Me elijo a mí

19 | Decepción.

Capítulo 19.

Decepción:

 

Papá no puede estar haciéndole ésto a mamá. 

No puede.

Siento cómo si una bala atravesara mi corazón, y por más que lo intento, no puedo dejar de mirar aunque soy consciente de que me estoy torturando al hacerlo. Mi visión se nubla gracias a las lágrimas que amenazan en salir de mis ojos. Papá se separa de la mujer rubia, y cuándo creo que no puede dolerme más lo que mis ojos observan, él baja para dejar un beso en el vientre de esa mujer, justo ahora noto que esta abultado. 

No, no, no. 

Llevo una mano a mi pecho, y retrocedo con lentitud, sin poder dejar de mirar. Cuándo papá levanta su vista a la puerta, confundido porque nota que está abierta, es que se da cuenta de mi presencia. Su expresión cambia a una completamente aterrada. 

— Angie. — No lo escucho. La escena me tiene aturdida. Pero puedo leer sus labios. 

Cuándo noto su intención en acercarse, encuentro un poco de fuerza en mis piernas y corro lo más rápido que puedo hacia las escaleras. No sé como, pero logro llegar a la planta baja. El vigilante del edificio dice algo, pero no lo escucho, y salgo de ahí. Un sollozo escapa de mis labios. La imagen de mi padre besando a esa mujer vuelve a mi cabeza, siento ganas de vomitar. Mi pecho duele, y aunque intento respirar, simplemente no puedo. Con dificultad, me acerco a una de las jardineras que se encuentran a unos pocos metros de mí. La falta de aire me está haciendo entrar en desesperación, es cómo si perdiera por completo el control de mi cuerpo. Me siento a la orilla de la jardinera, y llevo mis manos a mi pecho. Intento respirar conscientemente, inhalando profundamente, retengo el aire en mis pulmones durante unos segundos, y lo intento otra vez. 

— ¿Angie, estás bien? — La voz de Evan teñida por la preocupación se escucha lejana, pero sus zapatos entran en mi campo de visión. Él toma mi rostro para que pueda mirarlo. — ¡Dime algo, por favor!.

Y cuándo fijo mi mirada en la suya, lo único que sale de mí son sollozos. 

— Sácame de aquí, por favor. — Es lo único que puedo articular. 

— ¡Angie! — Escucho la voz de papá. Al girar mi rostro, lo veo acercarse hacia nosotros. 

— Sácame de aquí, por favor. — Repito entre sollozos. Evan nota la desesperación en mi voz, y me ayuda a levantarme. Rápidamente, no subimos a su auto. 

No decimos nada, y antes de arrancar siento su mirada sobre mí, pero lo ignoro. Abrocho el cinturón de seguridad, y apoyo mi cabeza del vidrio de la ventana. Una lágrima resbala por mi mejilla, pero no me molesto en quitarla. No tengo ganas de nada. 

¿Alguna vez algo te ha dolido tanto, que sientes que tu mundo se viene abajo, y que cada vena de tu cuerpo amenaza con explorar del dolor?

¿Alguna vez has sentido tanta decepción, que ya confiar en alguien pierde por completo el sentido?

Pues… es lo que estoy sintiendo justo ahora. 

Mi padre… la persona que más amo en el mundo, me ha roto el corazón cómo jamás pensé que alguien llegaría a hacerlo. Me ha decepcionado tanto, que ahora sé que no puedo confiar en nada… en nadie. 

Me siento una completa idiota, por haber creído que mi familia era perfecta. Que nada dañaría la imagen que tenía de ella.

Mis papás siempre fueron mi modelo de relación perfecta. 

Pero irónicamente, esa imagen se cayó cuándo vi a mi padre besando a una mujer que no es mamá. Al ver a esa mujer entre sus brazos. Y lo peor… es que está embarazada.

Siento dolor, impotencia, decepción… es...tan jodido todo ésto. Pensar en lo mucho que sufre mamá, porque estoy segura de que sospecha algo, sino no la escuchara llorar casi a diario. El imaginar lo mucho que sufrirá mi hermano si mis papás se separan, me rompe aún más. 

Y yo no sé que hacer…

¿Debería hablar con mamá y decirle todo?

¿O hablarlo con Fer?

Aunque si hablo con ella no cambiaría nada… mi hermana está a miles de kilómetros.

¿Debo enfrentar a papá, y obligarlo a decirle la verdad a mamá?

El dolor en mi pecho vuelve, y siento mis manos temblar en mi regazo.

— ¿Te llevo a casa? — pregunta Evan por lo bajo. Lleva unos cuantos minutos manejando sin sentido alguno. 

Sorbo un poco mi nariz, y le doy una mirada rápida — No quiero ir a casa aún. — admito.

No quiero ir, y que mamá me vea así. No tengo valor para enfrentarla, para verla a los ojos y simplemente  no decirle lo que acabo de descubrir. 

— Voy a tomarme el atrevimiento de llevarte a un sitio al que suelo ir cuándo estoy triste, o simplemente, quiero estar solo. — Desvía su mirada del camino, para poder verme. Y yo asiento débilmente. 

— Está bien.

En éste momento, cualquier otro lugar es más seguro para mí, que mi propia casa. 

Unos minutos más tarde, noto que estamos en las afueras de la ciudad. El camino es algo… extraño. Le doy una mirada extrañada a Evan, y él ríe por lo bajo. 

— No te voy a secuestrar si es lo que piensas. — Bromea. — Ya casi llegamos. 

Y efectivamente, un par de minutos después. Llegamos a un mirador completamente desierto. No hay árboles, sólo tierra. Sin embargo, la vista que nos brinda de la ciudad es alucinante… hermosa. 

Si es así de día, no puedo imaginar lo que es éste lugar en la noche, con las luces de la ciudad encendidas. 

— Bienvenida a mi lugar secreto. — Evan me ofrece una sonrisa ladina. 

Bajamos del auto, y yo no puedo quitar mi cara de asombro. — ¿Cómo descubriste éste lugar?

— El día que papá murió, me sentía tan ahogado por aguantarme las ganas llorar ya que no quería que mamá me viera débil, necesitaba ser fuerte por ella.  — La palabra papá hace que mi corazón se estruje. — Luego de enterrarlo, dejé a mamá en casa para que durmiera un poco, ya que no habíamos descansado nada. La sensación de asfixia era tanta, que salí corriendo de ahí, me subí al  auto y comencé a manejar sin sentido alguno. Y pues, no sé cómo exactamente, pero llegué a éste lugar. Y desde entonces es mi refugio. 




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