Me encontraba sentado en aquellos escalones insufribles; tomé un segundo aire e inhalé tan profundo que exhalé con un bostezo tan grande que fácilmente podría haberme tragado el mundo.
Me reincorporé y caminé a la puerta, el suelo de madera crujía con cada paso que daba; con una decisión a medias levanté mi brazo para poder abrir la puerta; cuando esta comenzó a abrirse lentamente con un rechinar escalofriante, me quedé congelado unos cuantos segundos con mi mano todavía suspendida en el aire; tragué un poco de saliva y reaccioné, bajé el brazo y me adentré a la sospechosa casa; como si una presa entrara por conciencia propia a las fauces de su depredador.
Caminé por el pasillo y llegué a una sala donde se encontraba un sillón con dos maniquíes abrazados como si estuvieran disfrutando de la televisión,
pero esta sintonizaba un canal con estática. Examiné la escena con todo detalle posible, en una mesita justo en frente del sillón encontré dos copas una con vino a medio tomar y la otra tirada entre la mesa y el sillón con el líquido derramado.
Se comenzaron a mover los maniquíes, di un salto hacia tras, de la impresión. Uno de los maniquíes lentamente se recostaba en el sillón mientras que el otro intentaba que reaccionara y poco a poco se derrumbaba encima de su compañero ya recostado. Continué hacia la siguiente habitación, al entrar a la cocina; no podía creer lo que estaba mirando.
"¿Qué demonios es eso?" - me pregunté.
Con una terrible sensación de incomodidad y un fuerte olor penetrante que me obligó a taparme la nariz. Ví como en el comedor se encontraba un pobre gato muerto con las entrañas esparcidas por todos lados, sangre escurriendo hacia el piso, y en cada plato una parte del cuerpo cercenada del inofensivo gato; al rededor habían 6 muñecos más sentados esperando la hora de la cena. Comenzó la escena con los maniquíes; estos cobraron vida una vez más, por más que yo intente apartar la mirada, no pude, me quedé hipnotizado por aquella escena grotesca. Los maniquíes comenzaron a comer tan extasiados, devorando y despedazando a aquel indefenso animalito, como si de un pollo se tratara. Quise vaciar mi estómago al ver tal enfermiza escena pero no salía nada. Gracias a dios los demoníacos muñecos dejaron de moverse, pude dar media vuelta y me recargué sobre el refrigerador que se encontraba a unos cuantos pasos de la mesa.
"¿Qué es eso?" - me pregunté todavía sin reponerme por completo de lo que acababa de presenciar.
En la puerta del refrigerador se encontraba una nota pegada y en esta tenía lo que parecía ser; un juego del ahorcado.
"_ l _ _ V _ _ s _ _ _ n"
Sentí un insoportable zumbido en mis oídos, lleve una mano a mi cabeza; era como cuando una granada explota en una película dejando sordos a los soldados. Todo esto daba la impresión de que un escultor estubiera creando una obra macabra con todos estos maniquíes.
Continué inspeccionando la cocina, a través de la ventana sobre el fregadero se filtraba aquel atardecer sangriento que daba una atmósfera diabólicamente perfecta; me acerqué para lavarme la cara y al abrir la llave escurrió un líquido espeso y oscuro.
Desorientado caminé un paso a la vez para salir de la cocina; me pegué a la pared usando mi mano izquierda como soporte para no caer, llegué a las escaleras que daban al segundo piso; me sostuve del barandal para poder subir, a mitad de la escalera se rompió uno de los escalones y se me quedo atrapado el pie derecho, sentía como si la escalera mordisqueara mi pie. Con desesperación terminé de romper lo que quedaba del escalón, con mucho cuidado pude sacar mi pie con esfuerzo, proseguí a subir cojeando de mi pie lastimado y así terminar de subir esa escalera vieja y hostil.
Había cinco habitaciones, lo extraño era que ni una sola de las puertas tenía cerradura o perilla, nada para poder abrirlas, con excepción de una sexta que ya se encontraba abierta; esta contenía lo que parecía ser el baño y ya que era la única que me permitía continuar, me adentré en ella. Al entrar no pude encontrar nada fuera de lo común era un baño ordinario, de hecho; me sorprendió lo impecable que estaba, no tenía relación con el resto de la casa.
"¿Una casa deteriorada con un baño impecable?, Esto debe ser una broma de mal gusto" - Me reproché hablando para mí mismo.
Escudriñando cada rincón del perfecto baño abrí un cajón con un espejo como puerta encima de un lavabo, había una pasta de dientes, 6 cepillos para los dientes en un vaso y un frasco de pastillas casi vacío; tomé el frasco y al cerrar el cajón ví reflejado en el espejo la silueta de una persona...