Memorias de Xanardul I: La escogidas

7.- No es coincidencia

Sin forma lo conoces,

es un espíritu decidido:

La paciencia y el amor,

es la voz de otros tiempos.

Un gran espíritu o el amante de la luz,

lleno de soledad sin siquiera sentirla.

En la memoria de nuestros corazones

está presente su recuerdo.

Un nombre de otro mundo.

¿Quién conoce el nombre de ese gran espíritu

que se olvida de sí mismo por el bien de todo?

¡Qué difícil es distinguir entre Luz eterna

Y un espíritu que hace tiempo sirve a este mundo!

Nada se compara a su grandeza,

a su voz que susurra en los oídos de los escogidos.

Tú vives lento y suave como una era antigua,

en tu mundo elevado nació la magia primordial.

Tú vives en el momento en que más te necesitan,

rompiendo el silencio con tu voz milagrosa.

Y tu nombre nunca quedará en el olvido.

Dán, el que de otro plano vino....

 

Canto al Dán en la Era de los magos.

Recopilación de poemas del viejo mundo – "Memorias de Xanardul", Amphelise de Thacir

*************

 

El líder Richard miró a la maestra Clemence casi sin parpadear, pero ella no se incomodó y hasta parecía serena. A su lado la muchacha también lucía sorprendida por la solicitud de su maestra, pero ni siquiera se atrevió a abrir la boca para refutar. Las miró a ambas, quería entender qué clase de pedido absurdo fue ese.

—No puedes estar hablando en serio, Clemence.

—Claro que si. Y no te preocupes, Richard. Pagaré la cuota de inscripción.

—Por supuesto —dijo de pronto esa chica, Aurea. Y ahora hasta tenía un tonito irritado—, porque si se te acaba de ocurrir esta locura justo hoy y sin avisarme antes, pues vas a tener que pagar cada centavo. Y darme para una merienda y el taxi, que yo no estoy para perder el tiempo.

—Lo tenía contemplado, Aurea. No te irrites —le dijo muy tranquila la maestra.

—Clemence —dijo Richard—, no puedes pedirme que acepte a una bruja en la academia.

—No te estoy pidiendo que la admitas, solo que la dejen ingresar al curso de defensa personal. Por cierto, en el afiche dice bastante claro "Para público en general", no leí ningún tipo de restricción.

—Las brujas tienen su escuela, no tienen nada que ver aquí.

—¿Acaso crees que yo me atrevería a meter una espía en la academia? ¿De qué me serviría eso? Creí que tenías claro que a las brujas nos importa bastante poco lo que hagan los cazadores mientras cumplan con su parte. No tenemos nada en contra de ustedes, no nos metemos en sus asuntos.

—No es tan sencillo, Clemence. Todo el mundo aquí tiene muy presente el ataque a Albion, aún lo estamos investigando. Sabemos que las brujas son las responsables.

—Y nos estamos haciendo cargo de eso, Richard. No eludimos nuestras responsabilidades, solo que no creemos que sea necesario informarles de cada paso que damos hasta tener resultados concretos.

—Ese no es el punto, Clemence. En este momento la gente no está nada contenta con las brujas, no después de saber que algunas de las suyas hicieron una masacre. Ahora mismo no hay buena acogida para ustedes, es algo así como...

—Brujafobia —interrumpió Aurea. El líder de los cazadores la miró de lado con molestia, esa chica era de lo más inoportuna y no le gustaba quedarse callada—. Ya escuchaste lo que dijo, Clemence. Nadie nos quiere, y no pienso meterme a un lugar donde me van a tratar como si fuera mi culpa lo que pasó en Albion.

—Por eso mismo tenemos que hacerlo —continuó Clemence—. ¿Acaso somos enemigos, Richard? Brujas y cazadores hemos trabajado juntos desde el inicio del pacto, y lo seguiremos haciendo por el bien de todos. Lo que es peligroso para los humanos, también lo es para nosotras. Tenemos niñas en formación, pequeñas brujas indefensas que también correrán peligro. Lo de Albion ha sido terrible lo sé y lo entiendo, no sabes cuánto me duele lo que ha pasado. ¿Pero qué mensaje queremos dar a todos? "La academia restringe el ingreso a una aprendiz de bruja", o "La academia acepta a aprendiz de bruja para entrenar en curso libre". O nos excluyen, o luchamos juntos. La decisión es tuya.— Richard soltó un suspiro. Tenía en mucha consideración a Clemence, por algo había aceptado recibirla ese día en su oficina cuando tenía tantas cosas por resolver. Nadie en Etrica negaba el talento de Clemence y sus extraordinarios poderes curativos, en casos extremos habían recurrido a ella para curar a algunos cazadores desahuciados, y ella jamás les había fallado.




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