Me enamoré de Penélope

Capítulo 17

Grace me había pasado una de sus notas la mañana anterior invitándome a una de las fiestas de Donovan nuevamente. Cuando Penélope le dijo a todos que estaba aburrida, algo se apoderó de mí. “Podemos ir a una fiesta.”, dije, “fui una vez, no está mal.”

“¿Una fiesta?” Bufó Brandon. “Prefiero irme a dormir temprano con mi botella de whisky.” Dijo.

“Hace años que alguien no nos invita a alguna fiesta. No creo que la invitación sea para nosotros.” Acotó James.

“Puedo extender la invitación.” Dije. Después de todo, sabía cómo eran las fiestas de Donovan: la gente entraba y salía del condominio de ladrillos a la vista. Casi todas las personas que vivían ahí asistían, era como si todos los fanáticos de las fiestas ruidosas se hubieran puesto de acuerdo para vivir en el mismo oficio y no tener problemas con las autoridades del campus. No descartaba esa posibilidad.

No había nadie controlando la entrada, la puerta del edificio estaba abierta para darle paso a cualquiera que se interesara en pasar la noche y Donovan proveía alcohol como si se tratara de caridad.

“¿Por qué no? Como dijo James, hace años que no vamos a una fiesta.” Vinny levantó los hombros.

“No es nada fuera del otro mundo, sólo música y alcohol.” Expliqué.

“Podemos quedarnos acá para eso… escuchando las sinfonías de James.” Dijo Brandon, siendo sarcástico en su segunda oración.

“Si tenés algún disco que valga la pena, consideraré reproducirlo algún día.” Le respondió James galante.

“Qué aburridos que son. Salgamos, una noche no le hace mal a nadie.” Incitó Vinny.

“Vamos, ¿qué dicen las cartas?.” Dijo Gia y se puso a mezclar su mazo.

“Genial, ahora le dejamos las ridiculeces a la magia de cuarta.” La molestó Brandon.

“Vamos, por lo menos un rato.” Pidió Penélope juntando sus manos contra su pecho y Brandon la contempló por unos largos segundos antes de carraspear la garganta.

“¿Qué dicen las cartas?” Dijo.

“Que tenés que cerrar el culo.” Gia le dio una media sonrisa y dispuso las cartas, una al lado de la otra. “Por otro lado, va a haber una pelea y algo va a cambiar. Quiero ver eso. ¿Podemos ir a ver una pelea?”

Todos miraron a James que se quedó contemplativo. “No voy a ir a ningún lado para que me rechacen en la entrada.”

“Es una fiesta de universidad entre estudiantes, no hay seguridad en la entrada con una lista de invitados.” Le expliqué y aunque mi tono era conciliador, me di cuenta de que sonó algo sarcástico.

“Vayan.” Dictaminó James.

“Por favor. No quiero ir si no vamos todos.” Pidió Penélope y nos quedamos en silencio unos segundos. Fue Brandon quien se levantó de su asiento para buscar detrás de la cómoda engravada en dorado una de sus botellas de alcohol. “¿Vamos?” Preguntó su hermana.

“Sólo un rato.” Dijo Vinny levantándose también con él. “Veamos qué hacen nuestros compañeros.”

Gia saltó en su lugar y después se giró hacia Penélope. “Tenemos que cambiarnos.” Dijo emocionada.

“No, así nomás.” Pidió Brandon, pero ninguna de las chicas le hizo caso.

“Empieza a las once si mal no recuerdo. Tenemos tiempo.” Les dije y las chicas nos arrastraron hasta la casa de Brandon y Penélope, donde nos dejaron esperando en la planta baja mientras ellas, en la habitación de la segunda, buscaban algo que ponerse para después maquillarse y peinarse.

Por primera vez estábamos los cuatro hombres a solas. Los cuatro parados en el living dando vueltas.

“¿Dónde conseguiste el Pollock?” Pregunté, señalando la pintura del movimiento expresionista abstracto, que no encajaba en absoluto con la decoración aristocrática.

“Una subasta.” Respondió Brandon como si fuera lo básico que yo debería saber.

La pintura no era una de sus enormes piezas de metros de largo, sino una que parecía más una de experimentación, un lienzo pequeño con sus característicos goteos. “Siempre me fascinó la manera en que Pollock aborda la pintura. Su técnica de dripping es tan caótica, pero a la vez hay algo profundamente meticuloso en ella.”

“Pollock es un enigma.” Dijo él.

“¿Por qué esta pieza?” Pregunté.

“Es la que pude conseguir. Me hubiera conformado con cualquiera.” Brandon se paró frente a la pintura con las manos en los bolsillos de su pantalón de vestir. “Su trabajo me hace pensar en la teoría del caos.”

“Incluso en lo aparentemente más desordenado, hay un orden.” Acotó James.

“Te gusta que lo que consideramos caótico pueda tener su propia lógica interna, ¿no?” Le preguntó Brandon.

“Algunos dicen que su obra carece de propósito, que es sólo azar. Pero yo creo que su caos es intencional.” Le dijo James.

Beatrice entró a la habitación con cuatro copas colmadas de champán en una bandeja de plata, la cual dejó sobre la mesa principal. “Gracias, Beatrice.” Agradeció Brandon. “Algunos lo ven como un acto de pura espontaneidad y eso me gusta. ‘En medio del caos, también hay oportunidad.’”

“Sun Tzu.” Dijo Vinny levantando su copa y los cuatro brindamos por eso.




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