Gaspar se apresuró a salir para recoger a Hoa y llevarla a comer a un lugar apartado y discreto que tenía una terraza al aire libre que sabía que le resultaría agradable a ella porque siempre estaba en sitios cerrados, si no era su cocina era en el área del restaurante que no resultaba muy descubierto.
Se sentía emocionado y recordó a su hijo, porque al aproximarse al apartamento de Hoa sentía frío y calor simultáneamente, antes de tocar, ella abrió la puerta y le dijo:
–Yo también puedo vigilar Gaspar Davis. –Y le guiñó un ojo.
Gaspar la miró desde la cabeza hasta los pies porque se veía radiante, el vestido amarillo que lucía le quedaba ajustado destacando cada curva de sus senos, su cintura y su cadera, tuvo que respirar profundo para no cerrar la puerta y dedicarse a quitárselo, se apoyó del marco y le dio espacio para que saliera, cuando ella pasó frente a él pudo aspirar su perfume, ese aroma lo tenía grabado desde que le dio la mano por primera vez en su restaurante, toda ella olía así y le encantaba, esperaba pronto tener ese olor impregnando su almohada y sus sabanas, avanzó tras ella acompañado de los escoltas, su teléfono repicó y arrugó el entrecejo mientras atendía, enseguida Hoa lo oyó decir:
–Voy para allá –se giró hacia Hoa con gesto preocupado y le expuso: están llevando a Aitana al hospital con un fuerte dolor abdominal, del colegio sospechan que sea su apéndice, debo ir a verla.
–Yo voy contigo –señaló decidida.
A partir de ese momento Gaspar perdió el color del rostro y apenas habló para comunicarse con su madre quién ya iba de camino al hospital porque Dafne la había llamado. Hoa tomó su mano, él volteó a verla y encontró una sonrisa que le dio alivio, se sintió apoyado y lo agradeció con un leve apretón a la mano de ella. Ese hombre firme, duro, con total control de lo que le rodeaba se volvía nada ante cualquier eventualidad con sus hijos, se sentía impotente al no poder evitarles un dolor, una fiebre o un golpe cuando se ponían rudos en sus juegos del parque.
Apenas el auto se detuvo Gaspar sin esperar el protocolo se bajó del mismo y entró al hospital, el colegio tenía convenio con la parte privada del hospital por lo que fue la primera opción al presentarse la emergencia. En ese momento se olvidó por completo de Hoa y de Octavio, estos dos lo siguieron y lo alcanzaron cuando hablaba con el médico de emergencias, en ese instante también llegaron sus padres, el doctor explicaba que sería necesaria una apendicectomía de urgencia porque la niña tenía una obstrucción por fecalitos, necesitaban su autorización para proceder, la cual por consejo de su madre otorgó de inmediato. La madre de Gaspar pidió autorización para asistir en la operación de su nieta y se la concedieron para mayor tranquilidad de su hijo, se haría por laparoscopia y no tardarían más de una hora, se trasladaron a la sala de espera y tomaron asiento, Gaspar estaba sentado al lado de su padre y Hoa se sentó junto a Dafne y Octavio, a los pocos minutos llegó Lucio con Bastián, Archer y las niñeras de ambos, así como los escoltas, el resto de los familiares de pacientes los miraban extrañados y curiosos. Archer se sentó en las piernas de su padre y acariciándole el cabello le anunció:
–No te peocupes papá cuando yo este gande voy a estudiad pada doctod y le voy a cudad todos los pobemas a mi hedmanita.
–Estoy seguro de que así será hijo, muchas gracias.
Pasados 45 minutos la madre de Gaspar llegó a la sala y les contó a todos que la operación fue un éxito y que en unos 30 minutos más su padre podría pasar a verla, todos miraron a Gaspar que por fin respiró, ya que durante la espera estuvo abrazado a sus hijos varones y apenas elevaba la vista, Hoa estaba conmovida al verlo y deseaba con todas sus fuerzas poder aliviarle su angustia al menos un poquito.
Al fin Gaspar se levantó de la silla y se abrazó a sus padres, lloró aliviado, toda la presión contenida salió a borbotones de su pecho, era la primera vez que tenía a uno de sus hijos en el hospital y fue una experiencia aterradora para él, su madre lo consoló como si fuera un niño pequeño y su padre también acariciaba su espalda con cariño, cuando se calmó Bastián le dio un pañuelo para que limpiara su rostro y tomó su mano para conducirlo nuevamente hasta una silla, era realmente conmovedor ver las atenciones de los niños con su padre, mostrándole toda su empatía y su comprensión de la situación por la que estaba pasando, ellos mismos se veían abatidos y se conducían en total silencio alrededor del hombre que ha sido padre y madre para ellos todo el tiempo.
En un momento él alzó la vista y se encontró con los hermosos ojos de Hoa que lo miraban con ternura, transmitiéndole calma, le hizo una seña para que se acercara y la invitó a que se sentara a su lado, de pronto cayó en cuenta de que su cita para almorzar se había convertido en una tarde en el hospital durante la cual no cruzaron palabra, se acercó a su oído y le susurró:
–Lo siento Hoa, te ofrezco disculpas por hacerte pasar por esto.
–No tengo nada que disculparte, lamento bastante esta situación y deseo con mucha sinceridad que mi amiga Aitana se recupere muy pronto.
Gaspar tomó su mano y se la llevó a sus labios, besando sus nudillos, este gesto fue observado por sus padres, quienes se miraron extrañados, pero no comentaron absolutamente nada ni siquiera entre ellos. El médico salió para autorizar la entrada a su habitación y Gaspar se paró de la silla como si tuviera resorte, caminó con el doctor hasta la habitación donde estaba su pequeña y al entrar la vio acostadita tan indefensa que su corazón se encogió, se aproximó a la cama con cuidado y al estar a su lado le dio un beso en la frente, ella abrió sus ojitos y enseguida sonrió.
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Editado: 22.05.2024