El almacén era eso. Un viejo almacén convertido en un club nocturno. Recuerdo a Isabelle mencionándolo como un lugar de mala muerte, por lo que solo alimentaba mi paranoia sobre la conspiración de Daniela.
El lugar se encontraba en el viejo centro de la ciudad, al ir en auto teníamos la ventaja, si lográbamos llegar primero podríamos observar cómo se desarrollaban los eventos.
Ben había pensado en algo. Llegaríamos, estacionaríamos una cuadra antes del lugar. Observaríamos la entrada por un rato en caso de que viéramos a Daniela, decidiríamos como afrontar la situación.
Esperamos por cerca de veinte minutos, ninguna de las personas que entraba o salía semejaban a Daniela.
—¿Vas a decirme de que se trata todo esto? —Preguntó Ben. La situación apremiaba que estuviera en su mejor forma, llevaba aquellos lentes de armazón grueso que le hacían ver como un nerd.
—Es una larga historia, por el momento necesitó que confíes en mí.
Bajamos del auto y nos dirigimos al club. En la puerta nos detuvo un gorila que le hacía respeto al nombre, era corpulento y aterrador, llevaba una larga cadena de oro encima de su camiseta negra. Con su voz de registro bajo preguntó. —¿A quién conocen?
A caso era una contraseña. Supuse que había una respuesta incorrecta. Ben comenzaba a sudar, si dejábamos mucho tiempo el gorila sospecharía de nosotros. —Hugh. —Traté de sonar lo menos nervioso posible. El gorila golpeó la puerta dos veces y esta se abrió. Se escapaba el sonido ensordecedor de la música electrónica, el lugar estaba iluminado con luces de tono ultravioleta.
Entramos solo para notar una gran multitud de personas tomando, bailando, muchos de ellos llevaban la cara pintada con tonos fluorescentes que resaltaban bajo esa luz. Ben señaló hacia la barra. —Ahí podremos verla si es que viene o está aquí.
—Bien pensado.
Tomamos asiento en los taburetes de la barra. La bar tender vestía una prenda superior de red, noté que sus pezones estaban ocultos tras una cruz hecha con cinta adhesiva, debajo unos jeans rotos. —Puedes mirar todo lo que quieras muchacho, pero está prohibido tocar. —Advirtió viendo en mi dirección. —Bienvenidos al almacén, ¿Qué les sirvo?
—Danos dos cubas, por favor. —Ben pago por adelantado, resaltando que no nos quedaríamos mucho. —¿De qué se trata todo esto, Ray? —Preguntó girando su taburete en mi dirección.
—Como dije, es una larga historia. —No podía contarle sobre el cadáver, surgirían dudas respecto a como lo encontré. Tenía que apegarme a lo que había escuchado en el estacionamiento. —Creo que Daniela puede haberle hecho algo a una tal “Roma”. Le escuché…
Ben me interrumpió. Toda su atención cayó sobre mí. —¿Hablas de Romina Castellanos? ¿Sabes que la encontraron muerta en la plaza, cerca de la fuente?, ¿verdad? —Hablaba muy alto, no quería que atrajéramos miradas extrañas.
Me acerqué a su oído. —Lo sé. Es una larga historia. Creo que Daniela pudo haberle hecho algo.
Ben se rio. —Ray, la mujer desapareció hace varias semanas, no se supo nada de ella hasta hace unos días que paso lo que paso.
La barista volvió con nuestras bebidas y las puso sobre la barra. —Ray. —Ben golpeó mi hombro para llamar mi atención. —A mis dos.
Ahí estaba Daniela, acercándose a un desconocido, probablemente se trataba de Hugh. Me levanté del taburete y caminé en su dirección, me aprovechaba del entorno para camuflarme.
Los vi salir hacia la zona de fumadores que conectaba con la parte trasera del club, traté de mantener la distancia, pude sentir la presión cuando el sujeto volteo en mi dirección, por suerte logré ocultarme con un grupo de chicos que estaban muy idos como para notar mi presencia. Desde este lugar los podía escuchar con claridad.
—Puedo explicarlo. —Dijo Hugh. —Me pidió una por los viejos tiempos. Romina acaba de morir por Dios.
Ese último comentario no le pareció a Daniela, esta lo sujetó por la ropa y lo pegó a la pared. —¡Eres un imbécil! Por lo mismo de que Romina está muerta no debiste haberlo hecho. Tengo suficientes problemas como para que quieras darme más metiéndole chingaderas a mis amigas. —Supuse que se refería al polvo negro.
—Tu y yo sabemos la razón por la que Romina está muerta, así que no me vengas con cuentos. —¿A qué se refería, que estaban ocultando? A caso ambos estaban implicados en el crimen. —Se sacudió para que Daniela le soltara. —No actúes como una santa, que ninguno de los dos somos personas decentes. —Hugh claramente era un sujeto de mala pinta, distribuía esta droga.
Daniela le rodeó con los ojos. —¿Descubriste algo sobre el sujeto encapuchado? —Preguntó Daniela. ¿Sujeto encapuchado? ¿Sera que se refiere a la persona que vi en la fuente? Esto comenzaba a ser confuso. Dudaba de mi sobre si había escuchado correctamente la pregunta.
Hugh negó con la cabeza. —No es el, si es lo que te estabas preguntando, estuve vigilando a Rich…Harrington, no salió de la casa. ¿Qué hay de ti?, ¿cómo va la investigación sobre el extraño? —Daniela se acercó para decirle algo al oído. —Carajo, ese maldito cubre muy bien sus huellas. —Hugh miró la hora en su reloj. —Es hora de irme. Nos vemos, reina carmesí —Daniela le mostró el dedo, solo para después comentarle que ella también se iba. Hugh salió por la puerta trasera y Daniela le siguió. Hasta ahí llegaba mi pista, ya no sabía que creer sobre la situación, mi corazonada me decía que había algo raro en todo esto, por otra parte, mi sexto sentido no lo identificaba como una amenaza inmediata.