La policía lo señaló como un suicidio. Ben se había suicidado con un arma de fuego, un tiro limpio a la cabeza, pareció conveniente que esa misma arma se había usado en varios crímenes. Le habían inculpado por los crímenes recientes. Si aquellas desapariciones y homicidios de chicas que aparecían en las noticias, esos mismos. Nada tenia sentido.
Ser llevados a la comisaria no era como pensé que acabaría mi día. Supuse que así se sintieron mis padres cuando los rumores sobre nuestra familia estallarlo.
El detective estaba hablando, sin embargo, su imagen no se encontraba en mi primer plano. Mi cerebro proyectaba imágenes de Ben, siempre con su sonrisa tonta y su actitud positiva. No lograba entender como se le había relacionado. Era como atribuirle la culpa de un incendio a la compañía de gasolina que se utilizó como inflamable. Escuchaba ruido, probablemente de Millie, Logan, Dani. No. Se trataba del mismo detective cuya mirada se había posado sobre mí.
Reí en tono histérico, causé una escena en aquella oficina. —Son unos cabrones. —La histeria me recordó los desbalances químicos que sufría hace un año, cuando no llevaba una alimentación constante. —¿No se dan cuenta? —Sonreí con una mueca siniestra que no ayudaba para nada en mi caso. Todo haría sentido en cualquier momento.
—¿Qué es tan gracioso muchacho? —El detective estaba molesto con mi actitud. Se levantó de su escritorio probablemente para gritarme.
Corte la risa histérica, busque aire, todo con una sonrisa de boca abierta. —No tienen nada contra Ben, nos quieren usar como chivos expiatorios. Quieren que condenemos a nuestro propio amigo. —El detective permaneció serio, no mostro reacción alguna. Contrario a los demás que se mostraron sumisos, todos sentían que parte de la culpa caía sobre ellos, por no ver estas supuestas “señales”.
Mi sonrisa se extinguió cual fosforo llegando a su fin. Una ascua que el viento apagaba. Millie me veía con lágrimas en los ojos y una mueca de tristeza. No. Lo mismo por parte de Daniela, quien se mostraba más firme, pero no dejaba de verme con pena, como si necesitase ayuda.
Finalmente vi a Logan quie quería verse empático y llevaba su brazo a mi hombro. Interpuse mi mano para detenerle. Aquella respuesta me hizo sentir abandonado y por primera vez quise que Ben estuviese ahí, el sabría qué hacer.
—Son una bola de traidores. —Millie no se contuvo, rompió en un llanto ensordecedor. —son unos cabrones. —Me puse de pie y Salí de la oficina sin mirar atrás. Nadie fue a detenerme. Nadie.