abía estado siguiéndola en línea recta, así que sería fácil regresar. Hasta el momento no había tenido la intención de atacarme, solo se había dedicado a caminar, lo que ya era buena señal, por cierto.
Me sentía maravillada viendo los enormes árboles que se levantaban a varios metros sobre el suelo. No era tan sombrío como pensé que sería, entraba la suficiente luz como para ver todo con claridad. Aunque no demasiada, como para evitar que la luz de las pequeñas luciérnagas no se distinguiera.
Un sinfín de arbustos y pequeñas plantas, llenas de flores doradas, azules, lilas y de muchos colores más, rondaban por todos lados. El suelo recubierto por hojas de tonalidades naranjas y cafés le daban al lugar un toque muy mágico, a pesar de todo creo que el otoño siempre sería mi estación favorita.
Iba observando hacia el suelo en esos momentos, pues ya me había tropezado unas cuantas veces con algunas guías que recorrían el suelo, para irse enredando de árbol en árbol. Cuando alce mi mirada note que la silueta encapuchada se había detenido, en medio de un grupo de árboles que formaban un círculo. Todos estos parecían estar ciertamente más viejos que los demás, se notaba en su apariencia y en el grosor de sus troncos.
La silueta encapuchada se dio media vuelta sobre su mismo eje, quedando frente a frente ante mí. Extendió sus manos hacia mi dirección, algo que me hizo darme cuenta que eran las manos de una mujer. Esa mujer extraña esperaba que me acercara. Dude unos segundos. Creía que ir hacia esa desconocida podría ser muy peligroso, incluso más que el hecho de haberla seguido hasta aquí.
Empece a retroceder lentamente, al mismo tiempo que la encapuchada comenzaba a acercarse a mi. Intente pensar en algún plan de defensa en mi cabeza, en caso de que llegara a necesitarlo. Sentí como choque contra uno de los árboles. Ya no podría retroceder más sin tener que darle la espalda, así que levante mis manos, listas para lanzar algún encantamiento por más simple que fuera.
Lo que paso después transcurrió ante mis ojos en cámara rápida, pues una sombra que parecía ser humana, salió disparada a una velocidad impresionante pasando a traer a la mujer encapuchada. Todo fue casi imperceptible para mis ojos, pero hizo que mis sentidos de alerta se activaran y empezara a correr rápidamente sin dirección alguna.
No sé si fue por el miedo que estaba sintiendo en esos momentos, pero tenia la sensación de que alguien me venía siguiendo. Solo me lo confirmo el hecho de escuchar el sonido de algunos arbustos moviéndose detrás de mí. Sin dejar de correr volteé para ver si era cierto, pero no había nada, más bien nadie. Aun así, aunque no vi nada a simple vista, la sensación de que alguien me observaba no desaparecía.
Cuando regrese la mirada hacia enfrente ya era demasiado tarde, pues tropecé con la raíz de uno de los árboles y rodé sobre el suelo hasta que llegar al fondo de un tipo socavón que se había formado en la tierra.
Me intente levantar del suelo lentamente, pues las vueltas que había dado mientras me rodaba me habían mareado. Cuando después de mucho esfuerzo logré sentarme, percibí que me dolían algunas partes de mi cuerpo por los golpees que me di. Me sacudí un poco y miré hacia arriba. ¡Había rodado aproximadamente 6 metros!, lo bueno de todo es que vi algunos lugares que podría usar para escalar hasta arriba. Claro, cuando el dolor pasara un poco.
Traté de arrastrarme lo más que pude a una orilla, donde las raíces de un árbol formaban una cavidad. Me recargue a su lado, pues me daba miedo lo que pudiera haber adentro.
Al terminar de acomodarme sin poder evitar soltar algunos gruñidos de dolor de mi parte, vi como de uno de los árboles que había del otro lado bajaba una enorme oruga que tenía el tamaño de un perro salchicha. Era de múltiples colores, que variaban sus tonalidades. Me pregunte el tamaño de la mariposa en que se convertiría. Esa maravillosa vista paso, cuando una enorme ave bajo en picada y se la llevo entre sus garras.
Eso ocasiono un pánico terrible dentro de mí, debía irme de aquí, no sabia qué clase de criaturas que podrían matarme habitaban en este bosque. Pero no sabia hacia dónde ir para salir. Entre en una laguna mental, de la que fui sacada unos segundos después cuando un grupo de tres ciervos paso corriendo rápidamente al filo del socavón, parecía que iban huyendo de algo, pero no me dio tiempo de hacerme la pregunta de que los estaría persiguiendo pues justo detrás de ellos paso un, un, ¡Un hombre lobo!, era de color café claro, iba corriendo sobre sus cuatro extremidades.
Lo mire asombrada, era tan majestuoso. Ahora entendía la fascinación de la profesora Heather por ellos. Detrás de él pasaron corriendo otros tres, uno de ellos era color café oscuro, y los otros dos tenían un pelaje casi dorado.
Los seguí observando hasta que uno de ellos, por una fracción de segundo voltio hacia donde yo estaba, notando mi presencia. En ese momento sentí que mi alma abandono mi cuerpo, que mis mejillas perdieron el color y por mi cabeza empezaron a formarse miles de escenarios en los cuales yo terminaba muerta.
Pensé que pasaría de mí, pero cuando aulló para llamar a los otros ese pensamiento se esfumo. Los otros tres regresaron algo molestos, pero en cuanto el café oscuro hizo una señal para que voltearan a verme su expresión cambio. No se tal vez querían asesinarme y destrozarme viva, entre todos.
Mi terror aumento, cuando los cuatro se reincorporaron sobre sus patas traseras. El de mayor altura que era el de pelaje café claro media casi dos metros, los otros dos eran de menos tamaño rondaban por el metro ochenta y cinco. Y uno de los de pelaje dorado era el mas chico de ellos, pues media aproximadamente un metro ochenta. Este último empezó a buscar como bajar hacia donde yo estaba, eso hizo que mi instinto de supervivencia me hiciera arrastrarme hasta donde estaba la cavidad de las raíces.