Aquel amanecer se desleía en tus ojos,
La noche, el mar de leva, se alejó de los dos,
Hubo ansiedad de ausencia en tu cuerpo insaciable,
Mariposas sin alas tus dos manos fragantes.
Mujer, alba de carne, ciudad de ensoñación.
Sobre el dorso de aire galopaban palabras
Que hundían sus claridades en misterios de amor…
Temblores de tus carnes en lúbricos asaltos,
Era tu cuerpo el mar que surcaba mi nave,
Mujer, alba de carne, ciudad de ensoñación.