Casi terminando la "Calle de la Amargura", ahí donde nadie quisiera llegar, estaba la "Esquina de la miseria". En realidad ni la calle ni la esquina se llamaban así, pero Aurea les había cambiado el nombre hace años y así las llamaba en secreto.
La "Calle de la Amargura" quedaba en un barrio bastante peligroso y pestilente del sur de Etrica, en los suburbios. Y la "Esquina de la miseria" era una casucha de quinta que parecía estarse cayendo a pedazos. La puerta siempre estaba abierta y solo quienes conocían bien aquel lugar secreto se atrevían a entrar.
Llegar ahí después del entrenamiento en la academia ya había sido bastante peligroso. Una cosa era que tuviera inmunidad para ataques de vampiros, otra que no hubiera peligros que pudieran dañarla. Como ladrones, hordas de clase D, o brujas problemáticas. Aún así tenía que arriesgarse, no tenía opción. A Aurea le urgía cobrar su dinero pendiente, estaba corta de dinero y no iba a sobrevivir con los cincuenta soles que le regaló Kazimir.
Al cruzar por la "Calle de la Amargura" Aurea tuvo que aguantarse a un par de degenerados que la siguieron e intentaron tocarle el culo. A uno le dio un buen golpe con el puño directo en la cara, y al otro lo amenazó con hacer magia y dañarlo. Como el tipo parecía entender bastante poco de eso, simplemente se dio la vuelta y huyó dejando a su compañero herido. Después del pequeño incidente, la bruja llegó a la "Esquina de la miseria" y abrió la podrida puerta de madera.
El primer piso era un chiquero que algunos vagos usaban para dormir, incluso encontró a uno tirado por ahí en un colchón sucio. Ella siguió su camino hasta llegar a la escalera. Al fondo del pasillo había una puerta decente, y dentro se encontraba la desgraciada esa. Dio unos toques a la puerta esperando que abra, esperaba que aquello no demorara mucho.
Cuando la puerta se abrió, Aurea vio a Rea sentada en el mostrador donde ofrecía su mercancía. La vieja la miró con una sonrisa macabra, de esas que la asustaron cuando fue adolescente, pero que no la detuvieron cuando tuvo que negociar con ella la comisión por sus ventas. Rea Gungs era la reina de la venta de pócimas ilegales y demás objetos mágicos en el mercado negro de Etrica. Se sabía que fue una bruja mentalista expulsada de la escuela antes de la iniciación, desde entonces se dedicó al comercio ilegal. Había pasado mucho de eso y jamás nadie la había capturado, así que podía decir que la vieja bruja tuvo éxito en la vida.
—¡Aurea querida! Tantos años sin verte —dijo Rea con alegría fingida—. Pasa, muchacha, quiero verte de cerca. Te has puesto más bella, eh.
—Y tú cada vez más podrida —le contestó molesta. Aurea avanzó firme hacia ella, no le tenía miedo. Esa vieja zorra aprovechó que estuvo bastante tiempo con impedimento de salida en la escuela para reducir sus comisiones, y ahora además le había retrasado el pago por su producto estrella. Podían meterse con Paula, con su secreto de Asarlaí, con su dignidad incluso. Pero jamás con su dinero. Así que esa maldita Rea se iba a enterar porque era malo joderla a ella.
—Qué horribles modales los tuyos —le dijo con desdén—. No te dejé entrar para esto.
—Pues ahora te vas a arrepentir de haberme dejado entrar, asquerosa de mierda. ¿Dónde está mi dinero, eh? ¿Qué esperas que no me pagas? —le reclamó molesta, incluso le dio un golpe al mostrador haciendo que todo temblara. Rea sonrió con burla y a ella solo le dieron ganas de golpearla. ¿Quién se había creído que era? Esa miserable era una desgracia ambulante, tanto dinero que sacaba del comercio ilegal, ¿y no podía arreglarse los putos dientes? ¿Bañarse de vez en cuando? ¿Sacarse esos harapos? Maldita avara, si se iba a quedar con su dinero que al menos lo use para pagarse agua caliente y bañarse.
—¿Y crees que me asustas viniendo acá a hacerte la delincuente, querida? —se burló Rea—. Si vamos a hablar de negocios te vas a comportar, Aurea.
—Yo no tengo que comportarme con una vieja zorra como tú. Y acá no hay negocios de que hablar, o me pagas lo que acordamos ahora mismo o te jodes.
—No entiendes nada de negocios, brujita. Los costos de los sobornos han subido, las autoridades me están cobrando más por hacerse de la vista gorda conmigo. Ahora también han aumentado los gastos de envío, es mucho riesgo. Mis costos suben, así que tú ganas un poco menos. Así son las cosas.
—¡Pues subes el maldito precio de mis productos! ¿Acaso crees que no sé lo que valen? Puedes sacar buen dinero de eso, y los licántropos pagan bien por la pócima. ¿No dijiste que mi producto era el mejor del mercado?
—Lo es, pero tú no estás en calidad de exigir nada.
—¡Claro que voy a exigir! Me pagas lo que me debes o te destrozo todo este lugar, y si eso te parece poco me busco a otra vieja zorra que si me pague bien para seguir vendiendo lo mío, ¿qué te parece eso ahora?
—Me parece que no has entendido que la que tiene más que perder aquí eres tú. Tienes un sello mágico en el brazo, ese lo puso una mentalista como yo. Una Briathar. ¿Y sabes qué puedo hacer? Ir corriendo donde la directora y abrirle mi mente para que vea esto. ¿Qué dirá la directora cuando se entere que has elaborado pócimas ilegales en su escuela y que tienes tratos conmigo? ¿Qué te parece eso ahora? —preguntó Rea triunfante. Conforme hablaba, la chica sentía que se ponía pálida. Claro que Rea podía hacer eso, y no solo significaría que la expulsen de la escuela, sino que la envíen a una prisión para brujas—. Así que vas a hacer lo que yo quiera, querida. Preparas tu producto, yo te pago lo suficiente para que puedas comprar los materiales para hacerlo y luego lo traes aquí para yo venderlo al precio que se me dé la gana. Trabajas gratis para mí, así de simple. ¿Alguna parte no te quedó clara?
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Editado: 18.01.2024