Me elijo a mí

15 | Falsa alarma.

Capítulo 15.

Falsa alarma:

 

 

 

 

 

Diego.

 

Desahogarme con mamá me sirvió mucho. Necesitaba soltar todo lo que tenía atorado, porque sino terminaría volviéndome completamente loco con ésta situación.

Por mucho que quiera a Danna, ya no puedo seguir con lo nuestro. Todo se tornó tan tóxico y asfixiante entre nosotros. Ella ya no es la chica de la que me enamoré. Y aún duele reconocerlo. Es difícil dejar ir, cuándo hay tanto amor. Pero seguir aguantando desplantes, peleas sin sentido, y manipulaciones, simplemente no lo quiero.

Y con Angie... todo es tan distinto.

Ella me ha demostrado tanto en tan poco. Me hace sentir especial... querido. Y sé que puedo enamorarme de ella fácilmente.

— Manuel, se ve que le gustas mucho. No entiendo porqué estás tan nervioso. - digo rodando los ojos mientras entramos a mi habitación.

— Dijo el chico que casi llora de nervios cuándo se le declaró a la chica que le gustaba. — sisea mi mejor amigo, y yo lo fulmino con la mirada.

Manuel es mi amigo desde que tengo memoria. Nos conocimos en el kínder, cuándo lo defendí de un niño que estaba por golpearlo. Desde entonces, nos volvimos inseparables. Es un poco más alto y musculoso que yo, con facciones definidas, mandíbula perfilada, ojos color chocolate, y una personalidad bastante peculiar.

Llegó a casa hace unos minutos, ya que está jodidamente nervioso porque la chica que le gusta, que por cierto, es prima de Angie, le dirá ésta noche, si acepta o no, ser su novia.

— Eso fue un golpe bajo. — digo sentándome en la silla giratoria de mi escritorio.

Él suelta una carcajada.

— Sólo digo. — encoge sus hombros, y se lanza en la cama, colocando los brazos detrás de su cabeza.

— Entonces... ¿me vas a decir porqué estás tan nervioso? — evado por completo el comentario sobre el día que me le declaré a Danna.

— Por todo, bro. — dice soltando un suspiro. — nunca me había sentido así por alguien, ¿sabes?. Ella... es tan perfecta que tengo miedo a decepcionarla. Yo... quiero hacer las cosas bien, quiero que se sienta especial.

No puedo evitar sonreír ante lo que dijo. Manuel la pasó muy mal con su última relación. Y verlo tan ilusionado me hace muy feliz. Él merece lo mejor.

— Cómo te dije, bro. Le gustas mucho. Créeme, no la decepcionarás. — le aseguro.

Él suspira con pesadez.

— Ignoremos mis nervios. — dice, y se sienta, mirándome fijamente. — cuéntame tú, ¿qué tal las cosas con Angie?.

Esbozo una sonrisa. — Todo marcha bien. Anoche hablamos y pues... la aparición de Danna no afectó nada.

— Debes dejarle las cosas claras a Danna, Diego. No le viste la cara a Angie cuándo la vio aparecer en tu fiesta. Estaba a dos segundos de echarse a llorar.

Suspiro con pesadez. — Hablando de eso... ehm, Danna vino hace un rato.

Manuel enarca una ceja. — ¿Y?

— Le dejé claro que no quiero que estropee lo que Angie y yo hemos avanzado. Y que quiero de verdad intentarlo con ella.

— Hiciste bien.

— Mamá dice que estoy confundido... y qué Angie no merece que intente algo con ella, si aún siento cosas por Danna.

— Y tiene razón, bro. Mira... Angie es una buena chica, y créeme que lo menos que merece es ser la segunda opción de alguien, o que la utilices para olvidar a Danna.

Manuel tiene razón.

Aunque yo no la veo cómo una segunda opción, ni mucho menos. Angie es la razón por la que terminé con Danna, ella me abrió los ojos y me hizo entender que lo de Danna no es amor. Amor es lo que ella me ha demostrado... al estar para mí, incluso cuándo he sido un imbécil con ella, al apoyarme y motivarme a cumplir mis sueños. Por eso y más, estoy dispuesto a intentarlo con ella.

— Ella no es una segunda opción para mí, Manuel.

Él asiente — Te creo. — dice sincero. — Sólo te pido una cosa, bro... no le hagas más daño. Mira que chicas cómo ella, no se encuentran tan fácil. Y si la pierdes, será tu culpa, por no aclararte primero.

— Lo sé. — digo en un suspiro.

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Angie.

Nunca había sentido tantos nervios y ansiedad en mi vida. Ver a Dani tan asustada por lo del posible embarazo me tiene hecha un lío, y siento mucha frustración por no saber que se hace en éstos casos.

— ¿Listo? — pregunto con suavidad mientras pego mi oído a la puerta del baño.

Escucho el sonido de la cadena del inodoro. Y unos segundos después, Dani sale.

— Hay que esperar cinco minutos. — dice en un suspiro.

— Okey, a esperar entonces.

Ella se acerca a mi cama, se sienta en la orilla, y muerde su labio inferior con nerviosismo. Yo, comienzo a caminar en círculos, como león enjaulado.

— Angie, para. Me mareas. — masculla Daniela.

— ¡Estoy nerviosa, ¿ok?!

— ¿Y tú crees que yo no? — pregunta irritada.

Me siento cómo una completa tonta. Se supone que yo debería calmarla, y lo único que hago, es ponerla más nerviosa aún con mi actitud.

— Perdón. — musito sentándome a su lado.

Ella suspira con pesadez. — No te preocupes, An.

— Es qué... se supone que debería estar serena para poder servirte de apoyo. Pero es todo lo contrario, empeoro tus nervios. — digo con voz rota.

Bien, ahora vas a llorar. Genial, Angie.

— Estás conmigo, An. Me estás acompañando en todo ésto. Y eso es lo que más me importa, ¿ok? — dice con suavidad. — y no digas que no me estás sirviendo de apoyo. Porque no es así.

La miro, y mis ojos comienzan a arder gracias a las lágrimas que están a dos segundos de salir.

— Te amo. — un sollozo escapa de mi boca, y la abrazo. — Estoy segura de que es una falsa alarma todo ésto. Y bueno... si el resultado es otro, ese bebé tendrá a una tía que lo consentirá a más no poder.

Ambas reímos entre llanto. Y nos sobresaltamos cuándo la alarma suena, avisando que ya podemos ver el resultado. Nos miramos, y Dani me extiende el pequeño test de embarazo que habíamos comprobado en la farmacia.




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