Mentiras Peligrosas

#71 Las alcantarillas I

Cuando llegamos a casa de Gipsy. Retomamos la investigación para confirmar que las alcantarillas eran el lugar que estábamos buscando. Gipsy insistió en que comenzara a tantear el terreno, ya que era más probable que si yo me topaba con problemas sería más fácil salir de ellos. Así que me dio la tarea de localizar el lugar.

La entrada más obvia a las alcantarillas se encontraba cerca del café, había un gran túnel que conectaba con el sistema de inundaciones y con suerte con las alcantarillas.

Aparqué el coche frente a la cafetería le comenté a que tenía que dejarlo ahí. Recorrí el resto del trayecto a pie, llevaba una lata de pintura en aerosol, una navaja plegable y un encendedor.

—Estoy a punto de sumergirme en mierda. Pésimo día para traer mis tenis favoritos.

Revise mi teléfono, iban a dar las nueve de la mañana si tenía suerte volvería antes del atardecer.

El túnel se mostró frente a mí. Imaginaba susurros provenientes de ahí dentro, horrores más allá de lo normal que me helaban la sangre. Tragué saliva e ingresé con linterna en mano. Las paredes cercanas a la entrada estaban pintarrajeadas, sin embargo, conforme me adentraba más dichas marcas desaparecen.

Cuando me haba adentrado lo suficiente y llegué al primer cruce me detuve, destapé la botella y dejé una marca, una gran R blanca. Miré los dos caminos, ambas eran largos y no se percibía el final. Opté por ir a la derecha. Mis pasos hacían eco en los túneles. Cada cierto tiempo me detenía a escuchar si me estaban siguiendo era mi imaginación pues mi sexto sentido estaba vuelto loco y me comenzaba a irritar.

Trataba de respirar por la boca para así evitarme el hedor de los desperdicios que había en las aguas negras. Conforme avanzaba era menos la cantidad de agua estancada por lo que supuse que estaba llegando al sistema anti-inundaciones.

Miles de cucarachas residían en las cloacas, eran enormes, mucho más grandes que aquellas que se cuelan a las casas.

—Paul dijo que la gente hace esto todo el tiempo y no les sucede nada. —Vino a mi mente los videos de aquel chico que comentó Ben. Quien se había reportado como desaparecido desde hace unas semanas. —Mierda. Pensamientos bonitos, no es nuestro primer rodeo en las alcantarillas.

Nuevamente llegué a otra bifurcación, me detuve en seco, puede que si siempre fuese a la derecha entrase en un ciclo cerrado. Volví a poner una marca en la pared. Veía ambos túneles incapaz de decidir hasta que lo escuché. Aquel caminar ruidoso, de patas pequeñas. Iluminé con la linterna y era una enorme rata cuyos ojos brillaban frente a la luz de la linterna. Le miré fijamente, cuestionándome si estaba ante la presencia del Nosferatu, o como le había comenzado a llamar, el rey de las ratas. Estaba en el túnel de la izquierda. Al verme comenzó a correr de vuelta por donde venia y yo la seguí. Salpicaba agua con mi correr y hacía un eco insufrible en el túnel. La rata soltaba chillidos cuando sentía que la estaba alcanzando. —Eso, corre estúpida rata. —Le animaba a seguir.

Luego de perseguir a la rata llegué a otra bifurcación, volví a dejar un trazo y continué. Esto sucedió varias veces hasta que perdí de vista al roedor. No lograba escuchar sus chillidos o pasos. Molesto decidí continuar el trayecto.

—Eco. —Había eco de vuelta. —Eco. —Parecía niño chiquito. Mi último grito no solo había hecho eco, también se había quedado resonando. —Eco. —Fue lo mismo.

Me apresuré a correr empapando mis pantalones en el proceso.

Llegué a una cámara con múltiples entradas. Era un enorme espacio vacío en el cual solo había pilas de basura conglomeradas alrededor de las estructuras de soporte. Rayos de luz se filtraban a través de orificios de drenaje a los que se podía acceder por una escalera.

—Si yo fuese una rata donde estaría. —Miré a mi alrededor. —Tengo que evitar las lluvias, entonces viajaría a través de terreno alto.

Iluminé el techo, sin embargo, no había camino a la vista. Comencé a caminar observando las distintas salidas, marcaba con una S las posibles opciones. Al terminar tuve 16 posibles caminos, cada uno igual de prometedor que el anterior.

Desperdicie horas recorriendo aquel laberinto, y tan solo había completado cuatro circuitos, dos de los cuales se juntaban. Tiré de mi cabello y grité.

—Esto es inútil. Cómo encontrare la estación si no soy una maldita rata. —Pateé una piedra y esta golpeó un pilar. —Si tan solo fuese tan fácil como seguir el rastro de sangre. —Me froté la cara, trataba de pensar soluciones, cuando de repente recordé lo que dije. —Puedo rastrear la sangre. —Murmure. Había estado ignorando mi olfato al estar respirando a través de la boca. Di una gran esnifada que me ahogó en olores fétidos. Traté de concentrarme en el aroma y volví a esnifar. Mis cejas se erizaron había encontrado un aroma. Me acerqué al resto de los túneles, solo uno tenía dicho aroma. Avancé con cautela, pero decidido, tenía que ser por aquí.

Durante el camino observé varias ratas que iban en la misma dirección. Después de todo éramos parecidos.

El rastro me llevó hasta un terreno lo suficientemente elevado como para evitar inundaciones. Había escalones de servicio que llegaban a dos secciones, una a un par de puertas cerradas con una cadena metálica cortada a sus pies y otra que estaba escaleras arriba.



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En el texto hay: vampiros, horror

Editado: 30.11.2023

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