EPISODIO 1 - El inicio
WALTER THOMAS
La alarma de mi despertador suena estruendosa mientras de manera quejumbrosa alargo mi mano para desactivarla. Estiro mi cuerpo mientras sigo enredado en las sabanas calientes de mi acolchada cama.
Me levanto a hacer mis necesidades básicas para luego bajar al pequeño gimnasio que instale en casa, es bastante temprano por lo que mi terremoto aún debe estar soñando con los angelitos.
Porque si, una de las cosas más difíciles de ser padre soltero es saber sacar tiempo y espacio de donde no lo hay, para entregárselo con la mejor disposición a esa personita que tanto amas.
Por eso instale este mini gimnasio aquí… y por eso despierto tan temprano.
Cuando Samantha murió tuve que sacar fuerza de donde no las tenía e invertir mi tiempo en alguna actividad que no me orillara a la depresión, porque si, tenía a mi hermosa bebe pequeña… pero aun así el vacío estaba creando un gran hoyo que si no llenaba, iba a arrastrarme o peor aún, arrastrarnos.
Mi Lucille y el gimnasio, mis grandes terapeutas.
Sin pensarlo más me sumerjo en la rutina que me toca hoy, prendo el estéreo y empiezo ejercitarme al ritmo de Dj Tiesto.
Estoy sudando a mares por el esfuerzo de mi entrenamiento cuando escucho su cómica y aguda vocecita llamándome como todo los días de mi maravillosa vida junto a ella.
—Papi, papito, papi benos días con aleglia —grita mientras me lanza besitos al aire y abrazos voladores.
Si, esos abrazos son de nuestra marca personal.
Son esos brazos que me da en las mañanas cuando estoy empapado en sudor y no puedo abrazarla porque la llenaría de sudor.
—Hermosa princesa de padre —respondo mirándole embobado con una gran sonrisa—. Buenos días mi Nuez ¿cómo dormiste?
—Ben papito, osito terro me apompaño en mis sueños. Ela una plincesa y… —hace manos de jaz con sus pequeñas manitos— alivina quien ela mi plincipe, alivina —me incita a contestarte.
—Uhm, a ver… déjame pensar… tal vez ¿yo? —respondo sabiendo la respuesta.
—Si, siii, elas tu papi —espeta mientras enrolla su cabello en un dedito.
Mi Lucille es el bello retrato de su madre, verdaderamente hermosa. Hasta los gestos de su madre saco. Gustos y manera de expresarse. Simplemente maravillosa.
Ver su cara todos los días me ha ayudado a afrontar la realidad por la que tuve que pasar y aceptarla.
Cuando ya el sudor se encuentra fuera de mí, extiendo mi dedo para que ella se prenda de él y así subir a tomar una ducha.
Esta es nuestra rutina mañanera, ella me busca en el gimnasio y me cuenta sus sueños para después yo subir a prepararme para nuestro día.
—Ya sabes nuez, te quedas acá tranquila mientras papi toma su ducha —le ordeno mientras dejo un beso en su frente.
—Lo se papi, vele Peppa Pig —me responde como siempre, siendo una niña muy obediente e increíblemente inteligente.
Mientras tomaba la ducha me he puesto a pensar que debo buscar a una persona que pueda cuidar a Lucille.
Pronto, el nuevo prototipo de negocio que yo mismo diseñe tomara impulsos y no podré estar todo el tiempo con mi niña.
Más tarde hablare de eso con ella, mi niña es muy comprensiva y sé que puede entender.
Salgo de la ducha mientras hecho un vistazo a mi gran cama para verla envuelta en mis almohadas, abrazada a su peluche y con la vista atenta a la televisión.
Nunca me casare de esta vista, es incluso más efectiva para llenarme de energía. Más que el propio café.
Ya vestido, la tomo en brazos para preparar nuestro desayuno mientras ella me bombardea con sus preguntas constantes.
El menú de hoy es huevos revuelos con tocineta, pan y una carita feliz con salsa de tomate a petición de ella.
Si se han preguntado si me he dado a oportunidad con el amor, la respuesta es un sencillo no.
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Editado: 10.10.2021