Segunda melancolía nocturna (inédita)
Manos, manos, necesita el piano.
Sin humanos, manos y manos.
En soledad tocábamos.
Nosotros nos escuchábamos
Y escuchaban los querubines
La canción que sonaba como un "te amo",
Escueta, directa y secreta,
Pero nosotros nunca,
Nunca nos amamos
Porque el amor no es evanescente,
Ni conoce de "amos",
Suele ser más transparente
Que el cristal por el cual contemplamos
El inicio y la caída de una noche de verano.
Y yo sabía que volverías
Como un sueño largamente columpiado.
Flotando entre flautas encantadas,
Las serpientes por una vez no sisearon.
Porque la música fue la noche
Y te volvió un astro,
Porque la noche se volvió canción
Y voló sin dejarme tu rastro.
Yo perdí y tú perdiste.
Perdimos ambos,
De noche esto nació,
Se envolvió entre sueños,
Sufrió sus altibajos,
Con un triste chasquido
Se consumió en el acto,
Y la noche fue insensible al tacto,
De noche murió el piano
Con un frío azul,
Sin manos de humanos.
Y yo aún me duermo
Escuchando cómo tocas el piano,
¿Cómo es posible si tú no estás?
¿Cómo, si no veo tus manos?
¡No, imposible!
¡Ambos morimos una noche de verano!