Melodía Nocturna

IV parte

El reloj marcaba las cinco de la tarde y el agotamiento de mi cuerpo me hizo sentir completamente exhausto, así que me recosté sobre la cama para poder descansar y recuperar energía. Al poco rato me quede dormido. Tan pronto me desperté busque el reloj ubicado sobre la mesita de noche al lado derecho de la cama y observe la hora, ¡justo a tiempo! Encendí la radio ubicada a un lado del reloj, seguro de que hoy, como ya era costumbre, se anunciara otro fatídico accidente ocurrido a una pareja de “novios”.

-¡Vaya, qué extraño! Hoy, al igual que ayer, no hubo reporte alguno de suicidios, sin embargo ayer si ocurrió uno doble, y estoy seguro de que esta noche también sucedió.-Pensé.- Quizá ello sucedió en algún terreno baldío y por tal no hubo ningún testigo o, como sucedió conmigo, si hubieron de estos pero ellos no avisaron o pidieron ayuda por temor… u otra cosa.

Me arregle tal cual la caída de un rayo: lave mi cara, cepille mis dientes y me abrigue con una chaqueta de cuero color marrón para, posteriormente, salir a dar una vuelta por ese parque. Una vez llegue, mi primera parada fue el precipicio y pude notar la aparición de dos nuevos cuerpos, estos últimos aun poseían color en su piel a diferencia de los dos ya existentes, cuya piel era de un color blanco pálido con áreas rosáceas infestadas con unos cuantos insectos que empezaban a colonizar su reciente alimento y futuros posibles huéspedes. Ante esta escena supuse que eran los fallecidos de hoy y percatándome de la desolación del lugar, afirme mi sospecha de que no hubieron testigos, por ello nadie se enteró. De la misma forma que la pasada noche me quede observándolos un buen rato y, sin quererlo, de forma casi automática, mis labios dejaron escapar la frase que tanto custodiaba mi cerebro: “Se lo merecen por infieles”. A pesar de mi fiera creencia en esas palabras, no supe el motivo por el cual lo dije, simplemente las pronuncie y ya. Manteniéndome estático en el lugar, una parte de mí ser anhelaba irse y abandonar todo, volver a empezar de nuevo pero, por otro lado, una segunda parte me obligada a permanecer allí, observando, deseoso de tener conocimiento. Mi estadía en el sitio estuvo alrededor de diez minutos, unos largos y perturbadores minutos. Al final logre alejarme del precipicio de la muerte y empecé a dar vueltas por el parque.

-¿Será qué hoy, en el momento de sus muertes, sonó aquella hermosa melodía? De ser así, ¡me hubiese encantado estar presente!

Regrese a casa y lo primero que hice fue tumbarme sobre el sillón de tela negra que da la bienvenida en la sala, situada a un lado de la ventana ubicada del lado derecho de la puerta la cual está cubierta por una ligera cortina blanca con encaje del mismo color y me quede observando el techo.

-¡Quiero volver a deleitarme con esa hermosa melodía!, pero, ¿cómo? ¿Qué debo hacer para lograrlo?

Corrí la cortina develando el cristal de la ventana y me asome por ella levantando la mirada al cielo. Era una noche sin estrellas pero eso no evito que fuese una noche luminosa, la estrella que más me importaba brillaba con todo su esplendor en lo profundo de la oscuridad. La luna se encontraba en su última fase y a pesar de estar sola lograba deslumbrar brindando luz y esperanza hasta en el lugar más recóndito.

-¡Qué bella eres, mi querida Luna! Desearía mucho poder ser como tú. Sin importar la situación en la que te encuentres siempre perdura tu luz e incluso la compartes con aquellas personas que lo necesitan.

Me dirigí hacia la entrada y, con la puerta entreabierta, me senté en el pequeño escalón de concreto que se situaba justo enfrente de la misma. Hipnotizado por la calidez que transmitía, no hice otra cosa más que observar el firmamento, fijando mi atención en ella. Extendí mi mano derecha y la situé en medio de la brillante esfera mientras me preguntaba todo el sufrimiento que aguardaría en la oscuridad de su alma ¿Qué secretos se esconderían detrás de esa brillante luz?

En ese instante volvió a mi mente la melodía y, de igual forma, me pregunte la gran historia que ocultaría tras ella. Retire mi mano con lentitud y sorprendido pude ver la silueta de una mujer en el área que cubría mi mano. Esa extraña y hermosa mujer era poseedora de una triste mirada que se camuflaba con el blanco de su túnica y el gran instrumento que cargaba entre sus brazos: un arpa. Perdido en su belleza la mire fijamente bloqueando pensamiento alguno. Tras unos pequeños movimientos de manos por su parte, logre salir de aquel trance en el que estaba y, pensando que todo aquello era un sueño, me frote los ojos con rudeza y observe nuevamente. En efecto, esa mujer estaba moviendo sus manos. Tan pronto note la realidad de mis visiones, esa melodía empieza a sonar en mis oídos. Quería escucharla de nuevo, sí, pero eso no evitó que sintiera temor, más aun al saber quién era la artista que se ocultaba tras esa composición, aquellos tristes ojos que no dejaban de observarme. Creí que moriría, por un instante lo pensé. A pesar de ser tan bella, era fatal y asimismo la había relacionado pero, por lo que había vivido el día anterior, ¡creí que solo era tocada a las siete de la noche! Como sea, con sus ojos fijos en mi llegue a sentirme desnudo, como si pudiese ver a través de mí.




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