Melodías y Ambrosías [saga Poesías 2]

Capítulo 2: ♫ Recordando y descubriendo ♥

Rodrigo

En otros lados de la ciudad hay cafeterías en donde te sirven capuchinos con la crema con formas diversas.

—¿En serio? —le preguntó la chiquilla esbozando una amplia sonrisa.

El joven se le quedó contemplando durante unos segundos. El gesto de curiosidad de Aira sumado a sus brillantes ojos era algo que lo dejaba sin palabras. Volvió a sentir sus mejillas acaloradas y solo cuando la muchacha le volvió a preguntar, se dio cuenta de que tenía que continuar con lo que estaba hablando:

—Ah, sí —dijo desviándole la mirada.

La crema sobre su café estaba terminando por diluirse en aquél, como evitándo observarle por mucho rato más, haciéndole recordar que le costaba mantener por mucho tiempo la mirada en alguien.

El observar directamente a los ojos a las personas lo hacía sentir intimidado, sino fastidiado. Pero, en este caso era distinto. Se moría por contemplarla. De este modo, haciendo un gran esfuerzo por volver a mantener la mirada sobre ella, levantó su rostro y dirigió sus ojos sobre Aira. En esta ocasión ella parecía estar concentrada en tomar su café y no reparar en él. Y esto era lo mejor. Ya antes había hecho un gran esfuerzo por contemplarla directamente. Pero esto había durado breves minutos y había provocado que se avergonzara. Ahora, solo ahora, quería observarla con más relajo.

Quería guardar en su memoria y con preciso detalle la imagen de la jovencita que tenía delante de él. Aquella que había comenzado a querer con locura desde semanas atrás... Aquella que ansiaba proteger de su depresión para poder así apaciguar sus demonios internos... Aquella que quería conocer más para llevar luz a su alma que parecía estar ensombrecida por la oscuridad...

Era mucho más bonita de lo que se había imaginado. Su pequeño cerquillo cayendo sobre sus cejas tenía una perfecta armonía con estas. Sus grandes ojos negros, vivaces y curiosos, iban de la mano con la imagen mental de altanera y risueña que se había hecho de ella. La pequeña comisura en su incipiente sonrisa parecía mostrar que se hallaba feliz y tranquila en su compañía. Pero, ¿en realidad lo estaba?

De pronto, su vista bajó hacia sus manos y muñecas. Estas estaban acompañadas de varias pulseras de tela y de cadenas. Aun así, a través de ellas podía apreciarse unas pequeñas cicatrices, las cuales le trajeron viejos recuerdos que quería olvidar, pero que en su mente estaban más vívidos que nunca...

Recuerdos que danzaban melódicamente a la par con sus temores... Recuerdos que taladraban dolorosos, los cuales había leído semanas atrás en Wattpad y comenzaban a taladrar en sus oídos como un eco ensordecedor:

‹‹Muñeca de mi mano hilarante, 
Que me mira tan pedante.

Me muestra sus entrañas roídas,
Al rememorar todas mis idas y venidas.

Recuerdo todo lo que me atosiga,
Sintiéndome más hundida en esta pocilga.

Observo detenidamente el cuchillo brilloso,
que me encandila con su filo esplendoroso››.

En ese instante, volvieron aquellos recuerdos que lo atosigaban.

Se vio a sí mismo diez años antes, corriendo en medio de un pasadizo interminable. A medida de que avanzaba en él, aquél se estrechaba cada vez más. La respiración en aquel sitio le era insoportable, pero sabía que debía darse prisa a como dé lugar. Lo que acaba de descubrir no le daba tregua alguna. Debía de impedirlo sea como fuera. No obstante...

Al llegar al final de aquel pasadizo, la luz lo encegueció por completo. Pero, sacando fuerzas de sí, se atrevió a enfrentarse a aquella sensibilidad visual que desde siempre lo había fastidiado. Se tapó los ojos con sus pequeños brazos para que se le hiciera mejor caminar. De este modo, poco a poco, avanzó en medio de aquella ceguera.

Tenía miedo de lo que podía encontrar. Tenía miedo de lo que podía observar. Tenía miedo de lo que podía tocar. Sin embargo, estos temores eran menores que aquella desesperación que le carcomía todo su ser.

—Por... por favor, que no sea cierto. Por favor, por favor... —decía entre susurros a medida que seguía avanzando.

Al tocar sus pies aquello que estaba buscando, se paralizó por completo.

‹‹Por favor... Por favor. Dios mío, haz que haya llegado a tiempo››, pensó a la vez que toda su piel se erizaba por el temor de descubrir aquello que con desesperación debía de ver, mientras sendas gotas de sudor bañaban toda su frente y sus cienes como cruel acompañamiento de su dolor.



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En el texto hay: comediaromantica, amor, novelacontemporanea

Editado: 04.03.2019

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