La sangre en tus ojos, esa sangre de un rojo intenso, fluido que no sale de allí, de donde antes habían cascadas de chocolate mostrando la pureza de tu alma con ansias de conocimiento; tú no querías esperar, ansioso por qué llegara el momento y por tu absurda búsqueda obtuviste otro tipo de saber; ahora esa sangre no quiere salir, no la dejas salir, no la dejas fluir, es tu culpa que no puedas ver el colorido panorama solo por esperar a que el fluido se convierta en lo que has anhelado desde hace mucho, ese conocimiento que pocos obtienen, pero que niño terco eres, al parecer nunca aprenderás que la sangre no dejara de ser sangre...
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