Melodía de Verano

Capítulo 16

Me levanto por la mañana y Angele me ha mandado un mensaje diciendo que la exposición de Matteo es hoy por la tarde, justo después de la hora en la que toca el misterioso pianista. 

«Perfecto.»

 

Anoche le he dado varias vueltas al asunto, y aunque he logrado descifrar la partitura, necesito un piano, por lo que decido que antes de la exposición, iré al único lugar donde sé que hay un piano disponible. 

Tomo una ducha y me visto de manera sencilla. 

 

Al llegar a la academia, veo a la recepcionista que me atendió en un principio abriendo el establecimiento. 

—Buenos días.

—Buenos días. ¿No eres la chica que se ha inscrito hace algunos días? 

—Sí. 

—Apenas estoy abriendo, pero dime, ¿en qué te puedo ayudar? 

—He visto que hay un piano en el salón. 

—Hace mucho que nadie toca ese viejo y triste piano. 

—Me interesaría practicar. 

—¿De verdad? 

—Sí, si no es ningún inconveniente. Podría hacerlo entre clases.

—Entre clases resulta un poco complicado, debido a que en ocasiones los instructores deciden recorrer o alargar la clase.

—Ya veo…

—Pero puedes venir a esta hora en los días en que abro temprano. 

—¿En serio?

—Claro. Está ahí abandonado. Sería bueno que alguien lo tocara de vez en cuando. 

—Sería estupendo. Muchas gracias. 

—Por supuesto. Tú puedes venir los días que quieras. 

—Se lo agradezco mucho. 

—No hay de qué. 

Salgo de la academia y me dirijo a casa, sin embargo, al caminar frente a la biblioteca, me he topado con…

—¡Elise! ¿Camino a la biblioteca?

—En realidad iba a casa. 

—Oh…

—Tengo un compromiso en un rato, pero debo estar en casa a las…

—Hey, no pasa nada. —me interrumpe con una sonrisa. 

«¿Por qué le estoy dando explicaciones?»

—¿Vas a trabajar en tu misterioso proyecto?

—Ese era el plan.

—¿Era? 

—¿Te apetece ir a almorzar? Es decir, si tienes tiempo. 

—¿Ahora? 

—Sí, ¿por qué no? 

—¿Y tu proyecto? 

—Puede esperar. ¿Vamos? 

—Está bien. 

 

Sentados en el café que se encuentra en el exterior de la biblioteca, siento la mirada de Aiden mientras observo el menú. 

—¿Pasa algo? 

—Sólo… pensaba. 

—No te esfuerces demasiado. —le digo con una sonrisa burlona. 

—Ya, en serio. ¿Sabes qué es curioso?

—¿Qué? 

—Me detestas, pero estás sentada conmigo, dispuesta a tomar un café. 

—No te detesto. Sólo eres…. irritante. 

—Tomaré eso como un cumplido. 

—Deberías. 

Pedimos un par de baguettes y café. 

—¿Cuál es tu historia?  —pregunta mientras acomoda la barbilla en su mano. 

—¿Mi historia? 

—Sí. ¿Qué hace una turista aquí en Malta, tomando clases de baile que evidentemente no necesita, y leyendo libros antiguos en la biblioteca nacional? 

—¿Crees que no necesito las clases? 

—Elise. Tú sabes que no las necesitas.

—Esa es tan sólo tu percepción. 

—Penny se siente amenazada. Penny nunca se siente amenazada. Eso dice mucho.

—Tu novia me da la impresión de que sufre de paranoia y se siente amenazada hasta de su propia sombra. 

—No es mi novia. 

—¿Y ella lo sabe? 

—¿Estás celosa de Penny? —dice y suelta una carcajada

—No estoy celosa de nadie. 

—Ya. Pues no, no es mi novia. Pero no cambies el tema. El punto es que eres buena. ¿Por qué tomar la clase?

—Tengo algunas decisiones importantes que tomar cuando vuelva a Madrid. 

—Déjame adivinar. ¿Si quieres o no, dedicarte a la danza? 

—Algo parecido. 

—Entonces, parece que tenemos más en común de lo que pensé. 



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En el texto hay: musica, romance, amor de verano

Editado: 22.03.2020

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