Mentiras Azules

Prólogo

     Ella contempla como los autos pasan frente a ella; cada uno en direcciones diferentes, con destinos diferentes. Cada uno más deprisa que el otro, llevando la vida como si fuera una carrera, y no como una aventura. Observa a las personas y ella no puede evitar pensar ¿Quienes son? ¿Que hacen? ¿Que propósito tienen en la vida? 

     Imagina que tal vez la señora del gorro fucsia y suéter de gamuza blanco pueda llamarse Dorothy, como la del mago de Oz, su película favorita. La niña que juega en el parque, que se mece hacia delante y hacia atrás en el columpio tiene cara de tener un nombre complicado; muy complicado como para siquiera pensarlo. El joven con la bicicleta, que siempre pasa a la misma hora cada día, puede llamarse Robbie o Mike. Pueden ser quien ella quiera que sean; pueden llamarse cada día un nombre diferente, o tener una profesión diferente. 

     Todo depende de Sky, de su ánimo, de sus ideas. Cambia de lugar todas las semanas, pues tiende a aburrirse con facilidad. No lo hace por diversión, lo hace para olvidar, para pensar. Y eso la ayuda. En los momentos en los que se siente ahogada, perdida en el laberinto de sus pensamientos, ella camina y observa, deseando ser alguien más, con un pasado diferente, con las respuestas que necesita. A veces quiere ser doctora, a veces maestra. 

     O simplemente desea estar muerta.

     Es una idea que le ha bailado por la cabeza desde muy joven. Es como una voz interior que le dice que esa es la única manera de dejar de sufrir. Que de esa manera todos sus problemas se irán, se esfumarían en un abrir y cerrar de ojos. Y ella lo ha considerado, pero nunca ha tenido el valor de intentarlo, no por miedo, si no porque sabe que si esta viva es por que una fuerza superior a ella, le dio una segunda oportunidad; para enmendar los errores, para unir las piezas del puzzle y descubrir las verdades de su pasado que la atormentan cada día. 

     Ese pasado que la persigue cada día, que no la deja respirar. Los recuerdos la atormentan cada noche, sus gritos sofocados son su única compañía. Lo único que le quedo de su familia, son unas vagas y borrosas imágenes en su memoria. Y ella intenta con todo su ser que esas imágenes nunca sean confusas y que con el tiempo, queden en el olvido.

     El olvido, allí es donde esta ella. Olvidada, sola en un mundo cruel, con nadie de su lado. Presa de la maldad del mundo. Presa de su libertad. La opresión que siente en su pecho es sed de venganza; y aunque ella se convence cada día de que no es así, en el fondo más recóndito de su destrozada alma, ella sabe que lo es. Pero tiene miedo. El miedo se convirtió en su mejor amigo. El que la acompaña a cada lugar que va, tomados de la mano, volviéndola vulnerable. El dolor; el dolor de la perdida se arremolina en su corazón volviendola débil.

     Pero hay una luz, una tenue luz reflejada en el espejo de su alma. Una leve luz que quiere alumbrar al mundo, alumbrar su vida. Todos tenemos un destino, y eso que nos pasa, no nos define como persona. Es más, nos hace mas fuertes, mas hábiles, mas valientes. Pero cuando hay mentiras de por medio, nada supone salir bien. El azul de los ojos de Sky, era una azul vivo, todo lo contrario a su alma; las mentiras de su familia eran tan vivas como sus ojos.

Almas negras, perturbadas. Tan negras como el carbón.
Mentiras azules, dolorosas. Tan azules como sus ojos.


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