Ella se balanceo una y otra vez
Sus cabellos negros recordaban a las noches de desenfreno de Los Ángeles, y hoy, Héctor, vivía en una de ellas. Sus ojos verdes y sensuales se clavavan en la mirada del joven donde su alma sentía lo mismo que su cuerpo. Las gotas de sudor caían religiosamente por su cuerpo casi perfecto, ya que una cicatriz atravesaba su pecho entre sus senos
Cosas que al chico no le importo en absoluto.
En medio de ese énfasis en el Hotel Gray Rose sono un teléfono
-Enserio tiene que sonar ahora? - Héctor esbozo una sonrísa ya que a las dos de la mañana que suene el teléfono de la joven le recordó a una madre preocupada o incluso un novio y eso le pareció algo peligroso y sexy.
-Solo será un momento - su sensual voz encandiló los odios de Héctor, ese acento le sonaba especial, seguramente sería esa clase de chica de la costa oeste que viene de Erasmus.
-Vaya! Y ese tatuaje como no pude verlo antes guau - Un excelente dragón devoraba la espalda de la joven
-como puedes ver mi marca... - Jamás esperaría que ese chico que conoció en el pub de la Recepcion del hotel y subió con el por mera diversión pudiera verlo.
-E tu morenita tengo ojos sabes mm - balbuceo--Gabi te llamabas - sonrio y siguió - Creía que no eras de beber tanto.
El teléfono volvió a sonar
Ella no lo cogió
Derrepente como si todo esto fuera un soporte o una de esas palancas que activan todo, la morena, empezó a vestirse algo nerviosa pero firme y segura de que tendría que marcharse lo más rápido posible
-Escucha e dicho algo malo o esque te hicieron ese tatuaje sin avisarte - esa soberbia solía servirle con casi todas las chicas de veinte o incluso menores con las que el frecuentaba ya que Héctor, su voz parecía mucho más madura que la concorde a su edad, 21.
Volvii a sonar el teléfono
-Por dios!!! Coge eso ya anda - Lo dijo del tono más frustrado y desesperado posible al saber que se quedaría sin más del buen sexo que tenían.
Gabi ya vestida con un precioso vestido ceñido de cuero negro, un cinturón de la famosa marca Gucci y unas increíbles botas de a saber que tipo de piel, se dispuso a salir por la puerta.
El teléfono sonó por tercera y última vez
El teléfono explotó.
Las ventanas de ese ático de treinta plantas también
La puerta se abrió
Héctor grito, se cayó de la cama y su mente y su cuerpo jamás se preparian para lo que acontinuacion pasará.