En mi campo de visión apareció un enorme patio qué tal parece era el estacionamiento, pues había varios carros ahí. Eso explicaba porque era tan ancho el camino desde el arco. Supongo que son de los estudiantes que vienen de Travelers, ya que tengo entendido que los que son del mundo humano suelen traer sus coches para regresar diario, así como nosotros.
Comencé a caminar por el patio sintiendo algunas miradas curiosas de los pocos estudiantes que aún se encuentran aquí, supongo que es por lo tarde que llegue, o tal vez solo sea la curiosidad de que sea nueva. Fuera lo que fuera, me incomodaba demasiado, y eso era algo que solo me decía que aún no había podido dejar atrás esa parte de mi infancia, que me hacia tener la necesidad de ocultarme del mundo.
Agache la mirada algo incomoda. Mientras subía los largos escalones que conducían, ahora si, hasta una de las escuelas de magia más prestigiosas y aclamadas en todo el mundo. Y no era para menos pues contaban con un excelente sistema de educación, y una reputación casi intacta. En cuanto a su apariencia no hizo más que asombrarme, pues era una enorme y hermosa construcción de siete pisos. Que por lo que sabía, era uno para cada grado y la planta inferior. Más que una escuela parecía una iglesia, por las dos torres que daban un toque más elegante a los laterales, y sin contar también que ambas tenían una enorme campana de oro.
Había unas hermosas jardineras en la parte de enfrente, así como unas bancas en las que seguramente podría pasármela leyendo tranquilamente un buen rato.
Logre ver un grupo de jóvenes que demuestran ser nuevos, puesto que se encontraban igual de nerviosos y asustados que yo. Otra cosa que los delataba era que estaban todos demasiado juntos, haciéndolos parecer una parvada de pájaros, que no podían separarse pues temían ser devorados por el depredador. Me acerque a ellos, pues yo también temía ser devorada por el depredador, porque los míos eran más reales, y podrían atacar en cualquier momento.
Depredadores que, por cierto, no he visto. Supongo que ya están adentro, puesto que la campana de entrada estaba a casi nada de sonar.
Después de ya no quedar absolutamente nadie aparte de nuestro grupo de aproximadamente cincuenta alumnos, una chica de piel morena y cabello oscuro se me acercó. No soy nadie para juzgar, pero por lo que veo, es del tipo de persona tímida y reservada, puesto que era de las únicas aparte de mí que no estaba hablando con nadie.
—Hola, soy Hailyn Crown —se presentó, con una pizca de timidez.
Que alguien se acercara a conversar conmigo fue lo último que pensé que me pasaría hoy, no sé, mi cabeza había maquilado toda clase de desgracias para mi primer día. Esto era nuevo.
Le sonreí y proseguí a presentarme.
—Hola, yo soy Kathrina Moonlight D' Ángelo —le conteste con una sonrisa. Mientras le daba mi mano y ella la tomaba algo sorprendida.
— ¿Eres hermana de los Moonlight? —pregunto curiosa.
—Sí, ¿Por qué? —conteste temiendo la respuesta. Seria que mis hermanos ya esparcirían las buenas nuevas de mi llegada.
"Tranquila Kath, no te adelantes a los hechos", me dijo mi conciencia.
—Entonces tu eres su hermana... —contesto por inercia, arrepintiéndose al instante de lo que iba a decir. Confirmándome lo antes pensado—. Perdón a veces soy muy imprudente.
Mire su rostro y no encontré otra expresión más que vergüenza.
—Si no te preocupes. Y entiendo si no quieres seguir hablandome.
— ¡Estas bromeando!, claro que te seguiré hablando. A mí no me importa eso —dijo con toda la sinceridad con la que alguien podría hablar.
Bueno, debo admitir que esto me tomo por sorpresa, no esperaba esa reacción. Pero me tranquiliza poder tener a alguien aparte de Fier con quien ser yo misma. A lo que solo me queda decir:
—Pensé que te alejarías o te burlarías.
Ella se me quedo viendo con confusión, como pensando si hablar o no. Hasta que al fin se decidió.
— ¿Por qué haría eso?
—Es lo que todos hacen, hasta mi propia familia —digo con un ligero tono de melancolía en mi voz.
—Bueno ellos son unos idiotas, yo no —respondió segura de sí misma. Algo en ella me hizo creerle—. Bueno todos, menos Christopher, él es un papucho lindo.
Después de ver su extraña y divertida expresión al hablar de mi hermano. Me hizo saber dos cosas; la primera es que estaba loca por él, y la segunda es, que es más extrovertida de lo que parece. Algo que solo me hace confirmar que no hay que juzgar un libro por su portada, o en este caso a una persona por su apariencia.
—Bueno, gracias. Entonces, ¿tú conoces al papucho lindo de mi hermano? —conteste en tono de burla.
Parece apenas haber procesado lo que dijo y compararla con un tomate sería poco. Por primera vez en mi vida puedo decir que he dejado a alguien, que no sea Fier, sin palabras. Sin duda creo que la vida escolar me traerá nuevas experiencias, aunque sería mucho pedir que todas fueran buenas.
—Promete que no dirás nada.
—Yo que pensaba ir a contárselo a medio mundo —conteste sarcástica, mientras fingía ir corriendo hacia los demás.
—Eso no es nada gracioso sabes —inquirió intentando reclamar en tono de molestia, lo cual sin duda fallo, ya que termino soltando unas pequeñas risas—. Y no lo conozco como tal, solo lo he visto de lejos, puesto que mi hermana es su compañera y mejor amiga, lo que me lleva a verlo seguido en casa.
—Oh entiendo. ¿Entonces fue algo así como amor a primera, así como los que hay en los libros?—pregunte.
—Si fue algo así. Aunque pareciera ser que ni siquiera sabe que existo —contesto denotando tristeza, o tal vez decepción en su voz.
Me dio un poco de pena por ella, por lo poco que se mis hermanos eran muy conocidos en la escuela. Podría llegar a asegurar que tenían a una que otra chica tras de ellos, ya que sin duda no estaban nada mal. De hecho los tres son tan diferentes entre sí, que si los vieran sin conocerlos lo último qué pensarían es que son hermanos. Los ojos de color marrón de mi padre, los heredaron Ralph y Christopher, este último es el que más se parece a él, físicamente claro. Mientras que Allen tenía los ojos azules de mi madre, de hecho él era el que más se parecía a ella, solo físicamente, puesto que en cuanto a personalidad eran muy diferentes. La única que no había heredado el color de los ojos de mis padres, era yo, ya que los míos eran de color cristal como habían dicho los médicos, cuando mis padres fueron preocupados por míos ojos sin color alguno.