto tú a mí, Danna. — suelto frustrado. — conozco perfectamente la razón por la que viniste. Y no pienso permitirte que estropees lo poco que he avanzado con Angie.
Ella rueda los ojos. —Sabes muy bien que no sientes nada por esa. — su forma de referirse a ella me cabrea.
—Esa, — digo haciendo las comillas con mis dedos — tiene su nombre. Se llama Angie. Y no permitiré que te expreses tan mal de ella en mi presencia. No te ha hecho nada, Danna.
—Diego, — suspira con pesadez. Y yo clavo mi mirada en la suya, interrogante. — no podemos echar por la borda casi tres años de relación. Si vine anoche, fue porque quería que arreglar las cosas.
Retrocedo cuándo noto su intención de acercarse. —Si viniste anoche, fue porque sabías perfectamente que ella vendría. Querías hacerla pasar un mal rato. ¿Pero, sabes algo? — ella arquea una ceja, esperando una respuesta. — no lo lograste, Danna.
Ella suelta una risa irónica. —Ahora me dirás que la niñita te quiere más que yo. — dice burlona.
Si tan sólo supiera...
—Aunque te burles, sí. — afirmo. — ella me ha demostrado en muy poco tiempo, cuán importante soy en su vida. Mucho más de lo que tú lo has hecho en casi tres años. — lamo mi labio inferior, y sonrío al recordar aquellos ojos café. — realmente quiero intentarlo con ella, Danna. Así que te pido que no seas egoísta, y me dejes avanzar.
Ella abre levemente su boca, supongo que está asimilando lo que acabo de decirle.
—Bien. — suelta con amargura. — Si lo que quieres es que todo termine aquí, Diego, así será. — hace una pausa, y me mira fijo. — luego no vengas a buscarme, cómo siempre lo haces, porque no volveré. — sostiene la mirada por unos segundos más cómo esperando a que me arrepienta. Y al notar que eso no va a pasar, se da vuelta. Sale dando un portazo, y yo resoplo, frotando mi rostro con frustración.
—¿Ya se fue? —doy un respingo cuándo veo que mamá está parada frente a mí, mirándome expectante. Asiento, y ella señala con la cabeza el sofá frente a nosotros. Lo rodeamos, y luego de tomar asiento, suspira. —¿Quieres hablarlo?. —pregunta con suavidad.
—Estoy harto, mamá. — digo en un suspiro. — anoche vino para joder todo. Hizo pasar un mal rato a Angie por simple gusto. Y ahora quiso venir a arreglar las cosas. — bufo.
—Hijo, lo que ella quiere es confundirte. Hacer que vuelvas cómo lo hacías siempre. — lleva su mano a mi rodilla para darle un ligero apretón. — no permitas que te manipule.
—A tí no voy a mentirte, mamá. — digo mirándola a los ojos, y suspiro con pesadez. — Quiero muchísimo a Danna. A pesar de que se haya convertido en la persona manipuladora, superficial y egoísta que es ahora. No puedo simplemente echar por la borda un sentimiento que estuvo creciendo durante casi tres años. Si ella hubiese venido a querer arreglar las cosas antes, posiblemente la perdonaba.
—¿Pero? — cuestiona arqueando una ceja. Y por supuesto que hay un pero... uno con nombre y apellido.
—Angie me confunde. — confieso. — yo nunca pensé en alguien más estando con Danna. Jamás pasó por mi cabeza el ser infiel. Pero desde que la conocí a ella, mi mundo se puso de cabeza. De pronto me encontré sonriendo cada ves que un mensaje suyo llegaba, queriendo verla, besarla. — esbozo una sonrisa sin poder evitarlo. — Me vuelve loco, mamá.
Ella me sonríe con ternura. —Estás confundido, hijo... ¿Te puedo dar un consejo? —asiento rápidamente, porque joder, lo necesito cómo nunca antes. — Tienes que aclarar bien lo que sientes por cada una. A mí Danna nunca me ha dado buena espina, y lo sabes, — y sí, mamá nunca ha soportado a Danna. — pero Angie me parece una extraordinaria chica, y no merece que estés con ella si no estás seguro de lo que realmente estás sintiendo.
Mamá tiene razón, debo aclarar lo que siento por ambas.
Cuándo conocí a Danna, hace poco más de tres años, fue un flechazo inmediato. Me volvió loco desde el primer instante. Sus ojos grises, y su sonrisa radiante me cautivaron. Nos hicimos amigos, pues para ese entonces ella tenía novio, coda que, en el fondo, me decepcionó un poco. No obstante, su relación acabó unos meses después, y yo no dudé en aprovechar la oportunidad. Ya éramos muy unidos, así que una noche mientras veíamos una película en mi habitación, me atreví a declararme. Cuando supe que los sentimientos eran recíprocos, me sentí el más afortunado del planeta. Al principio nuestra relación era perfecta, se podría decir que hasta envidiable. Cada día me enamoraba más de ella, y se fue convirtiendo en mi todo. Era la persona más dulce, amorosa, sencilla, y carismática, dónde quiera que iba, era el centro de atención gracias a su personalidad tan chispeante. Pero, de pronto, mientras más avanzaba la relación, la Danna que conocí fue desapareciendo. Y ahí comenzaron los problemas... se convirtió en una persona hostil, manipuladora, superficial, y algo irritante... tanto, que en ciertos momentos no llegaba a soportarla. Sin embargo, la amaba... y aunque discutíamos constantemente, hasta llegar a romper la relación, terminábamos buscándolos, ella volvía a ser la de antes, y yo le perdonaba todo. Es cómo un círculo vicioso del que no podía salir.