—El número que intentas contactar se encuentra fuera de la zona de servicio. Por favor intente marcar más tarde. —Respondió la contestadora con aquella voz robótica. Maldita lluvia, arruinaba la señal del lugar.
Eran los días más lluviosos del semestre. Eran los días más oscuros del semestre.
Lo que Ali proponía era una locura. Claramente no podía interrogar a Logan, nunca me diría la verdad, y si lograba hipnotizarlo, existía el riesgo de que lograra ver más allá de mí. Así que tendría que investigar a la segunda persona implicada en el problema.
Había hecho un plan que consideraba infalible. Iría a una tienda de conveniencia, compraría la bebida con el mayor volumen de alcohol, trataría de embriagar a Millie, y aprovecharía dicha debilidad para escurrirme en su mente, y ordenarle que me cuente la verdad.
Sonaba fácil. Sin embargo, era un plan con muchos posibles fallos.
Elegí una botella de vodka azul, de aquel que le gustaba a Millie. Al llegar a la caja me topé con un empleado que no conocía. Este se veía como un hombre joven muy estirado. Su mirada anunciaba pocos amigos. Su barba y cabello alineado mostraban instrucción militar.
Coloqué la botella sobre la caja, este la escaneó con la pistola laser. Y pronunció aquellas palabras. —Voy a necesitar ver una identificación. No vendemos alcohol a menores. —Saqué la billetera y le mostré mi licencia de conducir, con suerte no lograría fijarse en la fecha exacta, la mayoría no lo hacía. Acercó la licencia a mi cara para comparar la foto. Después me devolvió la licencia. —Son treinta dólares con noventa y ocho. —Le di un billete de cincuenta y este me entregó el cambio y la botella de vodka. Estaba listo para irme cuando mencionó algo. —Por cierto, feliz cumpleaños. Puedes tomar un raspado chico de cortesía.
A caso era posible que el tiempo haya pasado tan rápido, que haya estado tan poco pendiente de los días, que olvide que hoy era mi cumpleaños. Qué tan triste debes de estar para olvidar tu propio cumpleaños.
Al llegar a casa pude notar que no estaba estacionado al frente el automóvil de Logan, lo cual era buena señal, tenía una ventana de tiempo corta y tenía que hacerla rendir. Al abrir la puerta encontré a Millie viendo televisión en la sala. Aun llevaba puesto el uniforme del consultorio dental. Mi presencia le confundió.
—Pensé que te habías ido de la ciudad hace días. —Puede que Logan no le haya contado todo sobre nuestras reuniones.
—Algo así, es una larga historia. —Observó que llevaba una botella de vodka azul. —¿Te apetece un trago?
—Ray, estoy muy cansada. Mañana tengo turno temprano y también tengo que ir a la sucursal de correos.
Tenía que sacarme un truco debajo de la manga. —¿Sabías que hoy es mi cumpleaños?
Millie rodeó los ojos. Estaba a punto de sucumbir ante mi artimaña. —Tal vez un trago. —Ella quiso creer su propia mentira.
Tres cuartos de botella después y unos cuantos shots de tequila Millie, había llegado al estado óptimo que habíamos estado buscando para la hipnosis.
•••
Nunca he sido fan de beber hasta perder el conocimiento, el control sobre mí mismo, los impulsos. Con cada trago los limites se vuelven borrosos, eres más susceptible ante los estímulos.
Nunca sabes cómo reaccionara alguien bajo los efectos del alcohol. Violento, estúpido, atrevido, coqueto.
Millie era un comodín, protegió su mente de mi truco, me hacía dudar si sabía lo que estaba haciendo, supuse que era su propio sistema de defensa. Era como tratar de ver una imagen a través de un ventilador que gira a gran velocidad. Millie esquivaba la mirada, incluso en su estado trataba de rodear su camino lejos de mis preguntas.
—¿Qué es lo que no me quieres contar, Millie? —Traté de establecer esa conexión. Ella se rio, fingió que no me había escuchado, aunque pude notar la reacción que mi pregunta le provoco.
Paso su índice por mis labios y me acercó un trago a la boca, alejé el trago y pude ver la preocupación en su mirada, su plan había fallado. Traté la alternativa. Irrumpir en su mente, pude sentir el pesar, la fatiga que resultaba el proceso, pero una gran fuerza de voluntad se me oponía.
Carraspee, me estaba hartando de este estira y afloja. —Millie. —Nuevamente intentó callarme y darme el trago. Nuevamente me negué. —Millie. —Ocurrió lo mismo, pero la desesperación no paraba de crecer, la tensión se formó en la sala, pude notar en su mirada que luchaba por contener el llanto, los ojos le temblaban, las palabras le titubeaban.
—Es tu cumpleaños, me la estoy pasando bien. —Sus palabras decían una cosa, pero su cara retrataba tonos rosas de dolor, y tonos azules de tristeza. El veneno lentamente se filtraba en sus sistema, desarmando sus defensas, corrompiendo su mente.
Traté de forzar mi paso a sus recuerdos, esta me detuvo por el primer método que se le ocurrió, su corazón palpitaba de forma irregular. Era el peso de la enorme carga que había estado ocultando.
Deslizó su mano por mi pecho tomándome por sorpresa, su pantomima me robó el aliento, trató de venderme una farsa de contacto físico para salir del aprieto. Ese fue el punto en el que decidí detenerle. Era mi limite. No podía dejar que siguiera sufriendo.