Memorias de Xanardul I: La escogidas

3. La animación

Después de las reformas que hicieron las tres brujas legendarias, fueron pocas las brujas del aquelarre Asarlaí que quedaron en Xanardul. Mientras las brujas elementales y mentalistas se agrupaban, las únicas brujas del legendario aquelarre eran las hijas y nietas de Aziza Asarlaí. El poder que ellas tenían era único en nuestro mundo, nunca fueron mayoría y jamás una descendiente logró tener todos los dones con los que fue bendecida Aziza.

Debido a esto, las brujas Asarlaí empezaron a ser adoradas por algunos humanos. Ellas eran la representación del poder de Luz eterna en el mundo, las comunidades humanas cuidaban de ellas, y ellas a su vez prestaban sus servicios en un templo. El poder que más llamaba la atención de las personas era la animación, algo muy similar al poder de creación de Luz eterna. La animación consiste en dar vida a las cosas, y la vida es un don de Luz eterna. Si las brujas del aquelarre Asarlaí lo poseían, entonces eran sagradas.

Memorias de Xanardul, Amphelise de Thacir

De los aquelarres legendarios. Página 505

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Aurea tenía dos cosas claras sobre ella. Que su madre fue una de las pocas sobrevivientes del aquelarre Asarlaí en el continente de Ettacari. Y que ella era, probablemente, la única Asarlaí dentro del continente de Anglia, donde se encontraba Etrica. En realidad estaba segura que era la única bruja Asarlaí viva en ese lado del mundo, lo cual en realidad era bastante aterrador.

Vivió los primeros años de su vida en el País del Norte al lado de su padre, Charsel Cardini. Desde pequeña supo que era diferente y que tenía que cuidarse de no ser descubierta por nadie. En el norte adoraban a las brujas, pero más a las Asarlaí, o las leyendas sobre ellas. Si alguien descubría quien era la encerrarían en un templo para que viva haciendo favores a la gente, y eso no era lo peor. 

Las brujas rebeldes que vivían en el bosque encantado irían por ella. Muchas de ellas eran intento de seguidoras de Annevona, y en represalia a la cacería de brujas rebeldes de la que fueron víctimas, ellas se habían dedicado a cazar a cualquier bruja de su clase que hubiera. Había todo tipo de criaturas interesadas en acabar con la vida de una Asarlaí, por eso tenía que cuidarse.

De su madre sabía que fue una bruja de Ettacari, el continente "de paso", como le decían. Estaba al sur y conectaba al viejo y abandonado continente de Ursova y Anglia. Se sabía que ahí no había asentamientos, solo fugitivos. No podía asegurarlo, pero sabía gracias a su padre que tuvieron que huir de un ataque y que mamá quedó atrás cubriendo el escape. No sobrevivió a eso.

El tiempo pasaba, Aurea seguía creciendo y cada vez era más difícil controlar su poder. Su padre estaba convencido que la única forma de mantenerla a salvo era sacarla del País del Norte y llevarla a Etrica, ahí donde las brujas se educaban y la vida era más moderna, ahí nadie iba a encerrarla en un templo de Luz eterna. Pero era difícil, Aurea no tenía un aquelarre. En el continente todos creían que las Asarlaí se habían extinguido, y la única rama descendiente de ellas eran las Fiurt, las brujas de la pureza y la sanación. Desesperado por salvar a su hija, Charsel Cardini contactó con una bruja Fiurt norteña. Clemence Mayne.

Ella era profesora en la Escuela de Brujas de Etrica "Espada de luz", pero volvía cada cierto tiempo al norte para visitar a su aquelarre y conceder favores de curación. De ella se decían grandes cosas, como su pureza, su calma y sus habilidades curativas. En Etrica la apreciaban bien, varias familias la habían apadrinado pues se decía que no había mal que ella no pudiera curar. Fue en una de esas visitas cuando Charsel la contactó y le contó la verdad sobre Aurea, le rogó que se llevara a su hija, que el pagaría lo que sea necesario para educarla.

Clemence aceptó, entendía que era delicado tener a una bruja como ella sin protección y sin formarse, y también sabía que era peligroso que viva en el norte. Mentiría, diría que era una joven miembro del aquelarre Fiurt en el norte, y con lo incomunicadas que estaban con el resto del continente nadie se tomaría la molestia de verificar si esa información era real.

Aurea vio a su padre por última vez cuando tenía once años, desde entonces solo se carteaban de vez en cuando, ella escribía más seguido pero estaba segura que con los peligros para llevar la correspondencia al País del Norte muchas de sus cartas se perdían. El dinero que enviaba su padre para mantenerla en la escuela apenas cubría las mensualidades, y a veces nunca llegaba. Ella no lo culpaba, sabía que los sueldos en el norte eran menores a los de Etrica, ese país vivía en retraso total. Parecía que un pedazo del viejo continente de Ursova viviera entre ellos, y nadie estaba interesado en darles mejores condiciones a esa gente.

Entonces, ¿qué hacía Aurea para vivir? Tenía que trabajar dentro de la escuela. Se esforzaba con las pócimas, los objetos encantados y las consultas. Recibía un porcentaje de eso, al principio era solo el 30%, pero hace unos años armó toda una rebelión con las alumnas de bajos recursos como ella para que les aumenten la comisión al 40%. Aún así vivía pasando apuros económicos, el dinero de su padre no cubría muchas cosas. Por eso también recurría a ciertos comercios ilegales para sobrevivir, y si la directora se los descubría nada la iba a salvar de la expulsión.




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