12.- SITUACIONES

La búsqueda no fue nada sencilla, había ido ya dos semanas a la biblioteca todos los días sin excepción. La convivencia con el fantasma había mejorado, por así decirlo, pues había logrado que dejara de observarme desde las sombras y al menos se acercara. De hecho, me recomendó algunos libros de acuerdo a lo que le conté que buscaba.

Me sentía más cómoda al estar aquí, pues había logrado que me confesara que se llamaba Liarder, así como la razón por la cual no era intangible. Resulta que un chico hace un tiempo, también venía a esta biblioteca y ambos se hicieron muy amigos, un día le dijo que ya no podría volver, pero como regalo de despedida le hizo un tipo de encantamiento para que pudiera tocar y leer los libros por sí mismo, como una persona viva lo haría. Claro sin perder sus habilidades de fantasma.

La única información que no le había logrado sacar, era la que más me impacientaba. Pues tenía esa insistente duda de porque ese día lucia tan sorprendido y asustado al ver mis ojos.

Cansada ya de leer cerré el libro que sostenía en mis manos. Me estire en la silla en la que estaba sentada y admire la enorme pila de libros que ya había leído, y la que tenía aun por leer. Ambas eran enormes, pero me adentré tanto en ellos que no había sentido el momento en que los iba terminando. Pero gracias a mi intensa lectura, ahora conocía una enorme cantidad de criaturas, encantamientos, rituales, historia y pociones. En fin, de todo, pero no lo que yo buscaba. Aun así había estado anotando algunas cosas relevantes en una libretita para no olvidarlas, solo esperaba no perder la libreta.

Voltee mi mirada hacia ese libro color negro con detalles dorados, que había encontrado aquel día. Había intentado de todo para abrirlo pero no cedía, y algo me decía que en ese libro podrían encontrarse las respuestas a mis dudas. Liarder me había asegurado que no sabía nada sobre él, pero no le creía, no era un muy buen mentiroso.

—Kathrina encontré algo que podría servirte —llego levitando con un libro muy delgadito en sus manos—. Mira.

Era un libro de lo más delgado y viejo, de hecho parecía que en cualquier momento iba a desmoronarse pero aún así lo tome entre mis manos.

—Gracias Liarder. ¿En dónde lo encontraste?

—En una de las estanterías del fondo —soltó en un bufido, recargándose en una de las estanterías.

Aún era extraño verlo prácticamente tocar las cosas como una persona normal, a pesar de ser un fantasma.

— ¿Ya nunca volviste a ver al chico? —le pregunte admirando las pastas del libro, que solo tenía como título ¨respuestas¨, pero no había ningún dato sobre el autor.

—No, ya no. Pero quisiera volver a verlo —respondió con cierta nostalgia.

Asentí con la cabeza y decidí mejor abrir el delgadísimo libro. El cual constaba de tres hojas; la primera de ellas solo tenía el titulo escrito a mano, así que pase esa página con delicadeza pues parecía que podrían deshacerse en cualquier momento. En la segunda había un pequeño texto escrito a mano, la letra era cursiva y apenas se podía distinguir entre el papel ya deteriorado.

Esperando entre las profundidades del bosque de Evermoorny, un sabio antiguo que responde todas las preguntas espera a las almas confundidas que necesiten una luz.

Para encontrarlo debes pasar por el hogar de las piedras delirantes que marcan el punto medio, entre lo divino y la oscuridad. Para después andar por el bosque, entre las vallas de la muerte inadmisible.

Como última advertencia te digo, que también deberías de ser cauteloso.

Pues custodiando el camino se encuentran varios guerreros de tierra y espinas mortales, que podrían llevarte a la perdición.

Leí en voz alta, tratando de leer correctamente todo para que también el escuchara. Pase a la última hoja desesperada, pero estaba en blanco.

A que se refería con ¿un sabio que responde todas las preguntas?, esto era muy confuso.

—Alguna vez oí mitos sobre eso, es un árbol demasiado antiguo. Pero no sé si sea real —se acercó a mí para tomar devuelta el libro.

—Si fuera real —solté instintivamente, aferrándome lo más que podía a esa pisca de esperanza—, podría contestarme todo. Dice ahí que responde a todas las preguntas.

—Si eso dice —me entrego el libro nuevamente—. Pero por lo que me has contado, antes de entrar aquí no sabías nada sobre este mundo. ¿Cómo planeas encontrarlo?

Fije mi mirada nuevamente en ese texto. Tenía razón. Pero de repente una idea loca llego a mi cabeza.

—Tal vez yo no sepa nada de este mundo. Pero conozco a alguien que si —me levante lo más rápido que pude, guardando este libro y el otro color negro en mi mochila—. Me llevare este libro también —iba a protestar pero me apresure a interrumpirlo, pues sabía lo que diría—. No te preocupes lo regresare, o si no me cortaras la cabeza.

—Aprendes rápido niña —se burló con cierto aire de suficiencia, al mismo tiempo que se recargaba nuevamente en la estantería.

—Sí, lo sé —comencé a caminar hacia la salida, una vez que ya tenía colgada mi mochila en mis hombros—. Adiós Liarder. Nos vemos mañana.

—Si. Si. Si, adiós. Espero y si vuelvas —alcance escuchar cómo se despidió en voz baja, antes de que doblara la esquina de una de las estanterías.

Salí de la biblioteca cuidándome para no ser vista. Casi me sentí como en un campo minado, mientras me escabullía hasta la puerta principal de la escuela, pues necesitaba encontrar a Hailyn lo antes posible. Solo esperaba que aún no se hubiera ido.

Una vez afuera me encontré con un sinfín de alumnos, busqué entre ellos a Hailyn pero solo alcance a ver a Allen, Ariday y sus amigos. Ellos no se habían acercado a nosotros desde ese día, la directora se los había prohibido después de un buen regaño.

Unos metros más allá alcance a ver la cabellera color negra de Christopher, que estaba junto a la hermana de Hailyn. Decidí acercarme a ellos para preguntarles si sabían dónde estaba, si no tal vez jamás la encontraría.