Milena
La charla se distendía sin novedad, para aburrimiento de la hermana de Rodrigo.
No sabía cuándo, pero de un momento a otro, su mejor amiga había pasado de ser su aliada a una firme admiradora de Noelia, llegando a preguntarse si, en verdad, su acompañante era la misma chica con la que solía compartir carpeta en la academia. Esto le estaba colmando la paciencia, a tal punto de producirle arcadas por enésima vez. Si a esto se sumaba que el efecto de oír hablar a la rubia era semejante al chirrido que producía una uña filuda sobre una pizarra, estaba demás decir que aquella velada no era nada de su agrado.
Transcurridos varios minutos más, en los que los nuevos conceptos de diseño de modas y ‹‹no dejar que un hombre arruinara tus sueños›› se mezclaban con las alabanzas de ‹‹mujer emprendedora y feminista›› que Turri le prodigaba a la rubia, Milena decidió que su nivel de ‹‹tortura›› llegara ahí nomás. De improvisto, agarró su mochila, se levantó de su silla y se retiró sin mediar palabra alguna a sus acompañantes, causándoles estupor...
—Estremadoyro, ¿a dónde vas? —Oyó que la Turri exclamaba.
—¿Y ahora qué? —Detuvo su paso a la vez que se apoyaba en una de las paredes del restaurant—. ¡Por culpa de la oxigenada he desaprovechado la oportunidad de comer con Guido!
—¡Pero tú me dijiste que querías saber qué se traía entre manos con tu hermano! Aparte, llegamos juntas y...
—¿Me vas a decir que extrañas mi compañía? ¡Mejor quédate con tu nueva amiguita! —afirmó antes de voltear la cara y proseguir su camino.
Su amiga no perdió oportunidad y la haló del brazo antes de que su Milena saliera por la puerta.
—¿Acaso estás celosa de Noelia?
Hizo un puchero antes de responder:
—¡Todo el santo almuerzo te la has pasado hable que te hable con ella! Y cuando parecía que, por fin, estabas de mi lado, bastó que dijera que había dejado a su novio, que montaría su boutique y demás mierdas más para que cayeras rendida a sus pies.
—Oye, pero no me puedes negar que eso es admirable. Es cool, ¿no crees?
—¿Cool? ¡¿Qué vas a saber tú lo que es cool?!
—Digo, no todas las mujeres de hoy abandonan a sus parejas por sus sueños, ¿o sí?
—¡Solo sabes la versión que ella te cuenta! —dijo fuera de sí—. Habrá que ver lo que dice su ex. Está acostumbrada a dejar botados a los hombres que engatusa. A mi pobre hermano lo estuvo persiguiendo, para luego enamorarlo, y cuando se cansó de él, lo dejó llorando y todo por irse a estudiar a Europa, la muy perra.
—Asuuu, no sabía que Rodri hubiera llorado por ella —afirmó la Turri con el ceño fruncido e imaginándose la escena.
Siempre que se había topado con Rodrigo, este se había mostrado tan formal y distante en su trato, que más de una vez se había preguntado si el joven tenía sentimientos de verdad. Por poco había estado a punto de catalogarlo como ‹‹hombre de hielo››, de no ser porque su atractivo físico disipaba todas las suspicacias que su forma de ser despertaba en ella.
—Con lo seriecito que siempre se ve... —prosiguió la Turri rascándose la cabeza—. Oye, pero si era para estudiar y ahora por un trabajo, pues está bien que luche por sus sueños, ¿no?
—¡Me importa una mierda lo que haga esa oxigenada! —Milena movió la cabeza y volteó la mirada—. Mientras se mantenga alejada de mi hermano, que si se atreve a buscarlo... si se atreve... para joderle la vida... si se atreve... ¡Juro que...! ¡Juro que...! ¡Juro que la dejo calva y le desfiguro la cara! —dijo levantando el dedo índice, como dando una orden presidencial, y sintiendo que el estómago le ardía por la rabia que empezaba a consumirla.
—Oye, ¡tampoco te expreses así! —habló su amiga asustada. Nunca antes la había visto de esa manera—. Eran enamorados en la secundaria. La gente suele terminar y eso... Para tu hermano debió de ser una relación más, ¿no? —dijo encogiéndose de hombros.
—¡¿Una relación más?! —exclamó Milena indignada a la vez que lanzaba su mochila a un costado, llena de rabia—. ¿Una relación más?
En ese instante, sus ojos se toparon con los de una pareja que estaba discutiendo metros más allá.