Mentiras En Tus Verdades

Capítulo Treinta y Tres.

No era por nada, pero todo esto ya me tenía harta, un pequeño deseo en mi corazón quería que, por mal o bien, Harvey ya supiera todo, y así acabar con el plan de Thiago, siendo así  libre de todo esto. En un momento todo va bien y al siguiente minuto se desmorona, como si fuera una montaña de harina que con sólo soplar todo queda un desastre de esa pequeña montaña, llamado vida. Sería tan simple, pero mis días eran de todo menos eso.
Ahora lo que no tenía sentido era ver a Harvey con un ramo de flores, bien vestido y peinado, con lo más curioso a su detrás, a sus espaldas estaba Lucía, emparejado su expresión con la de Harvey, algo sorprendidos y a la vez él estaba algo enfadado teniendo en la mira a Thiago.

Como reflejo propio aleje las manos de Thiago rápidamente en cuanto Harvey se acercó a nosotros. Santiago supo lo que venía, por eso no tomo tiempo de mirar hacia su hermano y se tomó el puente de la nariz  entrando los ojos por un segundo.

—¿Qué paso entre ustedes?—Preguntó Harvey.

Thiago resoplo,—Ve y entérate tú, si quieres.

Decidió irse, empujando con su hombro a su hermano. Yo no sabía que más hacer en cuanto Harvey me miró a mi en siguiente, pidiendo la respuesta. Alce mis cejas mirando a cada lado, no quería estar ahí con él y mucho menos cuando Lucía lo estaba esperando a diez pasos más allá. Llené mis mejillas de aire y lo expulse.

—Luego hablamos de eso, sigue con lo que hacías—Le indiqué y no hacía falta a la referencia que hice al final, respecto a Lucía por supuesto.

Di un paso a un lado para alejarme y a la vez recoger mi parasol.

—Hey, hey ¿Por qué estás fuera de la cama?—Me alcanzó y puso un brazo en la baranda a mi costando, impidiendo el paso.

Lo miré ceñuda,—Por que quiero y puedo.

Y ahí va mi cuerpo dando la contra, el mismo segundo mi estómago dio un retorcijon, haciendome soltar un pequeño gemido, y poniendo mi mano en mi dolor. Un gran contra a lo que iba diciendo.

—A ver—Me hizo agarrar el ramo y me sujeto para revisar mi temperatura en la frente.—No tienes fiebre, pero estas sudando frío un poco, tal vez sólo es que pegaras un resfriado.

Quite sus manos de encima y le devolví las flores,—Ya pasó, tal vez sólo tenga hambre, voy a comer.

—Jasmine—Me sujeto la mano.

—¿Qué?

—Quiero hablar contigo, sobre lo que paso...

—No fue nada, sólo estuve sensible por ser de mañana.

—Eso no podría ser verdad, normalmente las emociones se hacen pesadas por la noche, no en el día, además que tu vómito no pudo ser más que el producto del disgusto con el estrés, dime ¿Te presiona algo?

—No es nada, sólo hubiera querido tener más de tu compañía en este viaje—Le dije con sinceridad.

—Lo siento por ello ¿Si? Pero tenía asuntos que atender...

—¿Con Lucía? No lo creo—me volví a enojar, por qué ¿Qué le costaba decir la verdad?

Me solté de nuevo y quise irme de allí pronto, estaba a punto de explotar con los tantos problemas que cabía mi vida, ya era bastante por hoy, quería volver a dormir, por lo menos así por un segundo la realidad quedaba desplazada.

—¡Espera! Solo cierra los ojos—De pronto Lucía se entrometio en medio, le di una mirada que quisiera tirarla al mar, además de su extraña petición.

—¿Para qué haría eso?

—Lucía, no te metas—Le pidió Harvey.

En un movimiento imprevisto, la castaña tomo mi mano y me quito mi anillo de compromiso. Sólo esa acción me dejó con más ganas de darle en la cara con mi parasol, pero Harvey se puso en medio.

—¡Damelo! ¡Eso no es tuyo!—Le exigía, mientras quería pasar a Harvey, pero él alzaba los brazos a los lados.

—Cierra los ojos y déjate guiar por Harvey, sólo así te la devolveré...—No la deje continuar por la razón de que logre agarrar su vestido en la parte del hombro y casi alcanzaba la mano donde tenía el aro, pero entonces ella se metió el anillo a la boca.

—¡Qué asco!— me dejó inmóvil, definitivamente no iba a meter mi mano a su boca, ella se dio cuenta que tomo ventaja y hizo señas con su mano cuáles eran las condiciones para que me lo devolviera,— ¡Está bien! Pero me la entregas limpio ¡Quiero mi anillo sin tu sucia saliva! ¿Oiste?

Sin andar sin más rodeos, les di la espalda y cerré los ojos, haciendo la seña de qué alguien me guíe, para así acabar con esto. Oí el suspiro de Harvey y entonces sus manos se pusieron sobre mis párpados, con otra mano en mi cintura para así guiarme a donde quisiese llevarme, tal vez tirar mi cuerpo al mar, o jugarme una broma.

—Lo siento por hacer las cosas así—Su voz susurró muy cerca de mi oído, provocando el típico cosquilleo enamorado en mi ser.

Intente volver a mi estafó normal,—N-no, sólo hazlo rápido.

—Cuidado, vamos a bajar las gradas—Me advirtió, entonces le hice caso, en cada paso él me apretaba más a su cuerpo, cosa que intente evitar en cuanto acabamos de bajar, sin poder ver, estaba segura que estábamos por un pasillo.

Seguí caminando guiada por Harvey, pero en un error él piso mi talón y tropecé, pero me sujete de su brazo, para no ser tramposa, no abrí los ojos aún en ese segundo.

—Ten más cuidado—Le pedí, intentando aguantar el dolor que provoque en mi pie lastimado por lo de esta mañana, sólo que tuve que apoyar todo mi peso en ella.

No dijimos más nada en los pocos segundos donde me guío, hasta que paramos, sentí que abrió una puerta y me dejó expuesta con ella abierta.

—Bien, abre los ojos—Me dijo bajando su mano.

Despegue mis párpados y acostumbre mi vista al ambiente que se presentó frente a mi, era un pequeño lugar, con el piso de madera y una mesa en el medio, con grandes ventanales a un costado de esta, mostrandome el atardecer, por la oscuridad, muchas velas iluminaban el lugar, formando un camino desde donde yo estaba hasta la mesa con mantel y una vela en el centro, había un pequeño carrito de plata a un costado, donde había dos platos tapados con tapa y una caja de regalo en medio, todo estaba bellamente decorado más, los pétalos de rosa a cada rincón le daban el toque romántico. Una bella cena de noche.




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