Disfrutaba pasar tiempo con mi madre, muchos pensarían que es porque ella me mantiene vigilada las veinticuatro horas del día, pero no. Me agrada, me gusta salir de compras con ella y tener la confianza como para hablar de las cosas que me pasan, como aquel chico en Fresno que se había declarado a mi luego de conocerme en una comida de la familia, él era Trevor un chico de cabello rizado y ojos verdes, tan claros que parecían de mentira, labios gruesos y pecas sobre su nariz, era un chico atractivo con el que casi salí de no ser porque resulto ser un mujeriego que coqueteaba con todas, debo darle las gracias a mi prima por salvarme de tremendo soquete. Alce la mirada encontrándome nuevamente con los ojos de Dylan, le dedique una sonrisa antes de continuar charlando con mi madre.
Después de una deliciosa comida, dejamos las bandejas en sus respectivos lugares para irnos hacia una de las tantas tiendas que tenían rebaja de temporada, no me importaba comprar cosas de segunda mano, de hecho, lo prefería. A diferencia de varias chicas de la escuela, evitaba lucir predas excesivamente caras, bueno de todas formas no podía darme el gusto de comprar una chaqueta de diseñador, así que conformaba con lo que tenía a mano. Mi armario estaba lleno de prendas caras que había encontrado en esas tiendas de segunda mano y a un precio realmente bueno, sin daños y en completo buen estado.
Prefería invertir mi dinero en algo más útil, llevaba mucho tiempo ahorrando para poder comprarme una computadora nueva que esperaba usar para la universidad y por supuesto que gran parte de todos esos ahorros los tengo destinados para cuando salga de la preparatoria, aun me faltaban un par de años para eso, pero aun así ya tenía bastante claro lo que quería para mi futuro y esperaba que las cosas me resultaban bien, soy bien optimista en ese sentido.
La alarma se escuchaba a lo lejos, e incluso el grito de mi padre y los ladridos de Moka, pero aun así no deseaba despertar. Estaba teniendo un agradable sueño con uno de mis actores favoritos. Shia Labeouf, si ese hermoso chico de ojos encantadores que también protagoniza una de mis películas favoritas de siempre. Una de las canciones favoritas de mi padre era la elección para mi alarma, disfrutaba de esa canción que conocía ya de memoria mientras abrazaba mi almohada y claro que de alguna manera también se había convertido en una canción predilecta e infaltable en mi lista de reproducción “love of my live de Queen”. Según papá fue con esa canción que ambos se habían dado su primer beso, razón por la que era más significativa, con esa canción ambos se habían enamorado.
Me removí entre las sábanas envolviéndome en estas como un burrito, aún más que nada era para evitar el frio que se colaba por entre los pequeños espacios. Ni siquiera el que Moka estuviese sobre mi lograba evitar que mi mandíbula se terminara tensando por la baja temperatura de ese día. Nuevamente mis ojos comenzaron a cerrarse, más al escuchar el fuerte grito de mi madre termine sobresaltándome, cayéndome de la cama. Mi pobre trasero termino recibiendo todo el impacto de la caída. Con pereza avance para terminar abriendo las cortinas, el clima amenazaba con la lluvia, los pocos días cálidos nuevamente serian reemplazados por un largo invierno.
Estire mis brazos hacia el cielo y luego hacia el piso antes de retirarme la pijama, mi intención era lucir como Bettlee Juice, pero al contrario me veía más como un preso que iba directo a sentarse en la silla eléctrica listo para cumplir con su sentencia de muerte y bueno mi cabello no ayudaba demasiado a quitar esa imagen, por alguna razón mi cabello era una maraña sin forma que tardaría bastante en poder arreglar. Observe la hora, seis treinta de la mañana, aún tenía un rato antes de irme, arrastre los pies hacia el baño para poder ducharme, apenas ingrese esboce una sonrisa al sentir el agua caliente sobre mi cuerpo, finalmente mi temperatura corporal se había regulado y podía sentir nuevamente mis pies.
Ahora vestía algo casual y claro usando algunas de las prendas nuevas que había comprado con mamá durante nuestra tarde en el centro comercial. Una falda negra de cotele, medías de color negro, lo suficientemente gruesas como para aguantar el frío, un suéter de cuello en V blanco y mis botines que llegaban un poco más arriba de las rodillas, una gorra y claro un maquillaje sutil, un poco de perfume. Una vez que me sentí satisfecha con el resultado bajé hacia la cocina donde mi madre ya tenía listo el desayuno para mí. Presione mis labios contra su mejilla antes de acomodarme en la mesa dejando mi bolso y mi abrigo a un costado.
Sobre la mesa de la cocina yacía ya listo un nutritivo desayuno, Waffles con fruta, algo de crema y chocolate caliente. Eso era lo mejor para comenzar el día y claro un beso por parte de mi padre. Todo eso era suficiente para hacerme sentir la chica más afortunada de todo el mundo, no podía imaginar un mejor lugar para vivir, mi casa era el refugió de todo mal, era solo paz y tranquilidad. A pesar de ser de una familia de clase media, la vida en cada de mi familia era realmente feliz, los Morgan éramos sin lugar a duda una familia cercana y feliz.