La última gran idea de Brandon me provocó un enorme dolor de cabeza. Su tamaño iba en relación con la intensidad de mi sufrimiento; un gigantesco letrero de neón descompuesto, de esos que tienen una taza de café. Brillaba como una bengala, parpadeaba cada tres segundos, lo molesto era el sonido de estática que producía. Al principio pensé que era el único que lo escuchaba, como si se tratara de un silbato para perro, pero no, Brandon, y Jordan lo notaban también, Madison no tuvo a oportunidad, los últimos días ha estado ausente en el trabajo.
Últimamente me había pedido tantos cambios de turno que mi vida social se extinguía. Había sufrido de un golpe bajo, había descuidado a Daniela, a los chicos, a Isabelle, esta última realmente estaba encabronada conmigo.
Me encontraba apoyado en la barra, lamentando mi existencia, iban a ser las tres de la tarde. Jordan estaba trapeando en silencio, no éramos muy amigos que digamos.
Pude ver a Madison irrumpir por la puerta, supe que eran malas noticias cuando no le vi el uniforme. Tan rápido como entró, comenzó a rogar. Era increíble, esta pelirroja oxigenada realmente se aprovechaba de mí.
Caminé hacia la sala de empleados, colgué el mandil, sacudí mi camiseta y traté de salir, mi intento se vio frustrado por Madison. —Por favor, por favor, por favor.
—No, Madison. Ya hablamos de esto.
—Yo te cubrí cuando fuiste al médico. —Se refería a cuando me drogaron.
—Un día, lo agradezco, pero eso fue hace cuatro favores.
Me vio con ojos de perro atropellado, realmente no funcionó. —Sabes que tengo que ir a mis chequeos. —Se puso de rodillas. —Apiádate de esta pobre pelirroja cancerosa, yo no pedí ser pelirroja, ni tener cáncer.
—Madison, lo siento, ya tengo planes. Voy a ir al cine con Isabelle, después al juego de mi novia.
—Bien, si no me cubres al menos podrías darme quince minutos.
Traté de mostrarme firme, simplemente no pude.
Ella notó por mis gestos que había accedido, así que rápidamente salió de la tienda por la puerta trasera. Estaba parado en el umbral, observándole como se alejaba. A la par trataba de calcular las posibilidades de que no fuese a volver, no tuve que pensarlo mucho, no iba a volver, así que salí de la tienda tras de ella.
Tuve que trotar para alcanzarla. —Brandon te va a matar si se entera que no entraste a la tienda.
—Qué dices, Brandon me ama. —Corrección, Brandon la amaba, hasta que notó que le había estado cambiando los turnos a cada empleado con el que se topaba.
—Realmente creo que estas presionando tu suerte.
Entonces se frenó en el paso peatonal. Dio la media vuelta y me encaró. —Realmente tengo cáncer, Ray. —Su tono era convincente, pero no necesariamente era la verdad, y sus ropas eran evidencia de ello.
—Creo que ambos sabemos que no estas yendo a las consultas o tratamientos. —Tiró de las mangas de su cárdigan negro. Sus mallas de red eran su peor decisión del día, no tardaría mucho en ponerse frio.
—No te preocupes por mí, Ray. De hecho. —Buscó en sus bolsillos. Vi que sacó un par de boletos. —Ten, es para devolverte el favor por haberme cubierto en el trabajo. Eres el único que me cubrió cuatro veces seguidas.
—No es necesario, Madison.
—Si es necesario, Ray. Tienes razón, no he estado yendo a las consultas, porque sé que ya no hay esperanza, los doctores lo dijeron, y no puedo seguirle rompiendo el corazón a mi madre cada vez que vamos a terapia, apenas y puede con nosotras dos luego de que papá se fuera. Así que vas a tomar estos boletos, invitarás a alguien, y te divertirás.
Terminé aceptando los boletos porque parecía que no tenia de otra. —Dime que esto no es nuestro último adiós.
Ella sonrió, guiñó su ojo en mi dirección y cruzo la calle.
Revisé las entradas que me acababa de regalar, eran para un evento llamado Frightball en el Glassdrop Ballroom para eventos.
•••
Nos vimos en el cine justo como habíamos acordado. Batallé mucho para leer la cartelera, debido a las alucinaciones, fue una de las razones por las que dejé que eligiera.
Supuse que me vio perdido porque me llevó de la mano hasta nuestros asientos.
—Hace mucho que no te veo, comenzaba a pensar que te habías olvidado de mí. —Le vi con una mirada seria. —Luego me entero de que saliste de la ciudad y no me invitaste.
—No fue del todo agradable, hubo muchos problemas.
—Eso que, sabes que me encanta el chisme, aparte se supone que nos apoyamos entre nosotros. Entre tu escapada y que no dejas de salir con Daniela hace mucho que no te veo.
—Daniela es mí. —recordé que no habíamos puesto un nombre a lo nuestro. —Estamos saliendo.
—Trabajas doble.
—Eso es culpa de Madison, me tendió una trampa.
Hablamos muy alto, al menos eso nos dio a entender uno de los asistentes cuando nos chucheo en plena película.
Tuve tiempo para pensar, tal vez toda tenía sentido, tal vez nada, pero estaba seguro de que había abandonado a Isa más de lo que me gustaba, y ella lo resentía. No lo menciona mucho, pero sé que muchas de sus “amigas” la odian, se volvió inteligente de la nada, se dedicó a estudiar y las cambió por un blanquito bueno para nada. Tampoco tiene pretendientes, no por su apariencia, sino porque dice que está esperando al indicado. Si no tuviera a su familia y a su perro probablemente se habría colgado del ventilador, o teñido el cabello de algún color extravagante.