[La luna de miel de la pareja transcurrió con total normalidad, disfrutaban de algunas actividades al aire libre, se amaban apasionadamente en cada oportunidad que tenían y se conocían cada día más contándose muchas cosas uno del otro.
Hoa había desechado de su mente el incidente con Andrea, aunque la vio un par de veces más en las instalaciones del hotel, decidió no comentárselo a Gaspar, consideraba que realmente no valía la pena.
Ambos estaban bronceados y Gaspar se veía espectacularmente atractivo, al punto que en un almuerzo en la playa conocieron al dueño de una revista de modas y diseñador italiano que le ofreció un contrato exclusivo para modelar su ropa interior, el hombre casi llora cuando Gaspar se negó. Hoa bromeaba con él sobre eso a lo que respondió:
–¿Te imaginas el titular?, el famoso frío y siempre serio empresario Gaspar Davis luciendo el último modelo de bóxer de una firma italiana.
–Me imagino la valla publicitaria y a Lucio en el piso retorciéndose de la risa.
–Ay no me acordaba de semejante loco, solo por él, jamás haría algo así.]
***
[En Italia, Lucio y Dafne fueron recibidos por su abuelo quién por motivos de salud no pudo viajar a Estados Unidos para la boda, pero les quería hacer una atención en su hermosa villa italiana, así que les ofreció una comida y les regaló una casa fabulosa con una gran extensión de terreno donde les dijo que sus hijos podrían correr libremente cuando fueran a vacacionar allí.
Lucio le agradeció efusivamente a su abuelo semejante obsequio, pasaron una agradable tarde con él y al iniciar la noche emprendieron viaje a su destino en Verona donde les esperaba una posada preciosa que Lucio había rentado para la ocasión.
Al llegar a la casa, Dafne la recorrió por todos sus rincones, Lucio la observaba y sonreía porque había entendido perfectamente que ella solo estaba alargando el momento de entrar a la habitación donde pasarían su primera noche juntos.
Él era un hombre muy pasional, buen amante por excelencia y se había mantenido célibe durante todo el noviazgo aguardando para esa primera vez que estuviera con su adorada Dafne.
Realmente no le importaba esperar unos minutos más, le daría tiempo, pero que no creyera ella que iba a ser demasiado condescendiente, la amaba y la deseaba como un loco, aunque no actuaría inapropiadamente, ella era su dama y su esposa.
La atrapó en un pasillo y comenzó a besar su cuello, su mentón, sus manos viajaron por su espalda, sus brazos y llegaron a sus piernas, Dafne temblaba como una hoja de los nervios, pero su respiración agitada daba cuenta del efecto que las manos de Lucio estaban provocando en ella.
Un gemido escapó de sus labios y fue toda la señal que él necesitaba para levantarla en brazos y llevarla a la habitación, quería arrancarle la ropa, pero se contuvo y con todo el control que pudo reunir comenzó a desvestirla y a besarle cálidamente cada parte de ella que iba quedando al descubierto: su cuello, hombros, espalda, el nacimiento de sus senos, su abdomen y muslos, regresó a su boca y al liberar sus senos del brasier quedó prendado del par de montañas que erguidas clamaban por su atención.
Las masajeó y saboreó a su antojo dando rienda suelta a lo que había imaginado que les haría cuando las tuviera así, libres para él; ella enredaba sus manos en su cabello, las descendía para recorrer sus hombros y su espalda, estaba fascinada con lo que tocaba. Su piel era suave, firme y su aroma tan varonil, que la hacía cerrar los ojos deseando que no fuera un sueño.
Al sentir sus dedos en su intimidad contuvo la respiración para luego exhalar profundamente, Lucio le quitó la última prenda que impedía que sus cuerpos se fundieran. Él, en un movimiento que Dafne no notó, quedó totalmente desnudo ante ella, que lo observó enamorada y deseosa de ese cuerpo que soñó muchas veces y que al fin tenía para sí.
Él fue especialmente cuidadoso, pero quedó gratamente sorprendido cuando fue ella quien se movió a su encuentro profundizando la unión, ya eran uno y se sintió tan bien que se juró en ese instante que nunca dejaría de amarla.]
***
[A más de mil kilómetros de distancia de su hermana, Dania se sentía atrevida y había preparado un pequeño acto para su bello esposo, por lo que con mucha coquetería, picardía y seducción estaba desvistiéndose ante él, que la miraba arrobado de amor y admiración.
Octavio aún se pellizcaba para cerciorarse de que estaba despierto y ante la mujer que amó desde que la conoció sin atreverse a hablarle, temiendo un rechazo que afortunadamente nunca llegó.
Hoy esa mujer es su esposa, está a punto de convertirse en suya para siempre y la felicidad es tanta que no cabe en su cuerpo, ella lo había ayudado a desvestirse primero dejándolo solamente con el bóxer que ya estaba a punto de reventar por el efecto que los sensuales movimientos de Dania estaban produciendo en su hombría.
Ella miraba su entrepierna y se relamía anticipando la imagen de lo que estaba debajo de la tela. Se preparó a conciencia para esa noche y no iba a temer nada en absoluto, si bien nunca había estado con un hombre, no quería ser una pasiva con él, quería demostrarle cuanto lo deseaba y lo mucho que anhelaba hacer el amor con él.
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Editado: 22.05.2024